Nunca fui invitado a la Academia Argentina de Letras y ni siquiera pude entrar al salón Leopoldo Lugones en la calle Sánchez de Bustamante 2663, menos ingresar a la sede de la Universidad Hebrea de Jerusalén capítulo Buenos Aires, más bien rondaba por parques y calles extrañas, caminar mucho, cantar en los camiones, mientras mi hijo estudiaba de las 8 de la mañana hasta las 4 y 20 de la tarde.
Eso me daba tiempo para leer cartas a prostitutas peruanas, cuyo padrote o amigo sincero visible era un sobrino de Evita Perón, un tal Aquiles y a quien conocí con su enorme poderío y sus extremidades mega velludos y rojos y su edad portentosa, mientras en corredores las peruanas me invitaban unas a otras y gracias al revestimiento de la venta de flores y en su lugar un desfile enorme de tugurios compitiendo contra la prostitución paraguaya y ofreciendo toda clase de estímulos que iban más allá del tópico argentino del “paco” o cocaína barata.
Mi mundo siempre el de los libros y revistas, de conseguir para la renta y escriturar del estudio todo lo relacionado entre Argentina y México, recabar leyendas y costumbres, idolatrar a sus héroes, pitorrearse de la televisión pública más desenfrenada en país alguno y ver con devoción los domingos los canales judíos, musulmanes, mahometanos o evangélicos.
Todo ello representó siempre la estabilidad de las ideas y los pensamientos, las creencias que dan seguridad mental y permiten el orden práctico en la vida y es cuando las personas salen adelante por si solas, por las circunstancias o porque así lo elegimos.
Nunca la obstinación ni el aburrimiento, menos el intelecto tiránico o la auto imposición de castigos y reglas, era estar avispa de un lugar de alojamiento para los dos, hacerse amigo de todo mundo, rodar la piedra donde hubimos de encontrarnos con amistade para siempre y amores con estabilidad sentimental y equilibrio emocionado.
Mi idea fue siempre recabar toda clase de similitudes en el lenguaje, estudiar su historia, descubrir la devoción del pueblo argentino por Emiliano Zapata o por Moctezuma, por la música de Miguel Aceves Mejía y Javier Solís, o el Buki y Luis Mirey, a la cumbia de los Acosta o de Brindis, los rincones paraguayos de la música popular que, sin arrebatar el sueño, fueron siempre un negocio capaz de competir y atraer a las damas gratis y a la chaviza entusiasmada.
La lectura de cartas y las conferencias me dieron la oportunidad de conocer a ex combatientes de las Malvinas o de la guerra entre Turquía y Chipre como cascos azules, conocer y tratar y entrevistar a dos militares ya retirados que trabajaron durante años en la Antártida, choferes de taxis que conocieron a Evita Perón, involucrarse entre la santería y los evangélicos, estar inmerso en los barrios con la murga, ese baile mágico que impulsa a que la juventud argentina esté sana y capaz de comer cantidades increíbles de carne y de mate con azúcar blanca.
Siempre he tratado de explicarme la fascinación que ese país agenda para el mundo y sus modificaciones histórica y sociales y la gran gama de su economía que aseguran Los complejos exportadores al exterior del primer semestre de 2024, los complejos de la soja, petrolero-petroquímico, automotriz, maicero, triguero, carne y cuero bovinos, oro y plata, el amplísimo sector pesquero, la cebada, el girasol, concentraron el 78, del total de las exportaciones y siendo India, Brasil, Chile y los EEUU, sus principales compradores. A nuestro país llegan aceite de soya, aceite de girasol, vinos, combustibles y aleaciones de aluminio, ramo automotriz, televisores.
Me impresionaba ver mucha inversión mexicana en Argentina, en los barrios más increíble andaba Telmex con su mismo uniforme, controlan aun en su mayoría la venta de celulares, nuestro país ocupa el onceavo lugar en inversiones. Slim y Salinas Pliego son -o eran- los amos del comercio.
Es un país mágico, como el nuestro.
Ahora hay trabas y obstáculos en las relaciones, atrapados en circunstancias que se creían superadas.
Habrá cambios perrones.