No solamente los sistemas formales de educación avanzan cada vez en los caminos de la formación por medios virtuales, sino que toda la población en general lo hace. Esto último estimula los procesos de autoaprendizaje: a los niños es común verlos buscando videos que les expliquen dudas concretas que necesitan en el momento, desde alguna receta de cocina hasta un problema matemático que no entendieron al profesor de la escuela. Así las cosas, la educación virtual tiene campos amplísimos y que van más allá de las escuelas.
En la educación básica la información que obtienen los niños de forma independiente y autogestiva pone en cuestión la enseñanza tradicional, la cual pasa a ser aburrida, torpe e ineficaz. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, en México hay 80 millones de usuarios de Internet, que es el 70 por ciento de la población mayor de 6 años, cuando en el 2015 era el 57 por ciento. El avance es acelerado. De tal manera que el uso sistemático de la Tecnologías de la comunicación en los niveles básicos es cada vez más indispensable.
Para el caso de la Educación Superior, la empresa Merril Lynch & Co., dedicada al análisis económico, afirma que para el año 2025 habrá 160 millones de personas realizando estudios de educación superior, y que de ellas 40 millones estarán vinculadas con la educación en línea en algún momento de su vida, esto es, una de cada cuatro. Ahora los programas que tienen más frecuencia de educación en línea son los postgrados, específicamente la especialidad y maestría. Los recursos cognitivos ahí usados no le piden nada a la educación presencial, su calidad es incuestionable (cuando se hace bien). En la UAZ va lento este proceso, y no existe política general en el tema. Son las escuelas en letras, turismo, historia, antropología y filosofía las que tienen programas en línea. Es decir, 5 de 32. Igual que en las medias nacionales, las áreas administrativas y humanísticas son las que implementan más los medios de enseñanza virtual, y las biológicas junto a las físico-matemáticas se mantienen muy retrasadas.
El uso de libros y revistas virtuales han apoyado la consolidación de la educación a distancia. Pero una meta que está ausente en la máxima casa de estudios es contar con políticas generales en el terreno de la educación virtual. A la fecha han sido esfuerzos particulares de algunos grupos académicos los que han impulsado el tema, junto con una maestría especializada en este tema. El pequeño espacio administrativo que se encarga de apoyar los esfuerzos de la educación en línea carece de personal y equipo suficiente para realizar su tarea. Ojalá y la próxima administración se preocupe en impulsar esta área de la educación que puede constituir todo un subsistema de educación a distancia, y hacer mixtas la totalidad de los programas educativos. Ahora, en la contingencia sanitaria, se puso de relieve la necesidad de contar con sistemas de formación en línea robustos y ágiles.
