Después de la pandemia por Covid-19, la depresión infantil aumentó considerablemente debido al cambio de vida repentino que sufrieron los menores, informó la coordinadora del área de investigación y posgrados de la Unidad Académica de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Rosario Martínez
“El tema de la depresión ha venido teniendo un aumento significativo en el trabajo. Justamente los reportes en nuestros Centros de Atención Psicológica nos lo reportan, o sea, nos hacen patente esta demanda que los niños han venido presentando. También, evidentemente pérdidas por ejemplo el abuelo. Cuanto el niño no tuvo esa posibilidad de despedirse, de tener una dinámica o un proceso que le ayudara pues a tener esta comprensión. Y eso se ha venido reflejando en muchísimas otras problemáticas que quizás no son detectadas como una depresión”.
Las dificultades en el aprendizaje y el comportamiento violento son factores que los padres de familia deben considerar, pues explicó que “es importante ver cuáles serían las mejores formas de ir trabajando y de ir tramitando estas depresiones que nosotros le llamaremos también como parte de un proceso de duelo o si tiene que ver con un comportamiento justamente agresivo, porque para él es una agresión lo que ha recibido como pérdida, entonces reacciona con otra agresión”.
Afirmó que las reacciones de violencia y las agresiones por parte de los pequeños no sólo se deben a un mal comportamiento, sino que son un reflejo de la tristeza y depresión que sienten.
“Y lo vemos sólo desde el punto de el niño es agresivo, pero no nos preguntamos qué le está pasando para tener esa agresión”.
Resaltó las acciones y el trabajo que deben realizar coordinadamente padres de familia, el psicólogo y los docentes para apoyar al infante a salir de la depresión. Dijo que en casa es importante que los papás, primero que nada, asuman que también tienen miedo y no esconderle al niño esta condición, ya que a veces como un acto de valentía los papás creen que si se muestran como personas sumamente seguras, el menor hace algo similar, por lo que, dijo, es mejor reconocerlo y aprender a decir “tengo miedo”.
