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sábado, 19 abril, 2025
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Deleitarse con Suplicio

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Por: La Jornada Zacatecas •

La Gualdra 653 / Libros

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Por Jorge Márquez*

 

Lo primero que hay que decir es que Suplicio, la nueva novela de Esteban Ascencio, tiene la suficiente fuerza para mantener el interés del lector hasta el final (cosa cada vez más difícil de conseguir en un tiempo en el que los medios digitales están a punto de sepultar al lector de largo aliento), debido al inteligente tratamiento de la tensión y el ritmo narrativos. Veo en ella, además, una clara filiación expresionista que no hace más que refrendar el interés que el autor siempre ha manifestado por los escritores alemanes de entreguerras. Lo deforme, lo grotesco, el doppelgänger, lo extraño (ese unheimlich que tan bien analizó Freud a partir de Hoffmann) encarnados en un personaje para el que toda esperanza está cancelada; alguien que se mueve no en los linderos de la marginación sino en los de la degradación humana (que no es lo mismo) tienen aquí un lugar privilegiado.

Si consideramos la lógica de los posibles narrativos de Claud Bremond, en la que el francés plantea, entre otras cosas, que todo relato, para serlo, debe estar en relación con un proyecto humano que se articula en una serie temporal que obedece a una estructura, y que en virtud de que favorezcan u obstaculicen dicho proyecto, los acontecimientos pueden clasificarse en “mejoramiento a obtener” y “degradación previsible”, tenemos ya manera de determinar, en principio, a qué línea de acontecimientos pertenece Cardenio, protagonista de la novela. Pero la cuestión no queda ahí. El mismo Bremond indica que en un relato pueden alternar fases de mejoramiento o de degradación, cosa que en Suplicio no sucede: en el infierno personal del personaje no hay lugar para la redención toda vez que su trayectoria narrativa está signada por la ausencia de proceso de mejoramiento. Muy por el contrario, a medida que la historia avanza, el protagonista se precipita en una pendiente que conduce a la precariedad y en la que no existen los botones de pánico ni las salidas de emergencia. 

En este concierto, la figura del doppelgänger es fundamental. La condición física, laboral, social de Cardenio, ya de suyo lo hacen un individuo marginado. Pero ese otro ser oscuro que lo habita, y que se manifiesta a través de una voz imperativa que entra y sale a lo largo del texto, lo lleva, justamente, hacia ese desbarrancadero existencial en el que se ha convertido su vida. De ahí se desprende una suerte de patetismo aleccionador, catártico, en el que queda claro que la degradación humana va más allá de la marginación.

En este sentido, creo que la novela tiene una enorme vigencia, y pienso que no es gratuita la vena expresionista que la habita, no sólo por las filias literarias del autor, sino por el momento histórico que vive el mundo. Pese al optimista pronóstico de Yuval Noah Harari cuando apunta que una importante característica del siglo XXI habrá de ser la considerable disminución de los enfrentamientos entre seres humanos a gran escala, el hecho es que la Guerra (con mayúscula) está de nuevo entre nosotros. La propia humanidad atentando contra sí misma bien podría mirarse en el espejo de Cardenio. La desesperanza, parafraseando a José Carlos Becerra, recorre nuevamente las islas. Nos topamos una vez más con ese otro oscuro que somos nosotros mismos, nos reconocemos en él, a pesar de todo, y eso lleva a la desazón y a esa historia circular que parece una pesadilla o que, al igual que en el caso de Cardenio, nos impide distinguir entre el sueño y la vigilia, la realidad y lo que se aleja de ella.

Por último, no quisiera dejar de mencionar un elemento intertextual sumamente importante en la novela y que, de la misma manera que el influjo expresionista, habla de las identidades estéticas de Esteban Ascencio. Me refiero a la música de Gustav Mahler. 

En cuanto a la estructura externa del libro, anteponer movimientos 1, 2, 3, 4 y “Rapsodia” respectivamente a los nombres de los cinco capítulos que lo conforman evidencia ya un estrecho vínculo con la música. Pero nuestro autor es más puntual.

Por un lado, Cardenio es un ferviente admirador del músico alemán, hecho que complejiza al personaje, toda vez que se trata de un mozo de oficina. Pero al mismo tiempo, este contraste pone énfasis (y de ahí la inteligencia en el trazado de la trama) del proceso de degradación que experimenta y al que nos hemos referido en un principio. Por otro, valdría la pena que el lector probara la lectura de alguno de los capítulos de Suplicio (¿quizá el cuarto?) al tiempo que tiene de fondo el cuarto movimiento de la 6ª Sinfonía de Mahler, o bien, ya para el último capítulo del libro, el Adagio de la 9ª, para captar el profundo grado de conexión con la obra del compositor vienés. 

Como sea, para lectores de toda laya y estilo, de cualquier manera, será un deleite Suplicio, la nueva novela de Esteban Ascencio.

 


Jorge Márquez ha publicado seis libros de poesía, Asir y atar (BUAP), 3D (Ediciones Sin Nombre), Eulisys Zen (Leviatán), Introducción a la Multipolaridad (Valparaíso), Christkind Tsunami (Leviatán) y Cuaderno ámbar (Alcorce). Es, además, Doctor en Literatura Hispanoamericana y su trabajo poético y ensayístico ha sido publicado en revistas como La otra, Buenos Aires Poetry, Periódico de poesía de la UNAM, Nexos, Círculo de poesía, Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales, Marmórea, Dosfilos, entre otras.

 

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