Además de la calidad en la imagen, el fotoperiodismo necesita de la empatía, el respeto y la humanidad, y las mujeres son buenas para ello. Así lo consideró la fotoperiodista zacatecana Flor Castañeda, en el marco de la inauguración de la muestra “Nosotras: mujeres en el fotoperiodismo”, abierta al público en el vestíbulo del Poder Legislativo a partir del sábado 19 de agosto y con permanencia de dos semanas, en la que, precisamente, dan cuenta de ello.
Conformada por 21 piezas de la autoría de Flor Castañeda, Jesse Mireles, Landy Valle, Nallely de León, Karen García, Mariana Hernández y Diana Valdez, “Nosotras: mujeres en el fotoperiodismo” condensa en imágenes en color y monocromo, el pulso de la historia contemporánea de Zacatecas lastimada por los feminicidios, las desapariciones forzadas y las ejecuciones, pero también por los desastres ambientales y la permanencia de las tradiciones ancestrales y las inventadas, como dijera Eric Hobsbawm.
“Para que las fotografías denuncien, y acaso alteren una conducta, han de conmocionar” escribió Susan Sontag en su ensayo “Ante el dolor de los demás”, y las fotografías que conforman la muestra inaugurada para celebrar el Día Mundial de la Fotografía lo hacen, pues vemos como niños juegan alrededor de un charco de agua mezclada con sangre luego del asesinato de una pareja en la Plaza Bicentenario; una madre con el rostro marcado por la angustia al ignorar dónde está su hija; somos testigos en primera fila para ver al Palacio de Gobierno de Zacatecas ardiendo entre pintas y consignas que gritan un alto a la violencia en contra de la mujer; o simplemente porque nos asomamos a la vida cotidiana de un comerciante cuyos minutos pasan mientras espera a vender el primer helado del día.
El trabajo de estas siete fotoperiodistas zacatecanas, de generaciones distintas pero unidas y urgidas por mostrar con la lente cómo arde el estado, alcanza sus objetivos: el primero que consiste, como deber del género, informar con lo visible y sin palabras; y el segundo, y quizá más complicado, lograr la “paradoja fotográfica” como la llamara John Berger, que es impactar con lo invisible, es decir, la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus habitantes y que al ser expuestas en el Poder Legislativo, se logra otra parte fundamental: la protesta a través de la imagen.
El colectivo de fotógrafas estuvo acompañado por la diputada local Zulema Yunuén Santacruz, quien reconoció la labor cotidiana de las expositoras, mientras que Flor Castañeda y Jesse Mireles destacaron acciones como esta que contribuyen a que las mujeres se apropien de lugares y espacios que históricamente les han sido negados o de los que se les ha excluido.
