A manera de excurso, en medio de una reflexión sobre el modelo educativo posible, he considerado que intercalar, en esta segunda entrega, algunas ideas sobre la situación actual, me permitirían tratar de contextualizar, asumiendo los riesgos que conlleva, dentro del horizonte hoy abierto, los proyectos educativos con que se juega –literalmente- nuestro incierto futuro. Para después, continuar bordando ideas relacionadas con el locus en torno a esa “otra educación”, una frágil ventana, donde volver instituible lo “posible”. Todo depende del modo de hacernos cargo de la tarea que no es únicamente responsabilidad de los actores del sistema educativo, sino que debemos más bien asumirla, desde dentro de la “democracia real ya”-, y como una exigencia impostergable del proyecto -por elucidar-: “Zacatecas en el amor del tiempo”.
Es conocida la situación educativa nacional, la catástrofe que ha dejado desde hace tiempo de ser silenciosa, es reiteradamente reconsiderada, evaluación tras evaluación, de manera sistemática y permanente. Es menos de recibo, el intento de convertir en “chivos expiatorios” a los movimientos de educadores y educadoras que se opone a la implementación de la Reforma Educativa, quienes cuestionando con argumentos -algunas veces- no compartidos por otros sectores, pero, sí, en su parte medular, esencialmente válidos, han señalado, reiteradamente, que la reforma, es tan sólo una solución parcial, con la marca indeleble de “fallida”, en la medida en que no es incluyente, ni democrática, a pesar de que sea vendida por el régimen, a golpes mediáticos y mediante representaciones políticas, sin legitimidad efectiva, como mínimo, ante un sector del magisterio y de la sociedad civil, que rechaza las medidas aprobadas, y pide, foros y congresos, donde se profundice la reflexión.
El panorama más amplio permite hacerlo más claramente visible, analizando -comparativamente- sus consecuencias en el espejo de la crisis de la educación provocada por el modelo neoliberal, en países como Chile y Colombia, donde movimientos estudiantiles masivos, una y otra vez, se manifiestan -en protesta- contra los “efectos perversos” de las mejor llamadas “contrareformas educativas” implementadas de larga data, en sus respectivos países. Para no hablar del espejo desenterrado de la “Marea Verde” en España, ese potente movimiento magisterial y social opuesto a las reformas educativas del gobierno de Mariano Rajoy, o, también, de la quiebra de la educación pública en Grecia, que ha impactado en el sector educativo griego, y en la juventud, cómo si se tratara de un mortífero tsunami, resultado directo de las “políticas de austeridad”, cuyo principal objetivo es ajustar las cuentas a favor del sector financiero europeo, (principalmente alemán), en detrimento de amplios sectores de la población que padecen las atroces consecuencias del horror económico propio del sistema actual, cuya crueldad se “extremiza” a la par que aumenta la exigencia insaciable de los “mercados”, término este último, por cierto, fetichizado por el “mainstream”, que apenas consigue ocultar -ya- el enriquecimiento -totalmente desproporcionado y humanamente injusto- de unas minoritarias elites, para no hablar, ahora, de las otras caras -interconectadas- de ese poliedro con que se manifiesta la crisis multidimensional en curso (ecología, inseguridad…)
En tanto parte de las “reformas estructurales” (¿Tercera generación?), ellas nos exigen una pedagogía colectiva –eficaz-, capaz de explicar paso a paso, y de manera comprensible para todos y todas, la forma en que se han logrado imponer -vuelta de tuerca atroz- bajo el signo de un neoliberalismo a la mexicana, celebrado por aquellos medios de comunicación portavoces de los dueños y señores del “casino global”. Se condena –así- a la inmensa mayoría de las personas en nuestro país a una “bancarrota sistémica”, por desgracia, relativamente próxima, razón por la cual, todas las baterías, de manera preventiva, se dirigen a la “criminalización” de la protesta social. Y ello, junto con el uso de otras vías, como la contención a través de “políticas sociales” de una población humana expoliada, vista a la luz de los efectos de la crisis sistémica global, que, muy probablemente, me arriesgo a avanzar ésta anticipación, podría dar un nuevo latigazo, haciendo estallar la retórica con que se pretende justificar lo injustificable. De seguir la historia por venir ese curso, podría evidenciarse ese “callejón sin salida” que el régimen construyó, entre la Reforma Energética y la crisis financiera, que supuestamente, se desataría de no aprobar aquella (Camacho Solís, dixit), mostrándolo en toda su crudeza, como una “desposesión” de la riqueza del pueblo soberano, especialmente, sí, y tal como parece perfilarse, la economía mundial opera, desbancando al hegemón, Estados Unidos, y favoreciendo -caos sistémico incluido- a las potencias emergentes. México continuaría con problemas.
Anudamiento provisional. Volveremos al modelo educativo posible. En clave zacatecana ¿cómo podemos elucidar que no hay mundo “común”, sin bordar, en nuestra vida cotidiana compartida, los contenidos inagotables del proverbio africano… “¿Para educar a un niño hace falta la aldea entera?” ■
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