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viernes, 26 abril, 2024
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Mariana Terán Fuentes:

Lo que menos ayuda para la comprensión de la historia es colocar etiquetas que se vuelven camisas de fuerza

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Por: Xol Hernandez •

La Gualdra 553 / Historia / Entrevistas

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

El pasado 8 de noviembre se llevó a cabo en la CDMX la ceremonia solemne de recepción como Académica Corresponsal en Zacatecas de la doctora Mariana Terán Fuentes. En este evento Mariana Terán dictó su discurso titulado «Hombre de luces, razón y talento. Carlos María de Bustamante y sus lazos con Zacatecas». La Dra. Josefina Zoraida Vázquez y Vera dio respuesta al discurso, ante la presencia del Dr. Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia.

 

Jánea Estrada Lazarín: Acabas de dar tu discurso de ingreso formal a la Academia Mexicana de la Historia ¿qué significa esto para tu carrera profesional? ¿Imaginaste algún día este momento cuando decidiste estudiar historia?

Mariana Terán Fuentes: Claro que una nunca imagina eso cuando se decide dar inicio a un camino. En el Colegio de Michoacán no aceptaron mi solicitud para la Maestría en Historia por no ser historiadora y me orientaron a la Maestría en Estudios Étnicos y del Lenguaje porque mi formación en Sociología apuntaba más para esa dirección. Cuando Pepe Román creó el Doctorado en Historia con especialidad en la colonia (con apoyo del INAH y del Gobierno de Zacatecas), por circunstancias insospechadas, Édgar y yo consideramos que podía ser una excelente oportunidad para continuar nuestra formación académica. Así que nos inscribimos y fuimos alumnos en el mejor lugar de estas tierras: en el Museo de Guadalupe. De esto hace más de veinte años. Ahora que los profesores Josefina Zoraida Vázquez y José Antonio Serrano Ortega me postularon para la corresponsalía nacional en Zacatecas de la Academia Mexicana de la Historia, realmente fue toda una sorpresa y me siento profundamente honrada y agradecida por tan alta distinción.

 

JEL: Elegiste, para tu discurso de ingreso, hablar de Carlos María de Bustamante. Me gustaría que pudieras hablarnos de cuál consideras que es su trascendencia en la historia de este país…

MTF: Bustamante y tantos otros fueron quienes armaron a esta nación. Elegí a Bustamante por su continuo lazo con el estado de Zacatecas. Su relación fue contrastante y por eso me pareció que podía ser un buen tema para mi discurso de ingreso formal a la Academia Mexicana de la Historia. Esa relación a veces fue tersa y otras francamente conflictiva. Pude haber dado el discurso en torno al federalismo y centralismo desde Zacatecas, pero preferí el contrapunto con un oaxaqueño, ilustrado, con una pasión fuera de toda duda y, además, ese oaxaqueño, historiador. Así que me ayudó a descubrir que al menos dos de sus obras como las Campañas militares de Félix María Calleja, publicada en 1828 y su Diario Histórico de México tuvieron una relación con nuestra entidad: la primera dedicada a Zacatecas y la segunda heredada al Colegio franciscano de Guadalupe.

Creo que esto debería hacerse mucho más visible para los zacatecanos y para quienes visitan la Biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador y se enfrentan con una vitrina que guarda los volúmenes del Diario Histórico.

Estas relaciones me permitieron, por otro lado, encontrar nexos más allá de la muerte: el Diario… dio inicio en 1805 bajo la autorización del virrey José de Iturrigaray; Elías Amador tuvo la genial idea de arreglar la edición del Diario y la propuso al gobierno de Zacatecas en 1895; casi un siglo después, Josefina Zoraida Vázquez y Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva lo digitalizaron con el auspicio de El Colegio de México. Lo que me impresionó fueron los cruces en un lapso de doscientos años reconociendo entre Zacatecas y Carlos María de Bustamante una relación fecunda que llega a nuestros días.

