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miércoles, 18 junio, 2025
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Una opinión más sobre la UAZ: descalificar no es dialogar

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Por: LAURA ELENA RODRÍGUEZ CERVANTES •

Los mismos orígenes, las mismas ofensas e idénticas limitaciones. La ley de la selva es una contorsión emocional, el sol es de hielo, el agua seca, las hienas trinan y todos los que coincidimos somos puros y castos, los que divergen de nosotros son execrables. Hoy se concursa por quién lanza el dardo más difamatorio, hoy acumula likes el que desacredita sin gracia ni inteligencia. Quién iba a creerlo: anteriormente se tenía la valentía para ir a buscar a quién ibas a insultar. Ahora se insulta desde la comodidad y penumbra de un teclado o desde un i-phone. Se ha vulgarizado en demasía aquella noble práctica del debate. Hoy ejercen el insulto porretes del subsuelo forjados en la cultura de la derrota moral, aquellos que consideran el anonimato como sinónimo de valentía.

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Una desgracia, pues cuando creíamos que la UAZ, y con ella muchxs universitarixs, no podía llegar más profundo, aparecen la descalificación, la ofensa, la basura emocional; se desterraron conductas definitorias que otorgaban identidad como el respeto, la congruencia, la mesura, el diálogo, la confrontación de ideas y posiciones. Hoy atestiguamos que cuando se carece de argumentos se recurre a la mentira, aquellxs que hacen de la ofensa una profesión al menos que hagan un mayor esfuerzo mental; son ineficaces hasta para difamar, esbirros que se parapetan en una frágil y vergonzante condición de universitarixs. Como respiro, podemos decir que en el seno de la UAZ aún quedan vestigios de cordura y lucidez, aunque, en inminente peligro de extinción.

Nunca he usado este espacio de huésped que me ha brindado La Jornada para orear asuntos personales, pero ¿qué hacer cuando se llega a la cuasi imperceptible frontera de lo tolerable? Como universitaria y madre, he recibido toda clase de epítetos y el acoso se extiende a mi hija. ¿Qué condiciones se deben de cumplir para obtener el derecho a que el hijo de un universitarix acceda a incorporarse a la plantilla docente o laboral? ¿Sumisión, derecho de pernada, negociaciones de sobrecama, incondicionalidad política, esclavitud sexual, ignorancia e incapacidad compartida, corruptelas asumidas entre las partes, turbiedades y un extenso etcétera? ¿Cuál es la fórmula mágica para incorporarse a la nómina-UAZ? Infinidad de hijos(as) de compañerxs hoy se encuentran integrados a la Universidad por sus credenciales académicas, sus capacidades, habilidades, por el esfuerzo personal y familiar, etc. Enhorabuena y que vengan más. ¿A cuánta de esa descendencia se les ha estigmatizado por ese hecho? ¿La agresividad en esto que bien podemos conceptualizar como dogland, ya se ha convertido en un zoo de gente, la agresividad y descalificación también son selectivas? ¿Quién(es) alientan estos linchamientos puntualmente dirigidos? Mi hipótesis es que proceden de los segmentos mono neuronales, que existen y pululan en la absoluta mediocridad. Seguramente proceden de estratos que padecen una grave desconexión con la realidad, de tribus socialmente aisladas y culturalmente derrotadas. No tengo otra explicación a semejante virulencia. Lo lamentable es que muchos de esos ataques los realizan mujeres (algunas también madres) a las que, independientemente de quienes se trate, no les vendría nada mal bucear profundo alrededor de su pasado y presente y valorar si se encuentran en condiciones y suficiencia de autoridad moral para lanzar calificativos que denigran a otras mujeres. Igual para varones que también bailan con destreza inocultable estos sones. Las ofensas y la mentecatez no se pueden perdonar.

La lucha por el control de la UAZ no reconoce límites y los acontecimientos que hoy atestiguamos deberían convocar a la reflexión con todxs y entre todxs. Investíguese lo que han enfrentado las universidades públicas en México en lo que va del año 2025. Reitero: son tiempos para contener los odios, coyuntura para buscar los senderos que nos alejen de esta Universidad de fábula y que se abandonen actitudes de ultras disfrazados de sayones del bien, porque, continuar intentando hacer de la difamación y el acoso un arte, se termina en deformación, y la realidad rebasa este batidillo en el que nadie gana. Tentemos a la civilidad y coloquemos diques al vértigo de la permisibilidad que solo nos lleva a la degradación ética-moral tanto individual como colectiva. Démosle otra oportunidad al pensamiento libre y a la civilidad que es lo que nos salvará del desbordamiento, que nos muestre la salida de este laberinto en el que nos encontramos. Que el punto de partida sea cuestionar si el fin justifica los medios.

Son tiempos de actuar conforme a la conciencia y al Derecho como herramientas que eviten impunidades, pero que ello no sea pretexto para que se filtre la chapuza que agrede impunemente. Cada cosa en su sitio, a cada cosa por su nombre. Utilícese las instancias jurídicas correspondientes dentro y fuera del claustro, pues normalizar la difamación y la caza de brujas nos conduce a un mayor deterioro del tejido universitario-social y evitar que las inteligencias y la civilidad fracasen y dejen de ser el refugio que muchxs anhelamos. Hoy mejor que nunca, este esfuerzo colectivo merece la pena, al menos intentarlo, de lo contrario lo lamentaremos más tarde que temprano.

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