Evoco un pensamiento de Jorge Luis Borges, mismo que a la letra dice, “y mi educación se vio interrumpida cuando yo entré a la escuela”, ¿será cuestión de términos?, tal vez, pero él se refirió a que entró a una escuela y no a un centro educativo. Me atreveré a diferenciar una escuela de un centro educativo, creo, que en la primera se instruye y en el segundo, se educa. Sigo diferenciando, en las escuelas se enseña y en los centros educativos se promueven aprendizajes; ¿será que en vez de liberar o emancipar, el sistema educativo solo sirve para someter?
Para este caso, no hablaré “de” la Nueva Escuela Mexicana (NEM) puesto que tanto docentes como directivos, en teoría, la conocen, más bien deseo hablar “sobre” la NEM. La Secretaría de Educación Pública (SEP) inicia planteando como propósito de la NEM el mero compromiso -no estrategia- de brindar calidad en la enseñanza; es lamentable que todavía sigan considerando al docente como un enseñante que adiestra la memoria de los educandos y no como un mediador que motive aprendizajes para que el educando fortalezca su estructura cognitiva.
Como propósito también la NEM habla de medir con instrumentos estandarizados lo que el alumno ha aprendido y no tanto los conocimientos que ha construido. Esto ha traído como consecuencia el que se manifieste un rezago escolar que podría ser considerado como histórico; este proyecto también plantea como propósito el desarrollo de las capacidades y habilidades de los educandos y, los refiere a campos fundamentales como la comunicación, las matemáticas y las ciencias -con esto se reafirma la intención que se tiene de solo adiestrar la memoria de los educandos-.
Otro de los grandes propósitos de la NEM es plantearla como un plan de 23 años, prácticamente desde que nacen hasta que terminan su formación profesional, a pesar de ello, el Estado no ha tenido la capacidad para brindar educación a toda la población demandante -particularmente en el nivel superior es donde se presenta este problema-. Después de cinco años de implementación de la NEM, no se ha notado una verdadera formación integral, ello obedece particularmente a los siguientes factores: a) existe una desarticulación curricular entre grado y nivel, b) no se realizan diagnósticos metodológicamente estructurados para saber qué nivel de conocimientos traen los educandos, c) no se aplican evaluaciones formativas para que los docentes sepan el nivel de conocimientos de los educandos, más bien lo que aplican son exámenes estandarizados en los cuales solo se sabe que han aprendido los educandos y no tanto qué conocimientos han construido, entre otros factores.
Atinadamente y en teoría, la NEM plantea como postulado principal que la educación debe ser para toda la vida y que, para tal efecto, se requiere considerar todos los niveles educativos hasta que el ciudadano llegue a una vida útil y productiva; incluso, se retoma la certificación de conocimientos y el desarrollo de competencias, esto, se consideró infructíferamente en la Reforma Educativa peñista. El mensaje de este proyecto es el de integrar a la comunidad, ¿cómo?, si la desigualdad social es evidente, muy por encima de que sea un proyecto curricular universal, no existen las condiciones para aplicarse con éxito en los diferentes contextos dadas las desventajas económicas y sociales.
Plantea la NEM cuatro condiciones necesarias para su aplicabilidad. Así hablamos de la ASEQUIBILIDAD, que garantiza el derecho social a una educación gratuita y obligatoria, la ACCESIBILIDAD, referida a una educación que el Estado debe proporcionar de manera obligatoria y gratuita, ACEPTABILIDAD, considera el establecimiento de criterios de seguridad, calidad y calidez de la educación y, las cualidades profesionales del profesorado, y, la ADAPTABILIDAD, como la capacidad de adecuar la educación al contexto sociocultural de los educandos. Difícilmente se cumplirán estas condiciones, esto es sabido por todos.
Lamentablemente, la forma en que se aplica la NEM, contradice la esencia del proyecto mismo, cierto es que en su contenido tiene buena orientación y, por supuesto, buenas intenciones, sin embargo, en su operativización no se cumple con lo establecido. Si bien es cierto, conceptualmente hay una ruptura entre el modelo curricular anterior, la forma en que se aplica viene siendo contraria a lo que se propone; lo que sucede es que el actual sexenio que está por concluir, quedó a deber mucho al sistema educativo, no se transformó éste, todo obedece, principalmente a dos factores: el no reconocimiento de la labor magisterial y, las condiciones de sobreexplotación de los docentes.
Los docentes se enfrentan a una carga administrativa excesiva, ello hace que descuide la actividad académica, misma que es la esencia de su función profesional, si a ello le agregamos la falta de proyectos de actualización y profesionalización, la actividad se empobrece todavía más. A lo más que ha llegado la SEP, es a ofertar cursos, mismos que no llevan otra intención más que instruir y formatear a los maestros, bajo estas condiciones, no se experimentará jamás una transformación educativa.