 

JEL: En ese sentido, dime por favor, qué coincidencias y divergencias ubicas entre Lucas Alamán y Carlos María de Bustamante…

MTF: La principal divergencia radica en su concepción respecto al liberalismo. Ambos lo fueron, pero distaron en la forma en que debía implementarse para armar la república mexicana. Cuando me puse a leer a Alamán hace no muchos años, me tacharon de ¡conservadora! Porque así se le había encajonado en esa etiqueta y, por cierto, considero que lo que menos ayuda para la comprensión de la historia es colocar etiquetas que se vuelven camisas de fuerza; por el contrario, la historia de la historia mexicana, es decir, la historiografía, ha eliminado esos estancos separados proponiendo marcos de interpretación más explicativos y comprensivos dejando atrás el discurso de los adjetivos. Tanto Bustamante como Alamán buscaron consolidar las instituciones republicanas, llamaron a la república, confirmaron que lo mejor era una forma de gobierno republicana central. Los dos se fueron a la yugular al publicar sus opiniones sobre los excesos de la forma federal, criticaron el papel que entonces tenían los gobernadores y los congresos estatales, apuntaron que tendrían que consolidarse las instituciones como una Hacienda pública nacional, de lo contrario, el riesgo más evidente se encontraría en la fragmentación de la nación. Mientras que don Lucas Alamán criticó que los constituyentes mexicanos hubieran copiado “servilmente” la constitución gaditana de 1812, Carlos María de Bustamante insistió en que las diputaciones provinciales (germen del federalismo) se habían convertido en las “madrastras de la nación” dándole el tono y la dirección al congreso. Así, que la pregunta es excelente, Jánea, porque permite acercarse a los rasgos comunes y a las diferencias de dos hombres de luces, razón y talento.

 

JEL: El siglo XIX, digamos, es un siglo cuya historia es más que evidente que te apasiona… ¿Qué acontecimientos importantes ocurrieron en ese siglo que pueden explicarnos nuestra realidad el día de hoy?

MTF: Todo. Si asumimos que la historia ayuda a comprender nuestro presente, entonces todo lo que pasó, ayudó a determinar lo que hoy es México. Solo aludo a varios aspectos: hoy seguimos siendo una república, con las voces de representativa, popular, federal. Lo somos, pero diferente. El federalismo mexicano, sin caer en explicaciones evolutivas que van de menos a más o de lo simple a lo complejo, ha representado una potente y viable manera de armar pactos para anudar una nación. Quien lo analizó y ofreció una excelente explicación fue Marcello Carmagnani a lo largo de su obra y en particular, en su capítulo “Las formas del federalismo” que reeditamos en 2005. Esa nación estuvo a un paso de fracturarse en varios momentos: 1823, 1847. Sin embargo, esos momentos hicieron considerar pesos y contrapesos y la importancia de mantener a salvo los vínculos de la asociación. Lo que puedo apreciar es la alta capacidad que se ha tenido para expresar al federalismo en varios momentos, a veces lo he llamado “las oscilaciones del federalismo mexicano” en donde pesa más el poder regional otras el poder federal; o cómo ese poder regional ha sido indispensable para la consolidación de un centro de unidad. No se podría explicar el presidencialismo mexicano sin la confluencia de las regiones. Cuando vemos que el centro se impone, sugiero ver detrás de esa primera imagen y analizar tras bambalinas, es decir, qué hizo que ese centro lograra imponerse, y ahí, por supuesto, están las regiones. Como ves, no te respondí, pero tu pregunta me sirvió para reflexionar sobre esta relación centro-regiones.

 

JEL: Además del federalismo, otro de tus temas de investigación son los sermones guadalupanos… recuerdo ahora tu tesis doctoral, por ejemplo. ¿Consideras que se ha ido modificando o reconfigurando culturalmente el fenómeno guadalupano en nuestro país? ¿Cómo leerlo a la luz de nuestros días?

MTF: La época dorada del sermón, sin lugar a dudas, fue el del esplendor novohispano barroco. Carlos Herrejón analizó la cuantiosa producción de piezas sermonarias y llegó a la conclusión que se trató del género literario de mayor peso. Yo analicé al sermón guadalupano elaborado por distintos predicadores con residencia en Zacatecas y descubrí un mundo de contrastes, de magníficas plumas que se engolosinaron con las analogías y las formas barrocas; cuando los leía escuchaba al mismo tiempo las invenciones y fugas de Juan Sebastian Bach, se trataba de la misma lógica, el contrapunto. Los sermones fueron perdiendo fuerza, el siglo XIX prefirió las oraciones patrióticas y discursos cívicos que se asentaron en la estructura narrativa del sermón. El peso del predicador quedó en el pasado. El púlpito dejó de usarse y fue sustituido en el siglo XX por el micrófono. Las piezas sermonarias dejaron de imprimirse, salvo algunas excepciones. Esto habla de que las ritualidades católicas se han transformado y también las creencias. El guadalupanismo es un fenómeno sociológico de larga duración. Edmundo O´Gorman en su Destierro de sombras dio cuenta de la inexistencia de fuentes en torno a la aparición de María en el Tepeyac y, sin embargo, confesó en sus primeras páginas que su abuela era devota de la virgen de Guadalupe. Este es el acontecimiento que se ha prolongado de manera centenaria y traspasado fronteras políticas y administrativas. Sin embargo, la sociedad se ha diversificado en términos culturales y aquí, puede confirmarse que el guadalupanismo ha permanecido, pero también ha sido negado o combinado. Las combinaciones con otros símbolos y referentes culturales son excelentes universos para su análisis.

