Estamos ante dos formas de percibir el tiempo: una circular y otra lineal. La primera lo concibe como si un ciclo terminara y comenzara otro. Esta idea se refuerza con la forma de los calendarios y relojes: están hechos por ciclos de 12 meses o 12 horas; lo cual genera la ilusión de que hay inicios periódicos de una abstracción temporal. Es una manera práctica de medir el tiempo que tiene su origen en los ciclos naturales provocados a su vez por el periodo que tarda la tierra en dar vueltas, alrededor del sol y sobre sí misma. Sin embargo, en la vida humana el tiempo cíclico es una ilusión: no ocurre tal cosa en la realidad histórica. El tiempo histórico es más parecido a una línea que supera etapas irrecursables. Si hubiera ciclos en la historia, dice Milán Kundera, estarían crucificando a Cristo periódicamente por la eternidad. No hay tal cosa.
Empero, la ilusión cíclica ayuda a sostener una forma de entender el futuro, que no es optimista o pesimista. Los optimistas creen que el futuro será (con seguridad) mejor. Los pesimistas creen saber lo contrario con la misma seguridad. Una forma de entender el futuro fuera de falsas seguridades, es la esperanza. Esta última sólo sabe de posibilidades. Y justamente en eso consiste la historia: posibilidades. Pero éstas no son vacías, sino reales: dependen de las condiciones actualmente existentes. En otras palabras, no se puede tener esperanza de algo que no tiene posibilidad real.
Así las cosas, preguntemos: ¿de qué podemos tener esperanza en el 2022? En la disminución de la violencia e inseguridad no podemos esperar que se reduzca si antes no se cambia la estrategia y se modifican las lógicas de actuación del gobierno. Si la prohibición de las drogas continua, la venta de armas y el estimulo económico para su producción y comercio, es imposible que disminuya la delincuencia. La crisis económica inicia, este año termina con una inflación de 115 por ciento en alimentos y la hacienda pública no tiene cómo frenar esa tendencia sin reformas. Aun cuando se tiene la expectativa de que el precio del petróleo suba arriba de los 100 dólares por barril, la posibilidad de nuevas formas de la pandemia mantiene todo en la incertidumbre.
La fuente de la esperanza es la posibilidad (que si es real) de nuevas formas de la acción colectiva que responda a los retos arriba mencionados: una posibilidad es que el 2022 logre articular un gran bloque histórico en México para lograr una profunda reforma hacendaria que, a su vez, logre reformas en el ámbito de la educación y salud en México; además pueda dar lugar a un esquema de crédito barato y detonación económica. Todo dependerá de que se pueda articular un bloque social poderoso alrededor de esa bandera. Un panorama obscuro puede tener una esperanza si se prende la luz de la acción colectiva.
