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viernes, 18 abril, 2025
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Educación transhumanista: La libertad y la dignidad humana: una visión desde la bioética

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Por: La Gualdra •

La Gualdra 657 / Humanidades / Bioética / Educación

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Por Elena Anatolievna Zhizhko

 

En la antropología filosófica se distinguen cuatro grandes tendencias en la visión sobre la esencia del hombre: equilibrio con Dios, constructivismo, de-construcción y transhumanismo. Así, en la Antigüedad y la Edad Media, se demuestra la grandeza y el valor del hombre cuando se encuentra en equilibrio con Dios, comprendiendo al Otro, tratando a otras realidades existentes con respeto. Según Aristóteles, lo que caracteriza al hombre, es la inteligencia que viene de afuera. Thomas de Aquino decía que en el hombre todo es personal, su alma eleva a su cuerpo al nivel del ser personal; la dignidad del hombre se refiere a lo absoluto. En palabras de Buenaventura, el ser personal, es el grado supremo de las realidades existentes. La condición de persona indica dos rasgos: su singularidad y su dignidad (Esser, 1976). 

La Modernidad y la Revolución Industrial inducen al hombre a centrarse en sí mismo, defendiendo la superioridad del ser humano, ya que está por encima del resto de las realidades existentes. En el siglo XVII, Blaise Pascal apuntaba: “El hombre está a una distancia infinitamente infinita por encima del animal”. Esta tendencia llega a un “humano centrismo” exclusivo y obsesivo en el siglo XIX. Así, Nietzsche expresa la insatisfacción radical con que el hombre es demasiado poca cosa: “[…] el humano es demasiado humano”, hay que “re-hacerlo”, construir un superhombre. Así, surge el enfoque constructivista en la antropología filosófica (Lario Ladrón, 2005). Ya en el siglo XX, la respuesta de Foucault a pretensiones de los constructivistas fue que “[…] la promesa del superhombre significa sobre todo la inminente muerte del hombre”; el hombre deja de ser persona, el ser se rechaza, cae en el olvido; para construirlo, primero hay que de-construirlo (Castro Orellana, 2005).

Finalmente, a inicios del siglo XXI, se desarrolla el transhumanismo basado en la idea de que el ser humano ya no es valioso por sí mismo, sino que es preciso enriquecerlo, educarlo, formarlo para que se convierta en Persona, como desde los siglos XVIII y XIX sugerían, entre otros, Goethe y Saltykov-Shchedrín: “[…] a los hombres hay que tratarlos mejor de lo que son, porque si no, los haremos peor de lo que son” (Goethe, 2016); hay que evitar que el hombre “trague a la persona”, que nos convirtamos en las sombras de nosotros mismos (Saltykov-Shchedrín, 1954).

El hombre y la máquina. Tomado de Ethic.es 2021
El hombre y la máquina. Tomado de Ethic.es 2021

Los transhumanistas parten de que, a diferencia del hombre de los tiempos industriales que trabajaba en las empresas pesadas dedicando muchas horas y esfuerzo físico para poder satisfacer sus necesidades básicas y no tenía la oportunidad de cultivarse, la tendencia global del mundo postmoderno y postindustrial es que las personas se ocupan en su mayoría en la “economía creativa”, en los sectores económicos de servicios que muchas veces requieren altos grados de preparación profesional. A esta nueva generación, ya no la satisface sólo el bienestar económico, busca autorrealizarse, ser “sí mismo”, tener confianza y seguridad en sí mismo, anhela vivir en libertad y con dignidad.

Una de las disciplinas transhumanistas, la bioética, relaciona los rápidos cambios en la ciencia y desarrollo de tecnologías con los cambios culturales en nuestros tiempos: la “destradicionalización de los mundos de la vida”, “dislocamiento moral” o modificación de nuestra experiencia moral, una crisis de los valores de la tradición ético-moral occidental (Neves Pinto, 2015). De ahí que exista la necesidad de reformular los problemas morales, jurídicos y políticos de nuestra sociedad. La propuesta de bioética es impulsar una cultura secular plural que implique coexistencia de una gama amplia de ideologías minoritarias, religiones, valores, etc., y en la cual el denominador común para toda esta diversidad sea la dignidad humana (Engelhardt, 1995).

De ahí que se puede hablar de la nueva tendencia pedagógica: la educación transhumanista, cuyo objetivo es la formación del ser humano que aspira a fomentar los valores de la libertad y la dignidad en condiciones de la interculturalidad.

 

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