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lunes, 21 abril, 2025
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TRUMP: “La tendencia a disminuir al adversario” (Gramsci)

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Por: Arturo Romo Gutiérrez •

El lunes 20 de enero rindió protesta como presidente número 47 de los Estados Unidos de América el C. Donald Trump.

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Su discurso no sorprendió a nadie. Fiel a su tendencia de tratar de disminuir a sus reales o potenciales adversarios, reiteró, en tono amenazante y triunfalista a la vez, lo declarado durante y después de su campaña electoral: se apoderará de Groenlandia por medio de la negociación o por la fuerza; recuperará el control del Canal de Panamá; hará de Canadá el estado 52 de la Unión Americana; declinará la pertenencia de los E.U. al Acuerdo de París y de la OMS; modificará el nombre del Golfo de México, en lo sucesivo se le conocería como Golfo de América; enviará militares para cerrar la frontera Sur; deportará a millones de inmigrantes indocumentados; restablecerá el programa “Quédate en México”; analizará imponer aranceles de 25 % a los productos mexicanos y canadienses que ingresen al mercado estadounidense y adjetivará como organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos. (Cabe cuestionar ¿Cómo se debería nombrar a los cárteles gringos y a los que proporcionan las armas a los terroristas? Rayuela, La Jornada).

La mayoría de esas declaraciones ya han sido objeto de “órdenes ejecutivas”. Dejaron de ser simples amenazas para convertirse en acciones agresivas directas.

El de hoy, es el mismo Trump que ocupó la presidencia hace ocho años, el conocido personaje que concentra en él y en su círculo cercano de colaboradores, lo esencial de todas las doctrinas intervencionistas que acuño el Imperio a lo largo de su historia: Destino Manifiesto: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto consiste en extendernos por todo el continente, que nos ha sido asignado por la Providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno” (John L. O. Sullivan, embajador de los Estados Unidos en Portugal, 1874). “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente” (William Taft, vigésimo séptimo presidente de los E.U., 1909-1913).  Policía del Mundo y Big Stick: “Speak softly and carry a big stick; you will go far. Habla suavemente y lleva un gran garrote; así llegarás lejos”. Corolario de la Doctrina Monroe: América para los americanos: (Coronel Theodore Roosevelt, dos veces presidente de los Estados Unidos, 1901-1909). “No veo porque deberíamos habernos quedado de brazos cruzados mientras que un país del hemisferio occidental amenazaba con pasar a manos del marxismo, simplemente por la irresponsabilidad de su pueblo” Impúdica declaración de Henry Kissinger (1973) admitiendo la paternidad del gobierno americano en el golpe de estado perpetrado contra Salvador Allende. Doctrina de la Seguridad Nacional: Derecho que se atribuye Estados Unidos de declarar la guerra a otro u otros países que, a su juicio, representen una amenaza a su seguridad nacional, o estén en peligro de “caer en el comunismo” (George W. Bush, hijo, dos veces presidente de E.U. 2001-2009, y Pentágono).

Las cosas se ven ahora con toda claridad: los desplantes del magnate norteamericano, no son ocurrencias de un político desquiciado, sino el reflejo fiel del propósito que anima al reducido grupo poseedor del 50 por ciento del producto bruto mundial y brega desesperadamente por lograr la prevalencia del imperio norteamericano, hoy en grave estado de descomposición y urgido, por lo tanto, de un espacio vital que propicie su recomposición, no importa si ello implique imponer condiciones económicas oprobiosas e inclusive arrebatar territorios a los países débiles, “amigos”, aliados o vecinos. 

¿Será fácil a ese imperio declinante lograr sus malévolos propósitos?

Nada fácil, el camino a recorrer está plagado de obstáculos formidables y el que Hosbawm describió, es, sin duda, el de mayor calado: “Resulta imposible saber cuánto durará la supremacía de Estados Unidos. Lo único de lo que podamos estar ciertos es de que será un fenómeno temporal, como lo han sido todos los imperios… (Sin embargo) Hay razones internas que explican por qué el imperio estadounidense no puede durar, y la más inmediata es que la mayoría de los estadounidenses no están interesados en el imperialismo ni en la dominación mundial…lo que les interesa es lo que ocurre en su propio país. La economía estadounidense está tan desmejorada que en algún momento el gobierno y los electores decidirán que es mucho más importante concentrarse en la economía que emprender aventuras militares en el extranjero… (más aún) si se tiene en cuenta que esas intervenciones correrán a cargo de los propios estadounidenses…” (Guerra y Paz en el siglo XXI).

