■ Calificados como “revoltosos”, estudiantes tienen precaria beca de 53 pesos diarios para comer
■ “Estamos dispuestos a seguir luchando”, expresan alumnos de la Normal Rural de San Marcos
Casi en el olvido, ignorados por los gobiernos en turno, con presupuesto insuficiente, infraestructura que requiere mantenimiento, escasez de agua potable, una limitada beca de alimentación de 53 pesos diarios por alumno y animadversión del conservadurismo social que los clasifica como “revoltosos”, los estudiantes de la Normal Rural de San Marcos General Matías Ramos Santos, en el municipio de Loreto, sentencian: “estamos dispuestos a seguir luchando”.
“Los pelones”, alumnos de nuevo ingreso rapados en la tradicional novatada, resguardan el acceso principal del área académica debido al paro laboral realizado toda la semana en conmemoración del aniversario de la desaparición de sus compañeros de Ayotzinapa.
Otros juegan futbol, limpian el comedor, practican coreografías folclóricas para presentarlas en actividades culturales, hacen tarea en sus dormitorios, se preparan para salir a botear y obtener recursos que les permitan trasladarse a la capital del estado para marchar en la Jornada de Acción Global por Ayotzinapa y finalmente otros acuden a las parcelas de la escuela para recoger elotes y luego celebrar el cumpleaños de una de sus compañeras. Por la tarde noche realizan círculos de estudio y formación política.
El autogobierno funciona con la disciplina de más de 500 estudiantes de la Normal Rural de San Marcos y así organizan tanto sus actividades cotidianas como movilizaciones y protestas que, al margen de la coyuntura, el objetivo es uno: subsistir.
Tadeo y Andrés, integrantes del Comité Estudiantil, muestran cada rincón del internado: el comedor donde ofrecen pozole y tostadas en punto de las 14 horas, los dormitorios detrás de los murales del Che Guevara, Emiliano Zapata y el Subcomandante Marcos (ahora Galeano) y la zona académica en cuyo acceso se encuentra la Calzada de las Generaciones, un pasillo rodeado de árboles donde cada generación que egresa edifica un monumento que simboliza su paso por la institución.
Las 17 Normales Rurales que existen en el país, una de ellas indígena localizada en Cherán, Michoacán, se erigen como el último vestigio de la época posrevolucionaria, cuando Lázaro Cárdenas del Río creó 29 de ellas con la intención de brindar educación a los campesinos de todo el país. 12 han sido cerradas después de 1968, cuando Gustavo Díaz Ordaz emprendió una guerra sucia contra movimientos armados cuyos líderes egresaron de ellas. La última cerrada fue la ubicada en El Mexe, Hidalgo, en 2008.
Cecilia Citlalli Parra Cueto, alumna de quinto semestre, explica que “la estrategia es desaparecer las Normales Rurales, pero aunque estemos en estas condiciones, los estudiantes no lo permitiremos. A lo mejor nos provoca un poco de miedo la manera en que el gobierno actúa contra nosotros, pero estamos dispuestos a seguir luchando”.
La pertinencia de estas Normales, pese al olvido de que son objeto por parte de las autoridades gubernamentales, está vigente: “a los alumnos nos mandan a lugares alejados y entonces acudir a esos lugares nos permite percatarnos que las comunidades son olvidadas por el gobierno y les dan largas a los programas que deberían aplicar para ayudarlos”.
La Normal Rural de San Marcos tiene problemas con los servicios básicos, especialmente con el agua potable, pues constantemente hay desabastecimiento. También hay carencias en la infraestructura tanto en el internado como en la zona académica, donde Gobierno del Estado ha prometido durante meses la construcción de aulas que apenas han avanzado en sus cimientos.
En el internado, la estudiante describe dormitorios pequeños, de dos por cuatro metros, donde cohabitan entre seis y ocho personas en la academia de tercer año, mientras que en la planta para alumnas de nuevo ingreso sólo cuenta con ocho espacios para un total de 90.
Durante años han solicitado a la Secretaría de Educación la remodelación o rehabilitación de los espacios asistenciales de la Normal, “pero al gobierno se le hace más fácil reducir la matrícula”.
Según expone Parra Cueto, el plan de estudios de la Normal implementado a partir de 2012 obliga a los alumnos a acudir a clases hasta séptimo semestre, algo que antes no ocurría porque en ese momento ya realizaban prácticas formales. Ello implica la necesidad de más aulas.
