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jueves, 8 mayo, 2025
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Para debatir la democracia en 2024

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Durante años el proceso que fue conocido como de transición a la democracia en nuestro país atrajo la atención y generó debates, tanto a nivel teórico como público en sentido amplio. Sí acaso hubo, pocos sectores de la sociedad no se involucraron en el debate y el proceso. La promesa de la democracia fue un aliciente para la confrontación de ideas: desde el punto de partida, hasta el análisis y recorrido del proceso, hasta un punto de debate nunca culminado ¿se había agotado ya la lucha por la democracia, nos encontrábamos en un proceso de consolidación o éstas se había visto interrumpida por proceso electorales como el de 2006? Luego de los resultados de la elección de 2018 el debate de pronto se fijó en las deudas que había dejado el proceso. Sin duda éstas se visualizan en la desigualdad, la corrupción y la violencia en México. No hay forma de objetarlo, aunque sí de matizarlo. Sin embargo, más allá de ese punto, ha llegado el momento de entender que la democracia, entendida solo en su dimensión electoral o de los procesos para decidir el quién y no el cómo, no bastan para la satisfacción de la ciudadanía. Podemos hoy debatir sí el proceso de consolidación democrática, desde el ámbito institucional (entes públicos, derechos, garantías, etc.), se interrumpió, vive una suspensión o estamos en la definición política de un nuevo tipo de democracia para nuestro país, que ya no solo sea constitucional, sino también social en un sentido popular, o de plano estamos solo en una etapa más del proceso de consolidación democrática. Empero, uso estas páginas, para invitar a un nuevo enfoque de reflexión: para salvar a la democracia, encuéntrese en la etapa en la que se encuentre, no basta con definir, detenernos y garantizar el proceso de como definimos a quien gobierna y decide, sino también, y necesariamente esto va ligado al desencanto democrático, es importante fijarnos en el cómo se decide y cómo se gobierna. Para ello vale la pena un esquema para análisis y luego partir de la reflexión a la acción: en el proceso de transición a la democracia en México, podemos hablar de dos transiciones, una, cuya sustancia lo fue lo electoral, con varias generaciones de reformas en la materia (partiendo de 1963, hasta 2014) y otra, la segunda transición de la que aquí ya hemos expuesto, ésta cuya sustancia lo ha sido la rendición de cuentas como parte inherente a toda democracia en sentido liberal y constitucional, con cuando menos dos generaciones ésta: una, que comienza con la creación de la Auditoría Superior de la Federación y una más que dio origen al Sistema Nacional Anticorrupción. A ambas transiciones las abarca, contempla y explica, una más, la transición jurídica en el país, que implica la Reforma del Estado que ha vivido nuestro país, cuando menos desde la última década del siglo pasado hasta nuestros días. 

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Solo entendiendo estos conceptos, podremos partir a la acción que implica el ejercicio deliberativo que viene el próximo año y los relativos asuntos de interés y debate, como el plan C, la reforma al Poder Judicial y en sí, el rumbo que, desde sus instituciones, habrá de tomar nuestra democracia en el futuro.

@CarlosETorres_

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