¿Cuáles son los asuntos que interesan verdaderamente a los estadounidenses? El Senador Bernie Sanders los refiere: el carísimo sistema de salud, privilegio exclusivo de los ricos, el alto costo del alquiler o adquisición de una vivienda, el salario mínimo que se considera insuficiente y debería elevarse para satisfacer las necesidades básicas de las familias de los trabajadores, la pérdida constante del poder adquisitivo del ingreso, que se agravaría si se imponen aranceles elevados a los productos de importación o reducen los impuestos a los contribuyentes multimillonarios, pues en ese caso la carga impositiva se transferirá a los sectores medios.

Son los descritos, temas de altísima importancia para los estadounidenses a los cuales Trump ni siquiera mencionó.

Que experiencia tan sorprendente nos aporta el comportamiento de los electores estadounidenses: el autoritarismo acunado por votaciones democráticas. ¿Acaso podría hacerse realidad la premonición de W.L. Shirer? “Es muy probable que seamos el primer pueblo que se vuelva fascista por votación democrática”. 

Veamos ahora el panorama internacional que el magnate parece haber ignorado:

Los vientos que soplan en el mundo no son propicios al desenvolvimiento tranquilo de la lógica del imperialismo: acumulación, reproducción acelerada y redistribución discrecional del capital. Las resistencias contra los abusos de las élites opulentas brotan en todo el orbe y cada vez con mayor virulencia. El poder del Imperio se ve afectado de incertidumbre

Se acentúa en todas partes un sentimiento anti yanqui. Lo constató George Bush hijo y por ello lanzó esta inocente pregunta: “¿Por qué nos odian tanto a los norteamericanos?” La respuesta brotó por sí sola, pero es preciso aclarar que el antiimperialismo no lo es contra el pueblo norteamericano, productor de casos ejemplares de inteligencia, ingenio, nobleza y creatividad, sino contra el horrendo sistema que lo representa.

Concluyeron los tiempos del pensamiento único y el cobijo cómplice de su potencia inapelable: el mundo camina sobre una nueva correlación de fuerzas, florece una realidad tripolar: China, Rusia y Estados Unidos (Léase a Jalife): Si bien es cierto que los Estados Unidos predominan en el ámbito espacial, satélites y redes, China no le va a la zaga, lo mismo que en recursos materiales y tierras necesarias para un nuevo desarrollo científico y tecnológico, y Rusia, en lo militar, que va adelante.

Por consiguiente, si en el ámbito de las relaciones internacionales no fuesen suficientes los oficios diplomáticos para lograr acuerdos razonables entre el Norte y el Sur, o entre las naciones de una y otra regiones ¿Qué hacer para enfrentar las complejas circunstancias que podrían presentarse si continúan las agresiones y amenazas del inquilino temporal de la Casa Blanca? 

Recurrir al sentido común y replicar lo mejor de las experiencias liberadoras:

I Vigorizar los lazos de solidaridad y entendimiento que unen entre sí a los pueblos en vías de desarrollo y estrechar los vínculos de éstos con las grandes potencias progresistas de Asia, Euroasia, Europa y Oriente Medio, siguiendo el ejemplo del Movimiento de Países No Alineados.

II Conformar una gran alianza de carácter político, económico y militar entre todos los países en vías de desarrollo, y establecer la obligación de los miembros que la suscriban, de poner en marcha las medidas conducentes a la salvaguarda de fronteras, soberanías y derechos de autodeterminación.

III Apoyar al BRICS, que avance la brillante alternativa revolucionaria al dólar.

III En América Latina, de México hasta la Patagonia (con disculpas de por medio a Milei, el amoroso esbirro del magnate norteamericano, a Bukele y a Noboa), consolidar a la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en su función de centro de una gran alianza económica, política y social conformada por los 33 estados que constituyen la región, añadiéndole el hoy obligado factor militar. 

IV En México, conformar el Frente Patriótico por la Defensa de la Soberanía Nacional, haciendo a un lado a los polkos de nuevo cuño, los Salinas Pliego, los Gilberto Lozano (FRENAA, FEMSA) y, en general, a todos aquellos que llaman a desmembrar a México o claman por la intervención extranjera, que deberían ser catalogados como traidores a la Patria. 

No olvidemos, los mexicanos, que tenemos el deber de pelear simultáneamente dos batallas: una para lograr y enseguida consolidar los más altos objetivos de la cuarta transformación, y otra, para defender la soberanía y el derecho de autodeterminación de la nación. 

Muy pronto, el Sr. Trump se dará cuenta de que no es aconsejable -y menos en política- tratar de menospreciar al adversario.

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