“Solicitamos al gobierno que se hiciera una nave con cuatro aulas más pero no lo han hecho. Tienen ocho o nueve años prometiéndonos la obra y apenas están en los cimientos”, dice al respecto.
Un problema surgido en la Normal Rural de San Marcos producto de la Reforma Educativa, es que se han reducido los comisionados y la consecuencia ha sido la falta de profesores.
Entonces “pienso que se nos ha creado una fama de revoltosos; sólo ven que obstaculizamos el tráfico pero no se detienen un momento para conocer nuestros objetivos. Lamentablemente si no actuamos de esta manera, el gobierno no nos presta atención”.
José Cabral Barrios, estudiante también de quinto semestre, expone que a diferencia del resto de las Normales, las Rurales se caracterizan por brindar educación a hijos de campesinos, por lo que a él le ha permitido “conocer a fondo la realidad en México, nos dan un panorama de las carencias en la educación”.
Sin embargo, el problema es que al egresar los normalistas rurales tienen pocas oportunidades laborales debido a que la educación en el medio rural cada vez tiene menos apoyo y los recursos se destinan a las escuelas en las urbes.
Aunque la mayor parte de la población se encuentra en las ciudades, afirma que no es motivo para que se desatienda la educación en las zonas rurales, además que ése es un argumento que utilizado para reducir el apoyo a las Normales Rurales en general y disminuir las plazas para maestros.
“El objetivo es privatizar la educación diciendo que buscan una educación de calidad, porque eso no depende de los recursos monetarios, sino de la inversión que hagan en las Normales”.
A pesar de esa situación, considera necesaria la formación política e ideológica que se les brinda en la Normal Rural, basada en el marxismo-leninismo, porque ello les permite conocer la realidad y a partir de ello exigir los derechos que les corresponden como estudiantes.
Denuncia que hace algunos meses se dio a conocer que Gobierno federal y estatal destinaría recursos para las Normales Rurales y aunque hay obras que inician para la construcción de infraestructura en San Marcos, ello no se ha reflejado en la beca de alimentación o las condiciones del internado.
“Las Normales Rurales fueron creadas para personas humildes que no tenemos recursos para estudiar en otros lugares. Entonces estas Normales tienen razón de ser, porque para muchos jóvenes es esto o irnos a trabajar al campo”, señala Cabral Barrios.
Desde su punto de vista, en esas instituciones hay un gran potencial para la formación de docentes y a pesar de la desacreditación de que son objeto por parte de los gobiernos o funcionarios, “hemos sabido responder y hemos sacado los primeros lugares en los concursos de oposición”.
En un contexto en el que la mayor parte de la población prefiere ver telenovelas, expone que los normalistas rurales aun mantienen la postura de no mantenerse callados ante las diversas injusticias. “Tenemos un propósito, no nos deben ver como revoltosos, pero los medios de comunicación están coludidos con el gobierno y distorsionan por completo la realidad”.
Otra estudiante, Jazmín Rodríguez Jiménez, expone que una Normal Rural se rige por cinco ejes: el político, el académico, el deportivo, el cultural y el módulo de producción, es decir, lo necesario para realizar su labor docente en el medio rural.
Una parte fundamental en la formación, comenta, es el cultivo de alimentos, porque “si vamos a una comunidad rural, necesitamos enseñar a los niños lo que se hace ahí, como cultivar frijol”.
Además, explica que la Normal Rural de San Marcos es parte de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (Fecsm), organismo que agrupa a las 17 instituciones con la intención de resistir la política gubernamental que atenta contra el bienestar de la sociedad.
Al igual que sus compañeros, mencionó que esas normales son cada vez más aisladas. Muestra de ello es que Gobierno del Estado prometió aulas nuevas, pero el avance ha sido mínimo después de varios meses.
“El futuro de las Normales Rurales es que dejen de existir pero desde mi punto de vista son indispensables. Muchas las han querido cerrar pero tenemos el apoyo de la gente de la comunidad”, concluye.
La reducida beca de alimentación que reciben los estudiantes de San Marcos es complementada con el trabajo que realizan en una tierra propiedad de la escuela, cuya extensión es de 54 hectáreas, aunque no se puede cultivar en su totalidad.
“El producto que sacamos va destinado al comedor, frijol y maíz. También tenemos parcelas de alfalfa, pero eso es para sacar recursos que ayudan a producir las tierras”, expone Moisés Quintero García, de tercer semestre.