Nueva York. Para Susan Meiselas, un fotoperiodista o documentalista debe captar algo diferente a lo esperado, irrumpir en la relación del espectador con el sujeto de la foto y ofrecer contexto. Considera que el desafío para los fotógrafos ante la saturación de noticias e imágenes hace que ésta sea la era del editor, del curador
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En una amplia entrevista exclusiva con La Jornada en su estudio, ubicado en lo que fue Pequeña Italia de Nueva York, la fotógrafa, presidenta de la Fundación Magnum desde 2007, y multigalardonada por su obra −el más reciente, este año con el Premio Sony de Fotografía Mundial por Contribución Extraordinaria−, abarcó desde la relación entre imagen y texto para documentar y reportar las preguntas que definen la fotografía documental hoy día.
Meiselas cuenta que inició captando las voces de la gente que participaba en lo que fotografiaba
, pero cuando se le presentó la oportunidad de ir a Nicaragua con la agencia Magnum, se encontró ante algo nuevo. No había ido a una escuela de fotoperiodismo o algo parecido, ni me consideraba fotoperiodista y, de verdad, aún no lo hago… Entonces, fui al campo, observé, capturé, traté de entender la dinámica de lo que ocurría
.
Reconoce que gozó al colaborar con reporteros.Donde me hacen falta los escritores es cuando he trabajado con quienes agregan y complementan, y juntos encontramos la nota, lo cual es diferente a que te indiquen qué nota quiere (el editor) que consigamos. Hay tensión ahí. Cuando empiezo, no sé realmente de qué se va a tratar, pero he tenido relaciones de trabajo maravillosas, profundas y largas con periodistas como Ray Bonner y Alan Riding, entre otros que estaban en México. No siempre trabajamos juntos, pero nos informamos entre nosotros, nos acompañamos a través de la historia. Siento que la generación emergente no tiene eso, a menos de que formen parte de un medio
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El trabajo de estos fotoperiodistas se limita a veces a tareas que no profundizan ni descubren algo, subraya. “Se determina la nota, se forma, y entonces seleccionas una imagen genérica, ya que es más barata, o envían a alguien a tomar el retrato de la persona con quien habló el reportero… Podrían ser enviados dos días después de que ya está redactada la nota. No quiero decir que soy antilustración, pero se pierde el sentido de compañerismo que sucede en situaciones muy complejas” entre fotógrafos y reporteros.
Al describir su tarea de fotógrafa, Meiselas explica: frecuentemente siento los límites, si no logro la composición que puedo captar en un marco, quiero que ese marco se contextualice de alguna manera
. Para ello, cuenta que a veces arma un miniensayo
fotográfico, o acompaña la imagen con citas y las voces de los fotografiados y sus alrededores.
Ir más allá de la foto
Un nuevo libro de sus imágenes publicado por Aperture incluye un elemento de video, con códigos QR para vincular las fotografías a videoclips, lo cual ofrece la presencia de las vidas de estas personas más allá de la foto
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Todo esto es parte del esfuerzo para “intentar interrumpir tu relación con esa imagen, tanto, que quiero que la veas y pienses: ‘¿qué está ocurriendo en el marco?’ Quiero que pienses sobre todo lo que está afuera de ese marco, lo cual incluye de qué manera procede la vida de la persona en la foto, y quiénes son después de que fue realizada”.
Al mismo tiempo, algo cambia al tener imágenes de todo en todas partes y disponibles de manera constante. ¿Qué nos estamos perdiendo? Sentimos como si no estuviéramos perdiendo nada, lo cual es una ilusión. Pensamos que ahora sabemos todo, que ni siquiera tenemos que ir a algún lugar, ya que estamos tan cerca de todo
, y eso tiene consecuencias.
Desde el tiempo terrible que se vive desde octubre (2023) en Gaza, me siento más cerca que nunca de la gente que está reportando desde ahí. Me siento conectada con personas ordinarias, no reporteros ni profesionales, sino con gente que cuenta sus historias por Instagram. Eso es extraordinario, pero esa ilusión de cercanía y conexión no me lleva a otro lugar. ¿Entonces qué? Eso es parte de nuestro problema… Hay muchos seguidores (en Instagram), pero, ¿adónde van y qué hacen? Aún no hemos entendido cómo canalizar todo eso. ¿Esas plataformas pueden crear comunidades de acción?
Señala que a diferencia de una guerra como la de Vietnam, ahora estamos viendo lo que ocurre desde el lado de las víctimas, pero seguimos sin ser capaces de hacer algo. Ese es el dilema moral más difícil: estar tan cerca como estamos a través de medios como el iPhone porque sabemos más, pero, físicamente, tenemos menos impacto sobre la situación. ¿Por qué? No sé
. Agrega: tenemos más información que nunca, más imágenes que nunca, pero la gente, pues no es exactamente que queden paralizadas, nos está apaciguando; no nos está empoderando. No sé
.
¿Estamos atontando a la población?
Con la saturación y accesibilidad de noticias e imágenes de manera constante, Meiselas se pregunta si estamos atontando a la población. No están escarbando más profundo para saber más. Me ocurre a mí: la diferencia de estar pasando de un titular a otro y pensar que sé algo versus qué tanto tiempo realmente estoy leyendo el periódico, esa cosa física donde me pierdo con cosas que no anticipaba leer, es la diferencia de ir a una biblioteca con estantes abiertos o ir sólo a pedir lo que ya sé que quiero; es algo fundamentalmente diferente
.
Al preguntarle sobre cómo algunos expertos dicen que ante el mar infinito de información, ésta es la era del editor
, ya que la gente necesita guías confiables, Meiselas dice que hay algo parecido con las imágenes y, por tanto, es la era del curador
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