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jueves, 28 marzo, 2024
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Candidaturas-chatarra igual a inercia gubernativa, igual a persistencia de los problemas: el gris continúa

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

Observo las campañas y confirmo lo que ya sabíamos: están vacías. Y unas campañas de este tipo son la prefiguración de gobiernos inerciales. Hay relación entre la forma de las campañas y el tipo de los gobiernos que se establecen. El contraste, por ejemplo, es el caso de Kumamoto: su campaña rústica y llena de contenido se expresa en un ejercicio legislativo de calidad. Es decir, sí hay candidaturas con planteamientos al menos con agenda pensada o producto de estudios mínimos, pero la inmensa mayoría son candidaturas-chatarra. La comida chatarra es imagen y sabor artificial, pero sin contenidos alimenticios o saludables. Es lo mismo que pasa con esas candidaturas: imágenes y mediatización de rostros, frases pegajosas y canciones bailables, pero sin contenido sustancial. Por ello creo que nos aproximamos a ejercicios de gobierno y legislativo inerciales: harán lo mismo que los anteriores sólo con pequeñas variaciones de estilo o luces de artificio.
Una de las notas esenciales que podemos observar es la falta de diagnósticos de aquello que quieren resolver, y sobre todo, la evaluación de por qué inician y terminan gobiernos y los problemas siguen ahí creciendo. ¿Qué ocurre con los gobiernos que no han podido hacerle nada a la pobreza, desigualdad o mala educación? ¿Todo se debe a que son rateros y ya, de tal manera que si llega una persona con sentido de moralidad los problemas van a desaparecer? También se escucha que “ellos si van a trabajar”, como si el obstáculo para que funcione la acción directiva del gobierno es contar con personas trabajadoras. Remedios que difunden en medios de comunicación y sólo expresan o ignorancia o demagogia de los cientos de candidatos-chatarra multicolor. Este tipo de respuestas pone de manifiesto el desinterés del núcleo de su actividad: las complicaciones que existen en el momento que el Estado en su conjunto enfrenta los problemas públicos. Ante la pregunta de, ¿por qué los gobiernos no han siquiera disminuido los graves problemas que cargamos desde hace décadas? Los mejores diagnósticos señalan que son dos factores: (1) ya no sólo la ineficiencia de los gobiernos, sino algo más difícil, la insuficiencia estructural para poder hacerlo; y (2) la captura de los órganos de gobierno y de los contrapesos a los mismos. Y como doble vuelta de tuerca (por ejemplo): si la corrupción es un problema de captura, ahora se ha capturado el aparato que pretendía resolver la captura (el sistema anticorrupción). Es decir, capturas y meta-capturas. Estamos ante problemas muy retorcidos y complejos, y los candidatos-sabritones salen que “ellos si resolverán el estancamiento gubernativo porque son trabajadores y honestos”. ¡Guau! ¡Cuánta estulticia!
La medida que los estudiosos recomiendan para enfrentar la cuestión tanto de la insuficiencia como de la captura es modificar la estructura del aparato de gobierno hacia la institucionalización de la participación ciudadana en todos los órdenes y ciclos de gobierno. Solución que está llena de dificultades, no es que llamen “a la gente” a participar y ya. Para nada. Lograr dicha institucionalización requiere de saberes finos sobre procesos de implementación, presupuestos participativos y planeación de gestión estratégica. Y lo cual, a su vez, requiere ejecutar acciones que fortalezcan las capacidades relacionales de los gobiernos, se estimule la asociatividad autónoma de la sociedad civil y armar las interfaces socioestatales que hagan posible la conexión sociedad-gobierno. Y a su vez, significa tiempo para que estas medidas ofrezcan resultados. Eso sí: la hipótesis es que este tipo de acciones sí rompen los círculos de reproducción de la insuficiencia y la captura. Pero no es nada sencillo.
En suma, no hemos visto que los candidatos propongan la reestructuración de la arquitectura del gobierno para dar entrada a la participación ciudadana y la creación de órganos de expertos en partes clave de dicha arquitectura. Por ejemplo, los presupuestos participativos son una propuesta que se vincula naturalmente a los gobiernos locales, pero ninguno de los candidatos a presidentes de los principales municipios del estado lo han propuesto. Todos están con la idea de ‘ellos’ hacer uso de los recursos con ‘sus’ criterios propios. Por ello, no podemos esperar más que ejercicios inerciales y presupuestos incrementales (de algunos pequeños reacomodos). Por ello, es de esperar que los grandes problemas que padecemos desde hace décadas ahí seguirán: la manera de enfrentarlos es muy parecida a los anteriores gobiernos sólo con algunos cambios…de color partidario. Nada más. Todos los temas están vacíos: sobre el agua no hay nada por nadie, el empleo precario tampoco (eso de subir el salario mínimo es un decreto que nada cambia), de la seguridad siguen con las mismas consignas (“mejorar los cuerpos policiacos”), y en lo nacional la política de drogas está peor que vacía, llena de falacias y simulaciones. Es cierto que mejoraron el formato del debate de los candidatos a la presidencia, pero sigue sin poder ofrecer posibilidades para analizar los diagnósticos de los candidatos. 30 segundos de revire o minuto y medio para intervenir, ofrecen sólo espacio para las consignas. Ya se pasó del spot a la consigna, pero seguimos sin carne argumental. En suma, no esperemos que las cosas mejoren en los próximos años, y menos desde los gobiernos subnacionales, en especial los municipales. Mi expectativa de lo que resultará de los comicios es algo muy parecido a lo anterior. Pueden mejorar cosas por esfuerzos individuales de algunos candidatos, pero no es suficiente para cambiar la realidad. Para nada: la inercia gubernativa genera la persistencia de los problemas. ■

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