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miércoles, 24 abril, 2024
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Una novela de no ficción

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

El 9 de diciembre de 2005, en el programa “Primero Noticias”, desde allá por la carretera a Cuernavaca, se transmitió en vivo la captura de los supuestos líderes de la banda denominada “Los Zodiaco”. En febrero 10 de 2006, Genaro García Luna, titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) sostuvo que en la operación para rescatar a las víctimas no hubo prensa, y por petición de los medios de comunicación se recreó el hecho. Pero no hubo montaje, declaró el procurador general de la república Daniel Cabeza de Vaca: “lo único que hemos tratado nosotros es, en primer lugar, de servirlos a ustedes como medios informativos”. Si se busca el video en la red se puede apreciar a los agentes de la AFI ingresando, como en los mejores episodios de CSI New York (primer episodio 22 de septiembre de 2004, último 10 de mayo 2013) a la “casa de seguridad” ubicada en el rancho “Las Chinitas”. Capturan a los supuestos criminales y muestran las armas que utilizaban para, presuntamente, secuestrar a sus víctimas. Según la opinión experta de José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador en delincuencia organizada, ese montaje o recreación carecía de incidencia jurídica alguna sobre las investigaciones. Es bien sabido el destino de García Luna: un 10 de diciembre de 2019 fue detenido en Dallas, Texas, acusado de aceptar sobornos de narcotraficantes y de perjurio. También se conoce el desenlace de los casos de Florence Cassez e Israel Vallarta, los presuntos líderes de la peligrosa banda “Los Zodiaco”: la francesa fue liberada el 23 de enero de 2013, mientras que Israel Vallarta continua preso. No sólo de los barrotes del penal, sino de las ambigüedades que lo circundan porque, en septiembre de 2021, el secretario de gobernación Adán Augusto López declaró que: “no entrará dentro de las personas beneficiarias de las liberaciones a presos” porque “no se ha acreditado tortura” (“Israel Vallarta se quedará en la cárcel: no será beneficiado por las liberaciones propuestas por AMLO” El financiero, 14/septiembre/2021 ), mientras que el lunes 27 de junio de 2022 el presidente de la república, Lic. Andrés Manuel López Obrador, sostuvo que: “Le pedí a Adán que lo atendiera y se va a resolver este caso, son de los asuntos que no vamos a dejar sin atención, vamos a llegar al fondo” (“Israel Vallarta ya debería estar en libertad: AMLO” El Sol de México, 27/junio /2022). Todo lo anterior son datos conocidos, algo novedoso es la resurrección del caso por Jorge Volpi en su obra “Una novela criminal”, que antes de salir al mercado ya había ganado los 175 mil dólares del premio Alfaguara 2018 (“Jorge Volpi gana el premio Alfaguara con “Una novela criminal”” El País, 31/enero/2018). Por motivos ignotos, Volpi insiste en denominar a su trabajo “novela sin ficción”. Si fuese una novela, así sin más, sería un trabajo de ficción. Una invención del autor. Pero, sin más justificación, el autor decide añadirle las palabras “sin ficción”. No es, pues, una mera imaginería sino el resultado de arduas investigaciones. ¿Es una narración de hechos?, ¿una crónica? Si es esto, ¿para qué el mal utilizar la palabra “novela”? Si se aduce de precedente “La canción del verdugo” de Norman Mailer es un mal ejemplo: si se lee esa novela es clara la enorme inventiva de Mailer. ¿Y “A sangre fría” de Truman Capote? Bueno, cualquiera de sus lectores apasionados sabe que Capote inventaba, aunque sostenía ser objetivo. Volpi, sin embargo, inventa poco, o nada. Acaso su mayor logro creativo este en la página 269, cuando se imagina la reacción de Felipe Calderón ante la exigencia de Nicolas Sarkozy de que aplique la Convención de Estrasburgo: “El presidente mexicano tampoco añade nada -lo imagino apretando los puños hasta dañarse la piel-”. El mérito de Volpi consiste en ordenar la narración de los hechos, en proveer de una organización a un material desordenado para resaltar puntos oscuros. O sugerir interpretaciones. Por lo demás, la capacidad creativa corresponde a los miembros de la AFI. Fueron ellos quienes diseñaron el montaje que no fue montaje. Si se ha de creer a Volpi, también fueron ellos quienes inventaron y trataron de dar credibilidad a la banda de “Los Zodiaco”. Y, al parecer, fueron ellos también los que convencieron a las víctimas de declarar contra Cassez y Vallarta mediante elaborados viajes alrededor de la ciudad de México. Un punto donde Volpi parece trastabillar es cuando menciona la declaración de Cristina Ríos, adjuntada como ampliación al expediente del caso el 25 de agosto de 2010. No se atreve a calificar esta declaración de “pura ficción”, o de resultado de complejos “efectos corruptores” de las autoridades, se contenta con decir que: “no logro discernir cuántos de los horrores que narra fueron ciertos y cuántos ella ha terminado por creer que lo fueron”. ¿Qué contó esta persona?, ¿de qué se acordó cinco años después de los hechos? Narra cómo siete personas, todas ellas miembros de la inexistente -según Volpi- banda de “Los Zodiaco”, la violaron diariamente con la complicidad de Cassez. En la novela de no ficción de Volpi todo parece ser una, incluso las reacciones del narrador.

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