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viernes, 19 abril, 2024
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¿Cuídalas?

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Por: Andrea Robles •

«Las feministas dicen que lo privado también
es política. ¡Cuánta razón tienen!»
-Walter Riso

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En el país donde once mujeres mueren a diario, desde hace años, una cosa han demostrado las instituciones públicas: la eficiencia de las investigaciones y la impartición de justicia es directamente proporcional a la magnitud de la demanda social.

El caso de Debanhi en Nuevo León es sólo un ejemplo de cómo se ha sistematizado la búsqueda de niñas y mujeres desaparecidas en el país. La pesquisa que obtiene reflectores inquisidores tiene resultados ipso facto; tanto así que cuando se le buscó a una, se encontraron cinco.

Pero más allá de la evidente violencia de género que hay en el país del ombligo de la luna, la novedad a analizar es el contradiscurso paternal que sigue siendo una constante en la generalidad de casos como éste. ¿Cuántos micrófonos hay para un padre que busca, en proporción a las madres que de frontera a frontera han recorrido hasta el subsuelo buscando a sus hijas? La contra-protesta es válida, claro, desde la óptica que viven los varones que también se quedaron esperando a sus hijas, hermanas, madres, parejas, amigas y que nunca regresaron a casa.

Sin embargo, es importante entender que es precisamente eso: una lucha paralela, como dos rectas que no se tocan, pero que sí transitan muy cera la una de la otra.  Y en esa medida, concientizar las conductas preventivas y las prácticas deconstructivas en el sentido correcto; no confundir la solidaridad con la obligación de la protección patriarcal.

Los acontecimientos lamentables de la violencia hacia la mujer han motivado a varones que en lo particular y organizados, a poner en marcha un discurso de protección: «aunque no quieran, acompáñalas» dicen en spots, en historias y en redes sociales. Y se entiende, es un recurso de corto -pero inmediato- alcance, pero que no deja de ser <<varón-centrista>>.

Las campañas de prevención deben tener un arraigo mucho más profundo, con base en una formación educativa con perspectiva de igualdad, donde <<la protección>> que nace del impulso, del ello freudiano, no tenga que ser una primera opción cuando hablamos del cómo se combate la violencia que sufren las niñas y mujeres en México.

Qué tan complicado es enseñarle a los masculinos que ante un «no», no hay peros que valgan. Que ni la ropa, ni la bebida, ni la forma de los cuerpos son pretexto para invadir la libertad, la individualidad, la dignidad y la vida de todas las niñas y mujeres. A los niños varones alguien les tiene que decir que no habría obligación de «cuidar a sus mujeres», si la dignidad femenina se respetara como la meta axiológica de todo sistema de organización social; ya sea en la familia, en la escuela, en la comunidad.

Aunque la intención sea plausible, jamás hay que perder de vista que esta lucha de resistencia es de ellas; de nosotras. La apropiación de espacios y ahora, la apropiación del meta discurso, no debe prestarse porque el hoy, es el resultado de mucho ayeres.

La lucha de las mujeres y la lucha de les aliades no es igual: ésa es la premisa de partida, que aunque el objetivo sea igual, ni los medios, ni las cámaras, ni los micrófonos, ni los espacios deben ejecutarse en la lucha desde el mismo punto porque las niñas y mujeres de México, no están en el mismo escalón que los varones, pero hacía allá vamos todas, todos y todes; esa es la lucha. La consigna es por la igualdad.

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