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martes, 23 abril, 2024
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Aún incierto, el futuro de los territorios rebeldes en Ucrania

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Por: Alan Arturo González •

Moscú. El Parlamento ruso aprobó este martes por unanimidad reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donietsk y Lugansk (RPD y RPL), que suman tan sólo 30 por ciento del territorio que ocupan las regiones homónimas de Ucrania, pero el presidente Vladimir Putin está convencido de que la superficie de los “nuevos países” incluye también el 70 por ciento que no controlan los separatistas.

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Según Putin, al reconocer a la RPD y la RPL, Rusia aceptó sus documentos fundamentales. En ellos es claro que las repúblicas populares se fundaron cuando todavía formaban parte de Ucrania y así lo establece su Constitución.

Dijo que la transferencia de la parte que reclaman tendrá que ser negociada directamente por esas repúblicas con el gobierno de Kiev y reconoció que ahora ello no es posible por el conflicto armado. Así que eso, indicó, es un asunto que se resolverá en el futuro.

VIDEO: Rusia reconoce la independencia de Donetsk y Lugansk.

Hasta que Putin respondió esa pregunta, al término de su reunión con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, para la cancillería rusa, a través del vicecanciller Andrei Rudenko, era claro que se trataba de los límites que tienen al día de hoy la RPD y la RPL, por cuanto Rusia aceptó en los acuerdos de Minsk, el segundo firmado en 2015, que siguieran formando parte de Ucrania, aunque con “estatus especial”.

Asediado por la prensa, antes de que se conociera la opinión de su jefe, el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, tuvo que ser preguntado ocho veces por los reporteros de la fuente hasta que dijo que creía que el reconocimiento se refiere a los límites que había en 2014, cuando surgieron las “repúblicas populares”.

Confirmado por Putin, por ridículo que parezca, dos terceras partes de Donietsk y Lugansk estarían ocupadas por Ucrania.

Las tropas rusas, –que desde el punto de vista de Moscú ya tienen fundamento legal para posicionarse en la RPD y la RPL como “garantes de la paz”–, podrían ayudar a recuperar el “suelo arrebatado” por el “régimen fascista de Kiev”, como lo definieron varios diputados de la Duma al apoyar la ratificación de los decretos presidenciales.

En realidad no es una cuestión menor. Al reconocer Rusia la independencia de las regiones de Donietsk y Lugansk –al margen de las sanciones que le impondrán– tendrá que asumir el enorme costo de la reconstrucción de la devastada zona, millonada que quería endosar a Kiev con el famoso “estatus especial” de los insurrectos.

A cambio, podrá reforzar ahí su presencia militar permanente, como establecen los tratados firmados con la RPD y la RPL, los cuales permiten que cada una de las partes, a fin de garantizar la seguridad, la paz y la estabilidad, podrá conceder a la otra el derecho de construir, utilizar y mejorar su infraestructura militar e instalar bases militares en su territorio. Sin embargo, con eso no podrá eliminar la amenaza que representa el eventual ingreso de Ucrania en la OTAN.

Pero si Rusia, escudándose en que tiene un tratado de asistencia mutua, decide más adelante acudir en ayuda de los gobernantes de la RPD y la RPL para recuperar con su ejército el 70 por ciento de las regiones de Donietsk y Lugansk que les faltan, se abriría un escenario que augura más costos que los beneficios que haya podido obtener con su reconocimiento.

Aunque le tranquiliza pensar que no se llegará al extremo de desatar una guerra nuclear y suicida por defender la soberanía de Ucrania, Moscú es consciente de que no podrá ampliar el espacio de los “nuevos países” sin cruentos combates y bajas por ambos lados. De ahí la cautela del primer comentario de Putin sobre este tema y la sugerencia de que las “repúblicas populares” y Kiev deberán negociar los límites territoriales.

VIDEO: Ucrania pide ayuda internacional rápida y eficaz.

Para Putin, en la lección de historia que quiso dar el lunes, sería algo normal que Rusia extendiera su dominio sobre las otras regiones del este y sur de Ucrania para acabar con la anomalía histórica, gracias a Lenin y colegas bolcheviques, que dio origen a Ucrania.

Lo malo, sostienen sus críticos, es que el mandatario ruso empezó a contar la historia cuando le convino y olvidó que la Rus de Kiev, que agrupó a las tribus de los eslavos orientales, se fundó varios siglos antes de que aparecieran el principado de Vladimir y Suzdal que evolucionó hacia Moscovia, la cual – a su vez– derivó como centro unificador de los eslavos de la actual Rusia.

El propio Putin afirmó ayer que, después de reconocer la independencia de la RPD y la RPL, “no me sorprende que se especule sobre la restauración del imperio ruso, pero debo decir que esos rumores no se corresponden con la realidad, en absoluto”.

Según él, al desintegrase la Unión Soviética, Rusia aceptó la nueva realidad geopolítica y, desde hace treinta años, fomenta con intensidad su cooperación con los países surgidos en el espacio postsoviético.

En los próximos días veremos hasta dónde llegan las tropas rusas y cómo encaja Rusia las nuevas sanciones en su contra, sin lo cual no se podrá saber si, para el Kremlin, valió la pena enterrar los acuerdos de Minsk, que hasta el lunes anterior, antes de la reunión de su consejo de seguridad, consideraba la única base para un arreglo político del conflicto del este de Ucrania.

El presidente Vladimir Putin envió tropas a dos regiones controladas por rebeldes en el este de Ucrania después de reconocerlas como estados independientes. Estados Unidos acusó a Rusia de crear un pretexto para la guerra. Infografía Graphic News.

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