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sábado, 18 mayo, 2024
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Tres poemas uruguayos 

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Por: LEÓN PLASCENCIA ÑOL •

La Gualdra 528 / Poesía

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El cielo que vuelve 

 

Cuatro gotas que caen

y atraviesan la luz. Un momento:

los frutos en la mesa, el olor que viene

desde afuera. La playa

solitaria. Un cuerpo ante el rastro

intermitente del verano. Otro humo,

blanco, lejano. Migajas

de dos que son paisaje, bocanada

y borradura. El gesto de no estar más,

inclinados los muros,

el agua que choca, el cielo que vuelve

a la salida. Sobre qué amarillo

secreto nos volvimos. El viento

del Atlántico sopla. Pasa intermitente

el cielo.

 

Punta del Este por la mañana

 

Esa anomalía es una presencia. Se respira

una fe. Los días llegan en medio del verano, como

una corriente de clausura. 

 

Este viento uruguayo estalla,

afuera de mí. Si digo un poco

tarde la caminata por la playa, los cuerpos

semidesnudos de las brasileñas en Playa Mansa,

la sorpresa de mostrarnos

 

al mundo, la fecha próxima. Un poco

de paciencia en los pasos que avanzan. El sudor

por el pecho, la ardiente mañana, lo artificial

de una tormenta: rodajas de limón

 

para el ceviche. Allá, en el puerto, un grupo

de barcos atracados, los leones marinos, los puestos

de mariscos (langostinos, rabas, cazones, pulpos,

almejas) como naturalezas muertas

 

de un pintor del siglo XVIII. Hay una integridad

necesaria, una fecha de caducidad

para el amor. Todo acaba, dirías,

mirando al oeste. De nuevo los perros. Antes

una condición atmosférica, una orden

 

mínima. Abajo dos cuerpos agazapados

en el amor blanco del verano. Una cacerola

para preparar un tacu tacu. Un tramo recorrido

desde Playa Mansa a Playa Brava. Dunas,

 

montículos de arena que son laberintos. Recuerdan

la mañana naranja, el ciclo verdadero

del amor, la urgencia de los brazos. Pasaste

 

así de un día a otro. Los cuerpos semidesnudos

de las brasileñas, el olor del mar. Dijimos,

todo está bien. Hay un oleaje lento. No fui

yo el que caminaba contigo.

 

Naturaleza muerta con madre e hijo

 

La madre juega

con su hijo en la arena. Lo cubre

con capas y capas de protector solar.

En medio,

el verano, los cuerpos, el mediodía,

el cielo salvaje, la respiración

que queda para siempre. Día a día

sobre este destino / perdido entre tanta cosa,

tanta tontería. No alcanzaría / suficiente

no parece / desear para ese nene / apenas

cortando dientes: que una buena / vida

tenga. Algo así podría pasar. La gaviota un poco

más en su vuelo que la sombra

del niño que cae. La consistencia del aire

es suficiente. La tarde

entera, su artificio.

 

* León Plascencia Ñol (Jalisco, 1968). Escritor, editor, artista visual. Sus libros más recientes son Animales extranjeros (Era, 2021) y La música del fin del mundo (Salto de página, 2020). Está traducido parcialmente al inglés, francés, portugués, coreano y sueco. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-528

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