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sábado, 20 abril, 2024
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Turismo sostenible vs turismo irresponsable

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Zacatecas se ha vuelto un destino de cinco estrellas en la geografía turística del país. Cada día es mayor el número de viajantes de todas partes del mundo que acuden al estado a disfrutar de momentos alternos que aportan un disfrute diferente al que ofrecen los destinos de playa y de regocijo cosmopolita. Para empezar, ya sea arribando por tierra o por aire desde cualquier dirección la corona que engalana a la entreverada ciudad, la cresta de El Cerro de La Bufa, que se yergue majestuosa arrancando suspiros y expresiones de admiración y de asombro tanto a quienes han vivido aquí por siempre, como a los visitantes y a aquellos que por una razón u otra hacen de este enclave un destino ocasional. La ciudad de Zacatecas, Patrimonio de la Humanidad, atrapa con su magia a los visitantes de todo tipo, que sienten la magia de sus callejones misteriosos y sus edificaciones de cantera, algunas que datan desde el siglo XVI, cuando fue fundada. Además, la magia fascinante no termina ahí, sino que se extiende a sus campiñas, sus pueblos mágicos, zonas arqueológicas y de toda suerte de microclimas y biodiversidad que caracterizan las diferentes regiones del octavo estado más grande de la República Mexicana. Salvo algunos lugares de difícil acceso, cualquier punto del estado puede alcanzarse en menos de tres horas de camino con vehículos de motor usando las diferentes rutas de acceso en sus muy rescatables carreteras. La magia zacatecana se encuentra al alcance de cualquiera que quiera explorarla con buenos resultados en períodos vacacionales que varían desde un fin de semana a unas vacaciones largas (enturbiada a veces por la inseguridad que priva en algunos puntos).

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Pero habrá que empezar por la capital. La señorial ciudad tiene el encanto único de una joya arquitectónica, además de su presencia como colonizadora del norte y punto clave en el Camino Real de Tierra Adentro y La Ruta de la Plata, además del detalle histórico de haber sido un lugar clave en el control del territorio nacional durante la llamada Revolución Mexicana y de la Toma de Zacatecas, como lo constata el reciente festejo del aniversario centésimo tercero, cuando las fuerzas revolucionarias al mando del legendario general Francisco Villa destrozaron a las fuerzas federales que defendían el gobierno del usurpador Victoriano Huerta. En este último evento la ciudad fue severamente dañada y luego vivió una especie de marasmo hasta finales de los setentas cuando fue “redescubierta” por los amantes de los asentamientos con características coloniales como Morelia, San Miguel, Taxco, Oaxaca y San Cristobal, por citar algunos.

Después, poco a poco la ciudad se fue convirtiendo en un referente turístico y fue culminado con su reconocimiento por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1993 y de Ciudad Heroica en el año 2010. Desde entonces, la infraestructura turística y cultural así como las actividades relacionadas con estos dos conceptos han crecido aceleradamente. Lo constatan, sus magníficos hoteles, el mejoramiento de agencias turísticas, la proliferación de museos temáticos y la cereza del pastel: el Festival Cultural Zacatecas, además de infinidad de proyectos y actividades que tienen que ver con los servicios y la cultura.

Lo que deja mucho que desear y esto va con la debida falta de respeto a quien no se lo merece, es que se ha involucionado hacia servicios y acciones que poco tienen que ver con turismo de primer nivel y de acciones que distorsionan el concepto que se tiene de la cultura, y que por desgracia se relacionan mucho con la falta de respeto hacia la antaño denominada “Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas”. Es escandaloso, metafórica y literalmente, el trato indigno que se le da a la ciudad, la cual ha convertido su Centro Histórico en un gran antro multitemático, escandalosamente ruidoso y aglomerado con hordas de menores de edad y adolescentes consumiendo cantidades impresionantes de bebidas embriagantes (no en balde se buscaba el dudoso honor de ser la capital mundial de la cerveza), además de las escandalosas y decadentes versiones de las callejoneadas, pavor de los pobladores que tienen la mala suerte de vivir en el primer cuadro; quienes viven la pesadilla del fin de semana que por regla general comienza desde los jueves. No se puede negar que dichas actividades generan fuentes de empleo para muchos zacatecanos, pero habrá que cuestionarse si es mejor que unos cuantos se enriquezcan a costillas de la tranquilidad y la explotación de muchos otros. Habrá que buscar actividades y servicios alternos que generen los mismos o mejores beneficios económicos pero respetando los principios que han generado todos los reconocimientos a la capital. Si se antepone la cultura y el respeto a la ciudad y al prójimo, los beneficios financieros se verán incrementados al atraer un turismo más culto y más respetuoso de las personas, la ciudad y la naturaleza.

Un ejemplo, el jueves anterior, aproximadamente ocho camiones de pasajeros de gran tonelaje, cargados de “turistas”, invadieron inmisericorde e incultamente el Centro Histórico causando un caos vial, un consumo inusitado de gasolina por el estancamiento vial y la irritación de todos los conductores y viandantes que tuvieron la mala pata de tener que transitar en la ciudad en horas de intensa actividad, causando el malestar y el enojo de los citadinos que, ¿qué cree usted? desquitaron su furia contra todos los que se pusieran en su camino, exceptuando, claro, a los choferes de los autobuses y a los inconscientes y holgazanes visitantes que bien fácil pudieron haber caminado en su desplazamiento hacia los puntos que deseaban visitar. Este es un ejemplo muy gráfico de irresponsabilidad turística que valdría la pena analizar: ¿es este el turismo que conviene a Zacatecas?, ¿es esta la clase de agentes que se necesitan para promover el turismo en el estado? A este paso, pronto se comerán la gallina de los huevos de oro. Si no, al tiempo. ■

 

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