Aquel suéter oscuro que tenías
sin querer lo dejaste allí olvidado,
lo tomé entre mis manos aquel día
y allí en cualquier lugar quedó guardado.
El tiempo transcurrió...
Las rosas que en abril me regalaste,
las guardo disecadas todavía,
aunque sé que tú y yo estamos distantes
con ellas te recuerdo día con día.
Las espinas...
Frágil como la rosa que florece,
en el jardín marchito de mi vida,
tengo miedo del viento que se mece,
aquí en tu derredor, hija querida.
Venus, hijita...