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jueves, 28 marzo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / El lugar común

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

Hace todavía 10 años, el horizonte de opciones sonoras, si bien era amplio, en nada se comparaba a lo que hoy en día vivimos. Tanto músicos como melómanos, actualmente gozamos la inmensa posibilidad de escuchar grupos nuevos a diario, muchos de ellos inimaginables hasta el momento de oírlos; algunos de muy reciente conformación y en la búsqueda de una identidad sonora propia, otros con una considerable trayectoria recorrida y con un estilo bien consolidado, pero prácticamente desconocidos en el ámbito de lo comercial. Pero en esta abundancia de propuestas y alternativas, ¿resulta equitativa la cantidad con la calidad? Lamentablemente, no del todo.

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El Internet nos brinda cientos de opciones en las que uno puede escuchar y conocer, de hecho, hay páginas que diariamente envían boletines con propuestas auditivas a sus usuarios, lo que brinda la posibilidad de ensanchar nuestro panorama de canciones o grupos, a los que estamos siempre dispuestos a descubrir nuevas propuestas. Esto, por un lado, mantiene avivada nuestra capacidad de asombro, tan importante para disfrutar de manera más plena las manifestaciones del arte, para el deleite o la experiencia estética. Sin embargo, también significa el tener que escuchar algunas agrupaciones que en realidad tienen poco o nada que ofrecer.

Percibo que hoy, más que nunca, es posible difundir una agrupación, independientemente de su origen, locación, estilo, o de si pertenece a alguna firma discográfica (requisito que cada vez se vuelve menos necesario para ingresar a los escenarios internacionales, al menos en el plano de lo virtual, de lo cibernético); lo importante, en la actualidad, es contar, eso sí, con una producción discográfica que reúna, al menos, los más elementales niveles de calidad, lo que tampoco es difícil conseguir, si nos percatamos de la cantidad de software existentes en el mercado, que permiten, con una buena dosis de dedicación, lograr un producto decente, digno de ser escuchado.

Insisto, existen cientos de páginas, algunas muy poco conocidas o casi imperceptibles en ese abrumador mundo paralelo, y otras bastante prestigiosas, que son ya un referente obligado para muchos críticos de música, y a la inmensa mayoría de ellas, tan sólo les basta el que un grupo les envíe su disco o demo; de lo demás (promoción, distribución, etcétera), ellas se encargan. Incluso, hay páginas que, con la previa autorización de la banda, regalan algún tema con fines meramente de difusión. Sin duda, estamos viviendo un interesante y complejo paradigma en el modo de escuchar música, al cual hay, que decirlo con completa honestidad, no se han podido acoplar del todo las grandes industrias discográficas que, por tanto tiempo, decidieron qué era o no lo que debíamos escuchar. De verdad, creo que las antiguas formas de escuchar música, en un breve tiempo, pasarán a ser meros temas de nostálgicos conversadores.

Sé que resultaría titánico, mas no imposible, lograr que las bandas zacatecanas comenzaran a hacerse cada vez más presentes en estos nuevos “escenarios” (por mencionarlos de alguna manera), y digo cada vez más, porque, para ser honestos, desconozco si ya lo hacen, y quiero pensar que sí. En mi mente imagino a un grupo bien conformado, como los que ya he mencionado en otras participaciones, concebido como un equipo que va más allá de los integrantes del grupo, compuesto por un manager, un encargado de relaciones públicas, de prensa, de diseño, etcétera, que trabaja permanentemente en colocar el proyecto en todos los sitios posibles, con el propósito de que sea cada vez más conocido. Hace 10 o 15 años, la idea le hubiera parecido a más de tres bastante descabellada, hoy no lo es ni en lo más mínimo.

En definitiva, vivimos un momento[1] privilegiado, en el que han sido trastocados todos los modelos que por décadas dominaron el mercado mundial. Hoy, en los más prestigiosos festivales musicales del mundo, gozan de importancia bandas que vienen sin el otrora imponente respaldo de la gran casa disquera, es decir, totalmente independientes, emergidas de ese universo paralelo que, para bien y para mal, cada vez se nos vuelve más familiar y que conocemos como web. No obstante, cada nuevo paradigma conlleva nuevos retos.

Mencionaba líneas arriba que día a día escuchamos a nuevas bandas con una gran diversidad de propuestas, algunas de ellas realmente novedosas, frescas, innovadoras, transgresoras, pero otras, lamentablemente las más, predecibles, carentes de ingenio, creatividad y fuerza, que parecen, en muchos de los casos, el refrito muy mal hecho de otras agrupaciones que en su momento marcaron la pauta a seguir en un determinado estilo de rock. No se trata, desde luego, de descubrir el hilo negro, ya lo dijeron los sabios: “No hay nada nuevo bajo el sol”.

De lo que se trata, desde mi particular punto de vista, es de evitar el lugar común; sé que no es fácil, pero también he visto que más que las influencias, es el afán por parecerse a un determinado grupo, el que predomina en el ánimo de muchas nuevas bandas, lo que a mi parecer es muy respetable; no se trata de saturar la escena con propuestas que nada tienen que decir, pero, como dijo Tina Turner, tampoco necesitamos un nuevo héroe. Lo que algunos (como su servidor) esperamos de una banda es que, repito, no sea predecible, ni sea innovadora forzada, empecinada en descubrir el agua hirviendo. Vale más, creo, la espontaneidad, la frescura, la honestidad, el afán irrenunciable de decir lo que realmente se quiere, sin esperar sonar como sonaban o suenan otros grandes.

 

[1] Tecnológicamente hablando, no se vaya a pensar que ya estoy como el tristemente célebre que dijo que México es el país de las maravillas.

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