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jueves, 28 marzo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / Dos recomendaciones discográficas

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

EquilibriumRecreatur (2010), Equilibrium

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Tengo la intención de hablar en esta ocasión de una interesante producción discográfica de 2010, titulada Recreatur, perteneciente a la banda de origen alemán Equilibrium, conformada por René Berthiaume, en la guitarra y teclados; Hati, en la batería; Robse, en la voz; Jen Majura, en el bajo, y Dom, en la guitarra, quienes incursionan en el folk death metal, con un estilo bastante peculiar, ya que a diferencia de muchas otras bandas pertenecientes a esta corriente, Equilibrium se limita a utilizar los instrumentos que comúnmente se utilizan en una banda de metal convencional, sin recurrir a instrumentos tradicionales de la región que habitan, a saber en este caso particular, Starnberg y Bavaria.

Pese a que han sido clasificados y ubicados en el estilo arriba mencionado, por diversas y prestigiosas revistas de metal, tanto impresas como electrónicas, es difícil no reconocer, al menos en el disco que hoy nos ocupa, otra influencia que se deja escuchar con bastante fuerza y frecuencia, me refiero al denominado symphonic prog, una de las manifestaciones más importantes del rock progresivo. Dicha presencia se hace notar en cada uno de los temas, por medio de figuras y cortes musicales recreados principalmente por el teclado, instrumento que en la agrupación cobra un importante papel protagónico; las influencias también son bastantes notables, y una de ellas, que a mi parecer es de las que más se hacen notar, es la que brinda la icónica banda italiana New Trolls, en su momento más tardío, aunque ciertamente no es la única.

Las figuras sonoras, así como los paisajes que nos brinda la agrupación en esta producción discográfica, conformada por 14 tracks, salen de los estilos habituales realizados por otras agrupaciones de la misma naturaleza, ya que cuando parece que se acerca un clímax musical, la banda opta por dar un giro y sorprender con una figura característica del Rock Progresivo, brindando momentos que pasan de lo épico a lo realmente heroico, con un halo victorioso, dejando las explosiones sonoras para otro momento. No obstante lo anterior, la propuesta está cargada de una buena dosis de energía que le permite a cualquier exigente metalero escucharla con el mayor de los placeres de inicio a fin, lo que significa dar por bien cumplido un reto que el grupo se propone, ya que podemos decir que el disco se divide en dos tiempos, uno que incluye las guturales líricas así como todas las alternativas sonoras a su alcance, y otro que incluye algunos de los temas, recreados de manera instrumental y acústica.

Definitivamente, me refiero a un disco que se ofrece con una finura, digna de ponerlo como uno de los referentes obligados de esta agrupación, y que, a su vez, recomiendo ampliamente.

 

EsperantoLast tango (1975), Esperanto

Como lo he mencionado en ocasiones anteriores, resulta por demás difícil hablar de una obra, agrupación o artista cuyo prestigio se encuentra más allá de los linderos del bien y del mal, es decir, hablar de proyectos que ya están bastante consolidados y que han gozado los reconocimientos de los más prestigiosos críticos en el orbe. Es casi imposible agregar algo nuevo al disco que en esta ocasión pretendo recomendar, por lo que no me he de comprometer con tal reto, y me limitaré a dar mi más modesta opinión sobre una de las más grandes obras maestras que desde el rock progresivo se han dado, me refiero a la producción titulada Last tango, autoría de la banda belga-inglesa Esperanto.

La agrupación, que, vale destacar, fue de una trayectoria breve, estuvo conformada, para la realización de este material discográfico, por Timothy Kraemer, en el cello; Bruno Libert, en los teclados; Gino Malisan, en el bajo; Roger Meakin, en la voz; Tony Malisan, en la batería; Kim Moore, en la voz; Geoffryn Salmon, en el segundo violín, y Raymond Vincent, en el primer violín; todos ellos, procedentes de diversas culturas y nacionalidades, así como de diversos estilos y formaciones musicales, mismas que iban de música de concierto al mismo hard rock, eclecticismo que caracterizó el sonido de la banda a través de sus tres discos (Esperanto Rock Orchestra, 1973; Danse macabre, 1974, y Last tango, 1975), siendo quizá el que nos ocupa el que logró mayor trascendencia, colocándose como uno de los emblemas del rock progresivo.

Last tango está conformado por seis temas, ejecutados todos ellos con una maestría excepcional, ya que logran un equilibrio perfecto entre los arreglos orquestales y los de la instrumentación propia de una banda de rock. Las canciones logran llevarnos por un viaje cargado de sorpresivos cambios que van de las oníricas figuras recreadas por la sección de cuerdas, a los frenéticos acordes propios de una experimentada agrupación progresiva, con salpicaduras de sonidos ácidos y pesados. En el disco encontramos un excelente cover de The Beatles que, por mucho, supera al original (aunque me atrevo a decir, con respeto a los beatle-maniacos, que todos los covers que he escuchado del cuarteto de Liverpool siempre superan al original); me refiero a la canción Eleanor Rigby, misma que es irreconocible hasta el momento en el que se escucha el estribillo del tema.

Todos los tracks que integran el disco van de lo lúdico a lo dramático, pasando por el sarcasmo, sin embargo, este dramatismo llega a su clímax con la canción The rape, misma que nos ofrece una sonoridad que va in crescendo hasta el punto en el que parece que se desatará el caos total, momento en el que se suspende para dar paso al tema que da nombre al disco y que es no sólo su culmen, sino su último tema. Last tango es, sin duda, una de las más logradas y finas manifestaciones de este género musical. Aquí, la orquestación le brinda una atmósfera ambivalente, densa pero encantadora a la vez, y nos remite, irremisiblemente, a los fastuosos salones de baile de principios del siglo 20, donde vemos a una pareja bailando, tan impecable como la ejecución de la banda, los más sofisticados y sensuales pasos de baile.

El disco al que hoy me refiero, por su carácter de clásico, es de aquéllos que uno puede escuchar una y otra vez sin cansarse jamás, y que en cada ocasión, siempre nos deparará una nueva sensación que no se había hecho presente en las anteriores. Quizás está de más recomendarlo ampliamente, pero lo que sí le puedo decir es que si no ha escuchado esta magistral producción, independientemente del estilo de rock (o de música) que le guste, se está perdiendo de una soberbia Obra Maestra de la música contemporánea.

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