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jueves, 28 marzo, 2024
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Un sueño político profundo (segunda parte)

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Dando continuidad al sueño político profundo que tuve la semana pasada, arribo a mi querido Zacatecas a inicios de los ochentas y encuentro una Ciudad Colonial impresionante, con unos faros de luz tenue color ocre, que resaltaban la belleza arquitectónica del lugar. Esta entidad federativa, en ese entonces, figuraba en el sótano del desarrollo a nivel nacional, estábamos hasta la Z y, obviamente, había mucha pobreza y marginación, lo cual contrastaba con la vocación priísta tan arraigada que se tenía; pasaban elecciones y aquí se distinguían por esa preferencia electoral como si se firmara un cheque en blanco a cambio de nada, sin exigir mejores cosas para Zacatecas y sin construir un mejor escenario para la población. En los hechos, se advertía que la clase política no cambiaba de partido, solo de posiciones políticas, ya que los mimos actores eran diputados, senadores, otra vez diputados, presidentes municipales, gobernadores o dirigentes del modelo del voto sectorial como la CTM, entre otras colectividades que emitían sufragios en bloque por el partidazo. Llega la administración de Miguel de la Madrid Hurtado y la devaluación del peso crece exponencialmente afectando severamente a los sotaneros del desarrollo a nivel nacional; en el caso zacatecano, principalmente a pueblos y comunidades del semidesierto en donde no había alternativas ni por equivocación. Gracias a los gobiernos priístas, y solo desde Luis Echeverría Álvarez hasta Miguel de la Madrid, el tipo de cambio pasó de $12.50 a $2.290.00; solamente con De la Madrid el peso se devaluó, en los primeros tres años, 643% (seiscientos cuarenta y tres por ciento), lo cual impactó gravemente a la economía del pueblo de México, lo malo es que muy pocas voces se escucharon y muy limitadas manifestaciones presentaron sus consignas; los medios de comunicación hablaban de otra cosa, el clero proponía la salvación perpetua, los ricos se hacían cada vez más ricos, los jodidos seguían siendo más y comían menos. Las administraciones priístas llevaban al país al despeñadero junto a muchas personas que, incluso, se suicidaron, al ver sus deudas impagables y eternas. Yo trabajaba, en ese entonces, como cerillo del único centro comercial importante que había en Zacatecas que era La Quemazón, lugar donde trabajaba mi querido padre como empleado, y cuyo salario jamás alcanzó para costear las necesidades de una familia de cinco integrantes; se debía colegiatura, rentábamos una casa donde se iba la luz y el agua, y pues las necesidades eran muchas, al igual que las de mis recientes amigos y sus familias. Antes se decía, por estos rumbos, estamos bien jodidos pero bien seguros, ya que podíamos andar libremente por las calles sin ser molestados, o bien, te subías a los camiones amarillos, y cuando más fregados, al de color café que te llevaba de la Díaz Ordaz hasta el parque La Encantada; no había más, la central de autobuses estaba en el lugar de la plaza bicentenario. Dentro del gabinete del mentado De la Madrid, estaba un personaje funesto como secretario de Programación y Presupuesto llamado Carlos Salinas de Gortari a la postre, elegido como Presidente de México el 6 de julio de 1988, bajo unas elecciones, a todas luces, manipuladas, sucias y perversas, con todo y la caída del sistema orquestado por Manuel Bartlett Díaz (Secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid; Secretario de Educación con Don Carlos, e incomprensiblemente, Director General de la Comisión Federal de Electricidad con el gobierno actual). Don Carlos orquestó muchas situaciones adversas para el país, nos engañó, le quitó tres ceros al peso para que no se viera lo grave de la inflación, nos llevó a solventar las deudas de los bancos, expropió todo lo que pudo y robó lo que alcanzó. Era tal el grado del engaño que hizo, que se candidateaba, a nivel internacional, para un puesto en la ONU, lástima que en el último año de su gestión y, a la par de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, se levantan en armas los indígenas de Chiapas, mostrando al mundo una radiografía de país que no correspondía con los espejitos que vendía Don Carlos en el ámbito mundial; en su periodo creció el narcotráfico y fueron asesinados Luis Donaldo Colosio (23 de marzo de 1994) y José Francisco Ruiz Massieu (28 de septiembre de 1994) al igual que otros personajes de renombre como el Cardenal y Obispo de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo (24 de mayo de 1993), que según por parecerse a El Chapo. El país era un caos desde varios aspectos, el control mediático seguía, aunque el clero ya no estaba muy conforme…sigo la semana que entra. 

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