Periodistas comunistas sí los hay. Los ha habido en el mundo en distintas épocas y muy notables. Tal fue el caso de quien fuera directo fundador de La Jornada, Carlos Payán Velver. Surgido tras la escisión de un grupo de periodistas que abandonaron al periódico Uno más uno, en 1983, por desavenencias con su director Manuel Becerra Acosta; Payán, con sus camaradas y cuates, poco tiempo después, fundaría La Jornada. Un tabloide que según se dijo “daría voz a los que no la tienen”. Para ello, sus trabajadores, que harían posible su edición, se constituirían en una cooperativa como lo había sido su abuelo, El Excelsior, antes de que Echeverría ordenara el golpe para destituir como su director a Julio Server García. El nuevo diario, marcado con una clara tendencia de izquierda, más que ser un periódico contra el gobierno, lo sería frente al gobierno. Allí estaba para señalar los errores de los dirigentes políticos y hacer la crítica sin cortapisas a quienes detentan el poder político y económico para imponer el rumbo de sus intereses. De esta forma, La Jornada, como había ocurrido con su antecesor, el Uno más uno, sería el diario de sectores opositores y capas críticas de estudiantes, maestros, trabajadores, público en general y de la gente pensante, algunos asumidos como intelectuales orgánicos al servicio del órgano informativo en favor de las mejores causas de la sociedad y sectores de la población, al margen del poder político y económico.
Desconozco los entresijos de la vida y trayectoria de Carlos Payán. Por eso mismo dudaba en escribir estas líneas sobre él. No pude resistirme, y como lector y colaborador de La Jornada Zacatecas hago este modesto comentario.
Ocurrida su muerte, el fin de semana pasado, durante estos días nuestro periódico ha estado divulgando pasajes y remembranzas sobre su vida. Aunque son sus amigos y cercanos quienes lo han homenajeado, la conclusión que podemos sacar es que fue un buen un hombre, de un gran corazón, digno y solidario con las personas y con las mejores causas justicieras. De la nota del maestro Luis Hernández pude enterarme de que nuestro hombre fue militante del Partido Comunista Mexicano. Ello ocurrió cuando el partido de la hoz y el martillo era clandestino, y por lo tanto, ilegal. Su ingreso se registra en el año de 1958, cuando el país se cimbraba con la huelga de los ferrocarrileros, y durante el movimiento othonista, y la huelga de los maestros que daría lugar al surgimiento del MRM. A Vallejo, como líder y dirigente de los trabajadores del riel, lo acompañaron obreros comunistas, entre ellos estaba Valentín Campa, quien junto con Vallejo fue encarcelado por el gobierno de Adolfo López Mateos.
Payán, tras una larga vida, dejó de vivir a los 94 años. Su muerte ocurre cuando rige al país un gobierno que se considera de izquierda. Como lo fuera el del general Cárdenas, salvando los tiempos y circunstancias, con su política redistributiva y de justicia social en favor de campesino y obreros; y el de López Mateos, con algunos atisbos. Es decir, de una izquierda dentro del marco de la Revolución y Constitución mexicanas. Izquierda dentro del PRI. Es justamente un expriísta el líder de Morena y actual presidente, como expriístas son varios de los principales cuadros políticos cercanos y muchos de las claques que lo acompañan.
Conmigo y contra mí. López Obrador y los morenistas mostraron músculo. Acicateados por los del movimiento rosa, en favor de la democracia y en defensa del INE, incluidos los privilegios de sus burócratas, el presidente cayó en la provocación. Con acarreados y convencidos logró también llenar el Zócalo como lo habían hecho sus adversarios. Al llenarlo, remarcó la raya que divide a los que están contra él y los que lo siguen. La celebración de la expropiación petrolera fue un buen pretexto, el gancho para darse un baño de masas y entrar de lleno a la campaña en la que buscará quién lo suceda. Él utilizó el templete para tirar línea y esbozar el perfil de quien habrá de sucederlo. No piensa incurrir, dijo, en el error de Lázaro Cárdenas, que se inclinó por el tibio y moderado derechista Ávila Camacho, en lugar de Mújica.
Pájaro de cuenta. Con todo y la popularidad de la que goza, no sé cuántos de sus seguidores e integrantes del movimiento Morena estén de acuerdo con la opinión y postura de López Obrador de defender a Trump. Cuando pende la amenaza de arrestar a Donald Trump por delitos en los que se mezclan fraude, el dinero sucio y mal empleado en su campaña política, nuestro presidente sale en su defensa, argumentando que lo que se busca es impedirle que vuelva a ser candidato presidencial y que debe ser el pueblo quién decida. Lo elija o lo rechace. Con todo respeto, no se puede estar de lado de un delincuente.
