La Gualdra 528 / Poesía
El cielo que vuelve
Cuatro gotas que caen
y atraviesan la luz. Un momento:
los frutos en la mesa, el olor que viene
desde afuera. La playa
solitaria. Un cuerpo ante el rastro
intermitente del verano. Otro humo,
blanco, lejano. Migajas
de dos que son paisaje, bocanada
y borradura. El gesto de no estar más,
inclinados los muros,
el agua que choca, el cielo que vuelve
a la salida. Sobre qué amarillo
secreto nos volvimos. El viento
del Atlántico sopla. Pasa intermitente
el cielo.
Punta del Este por la mañana
Esa anomalía es una presencia. Se respira
una fe. Los días llegan en medio del verano, como
una corriente de clausura.
Este viento uruguayo estalla,
afuera de mí. Si digo un poco
tarde la caminata por la playa, los cuerpos
semidesnudos de las brasileñas en Playa Mansa,
la sorpresa de mostrarnos
al mundo, la fecha próxima. Un poco
de paciencia en los pasos que avanzan. El sudor
por el pecho, la ardiente mañana, lo artificial
de una tormenta: rodajas de limón
para el ceviche. Allá, en el puerto, un grupo
de barcos atracados, los leones marinos, los puestos
de mariscos (langostinos, rabas, cazones, pulpos,
almejas) como naturalezas muertas
de un pintor del siglo XVIII. Hay una integridad
necesaria, una fecha de caducidad
para el amor. Todo acaba, dirías,
mirando al oeste. De nuevo los perros. Antes
una condición atmosférica, una orden
mínima. Abajo dos cuerpos agazapados
en el amor blanco del verano. Una cacerola
para preparar un tacu tacu. Un tramo recorrido
desde Playa Mansa a Playa Brava. Dunas,
montículos de arena que son laberintos. Recuerdan
la mañana naranja, el ciclo verdadero
del amor, la urgencia de los brazos. Pasaste
así de un día a otro. Los cuerpos semidesnudos
de las brasileñas, el olor del mar. Dijimos,
todo está bien. Hay un oleaje lento. No fui
yo el que caminaba contigo.
Naturaleza muerta con madre e hijo
La madre juega
con su hijo en la arena. Lo cubre
con capas y capas de protector solar.
En medio,
el verano, los cuerpos, el mediodía,
el cielo salvaje, la respiración
que queda para siempre. Día a día
sobre este destino / perdido entre tanta cosa,
tanta tontería. No alcanzaría / suficiente
no parece / desear para ese nene / apenas
cortando dientes: que una buena / vida
tenga. Algo así podría pasar. La gaviota un poco
más en su vuelo que la sombra
del niño que cae. La consistencia del aire
es suficiente. La tarde
entera, su artificio.
* León Plascencia Ñol (Jalisco, 1968). Escritor, editor, artista visual. Sus libros más recientes son Animales extranjeros (Era, 2021) y La música del fin del mundo (Salto de página, 2020). Está traducido parcialmente al inglés, francés, portugués, coreano y sueco. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-528