 

JEL: Llegaste a Zacatecas hace casi 30 años a trabajar a la Universidad Autónoma de Zacatecas y te has manifestado reiteradamente como una orgullosa universitaria… Háblanos de la UAZ, de cómo la ves en los próximos 10 años…

MTF: En enero de 1993 Édgar y yo llegamos a trabajar a la UAZ, invitados por el entonces director de la Facultad de Humanidades, el filósofo Marcelo Sada. Al principio fue muy difícil, he de confesar, porque traíamos otras dinámicas académicas, como las de El Colegio de Michoacán. Después fuimos entendiendo el ritmo particular de esta universidad, tan distinta a la de Aguascalientes en donde habíamos realizado nuestra inicial formación. La UAZ nos llegó a parecer en momentos caótica, desordenada, con varios grupos políticos, pero al mismo tiempo un espacio que podía permitir la creación académica. La UAZ ha sido para mí un espacio de creatividad. Cuando pomposamente referimos el derecho a la libertad de cátedra, remito de inmediato a esta universidad: hemos gozado de ese derecho que a veces parece más un privilegio: avanzar en el conocimiento de la historia, por ejemplo, es un privilegio; recuperar los hallazgos de los archivos históricos y enmarcarlos en explicaciones que no son más que acercamientos es un privilegio. Tener la oportunidad de formar a nuevas generaciones ha sido para mí una enorme responsabilidad. En la UAZ no hay checadores de hora de entrada ni de salida, pero puedo asegurar que por la UAZ me he desvelado. He participado en procesos electorales y puedo decir, a estas alturas, que agradezco no haber sido beneficiada con el voto de los universitarios; sin embargo, cuando estuve a cargo de la Maestría y Doctorado en Historia, se logró consolidar ambos programas en el padrón de excelencia del CONACYT. Ahora, desde otros programas como el Doctorado en Estudios Contemporáneos y la Licenciatura en Estudios Culturales Mexicanos mantenemos el compromiso. Todos más viejos, pero más experimentados. Hay un compromiso inquebrantable de Édgar Hurtado, René Amaro, Marcelino Cuesta, Arturo Burciaga, Eduardo Jacobo, Martín Escobedo, Adriana Rivero, José Enciso por sacar adelante estos dos nuevos programas. Corrimos el riesgo y eso solo puede hacerse en un espacio como la UAZ. Lo que sí puedo sostener a los 30 años de haber ingresado como profesora, es que lo más difícil es lograr un fraternal ambiente de trabajo y eso, en mi opinión, lo hemos logrado.

 

JEL: Tu vida ha estado permeada por influencias artísticas desde lo familiar, me gustaría que nos hablaras de eso, de qué manera todas estas influencias han permeado en la construcción de tu vida profesional. ¿El trabajo sistemático viene de ahí? ¿Es un arte para ti?

MTF: Nací y crecí en un ambiente familiar de aprecio a las artes, en particular a la música y a la literatura. Institutos culturales, paseos a museos, visitas al cine con mi madre, feriales, lecturas con mi papá, viajes con hermanos, juegos, caminatas por hermosas avenidas como la Hidalgo con mis hijos, nieto y Édgar, largas bohemias en donde de pronto todo cuadraba, representaron ese universo cultural del que siempre seré parte. El trabajo “sistemático” no sé si venga de ahí, pero ese trabajo tiene muchas deudas con ese mundo. No lo puedo disociar, la construcción de un modo de ver y sentir la vida o, como dice Genaro Zalpa, un modo de vivir, ser y creer, resulta de extrañas mezclas, de caminos insospechados, de encuentros con hombres y mujeres que se vuelven definitivos en nuestras vidas. Esas extrañas mezclas se han convertido en un verdadero caleidoscopio. Aunque resulte evidente mencionarlo, con quienes han sido definitivos en mi vida, de distintas generaciones, creencias y esperanzas, con ellos, siempre me mantendré a su lado.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_553

Diario Histórico de Carlos María de Bustamante. Biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador. Foto de Santiago Hurtado.
Mariana Terán Fuentes.
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