Jorge Castañeda Gutman escribió a finales de los noventas su estudio sobre las sucesiones presidenciales en el régimen hegemónico, de 1970 a 1994, abarcando los complejos procesos que dieron como resultado en la nominación por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo Ponce de León. La herencia, arqueología de la sucesión presidencial en México, es un texto ineludible para entender la lógica del poder y la cultura política en México, no solo de entonces, sino en su génesis y evolución misma. En el mismo pueden encontrarse referencias a otras sucesiones, a la dinámica burocrática del Estado pos revolucionario y al surgimiento mismo del modelo neoliberal. Desde mi punto de vista, el libro es un clásico para comprender los procesos tan complejos de transición del poder en la cúspide del sistema político mexicano, más aún sí se trata de integrantes de un mismo partido. En estos tiempos me ha parecido pertinente volver a su lectura y en ese mismo sentido, recomendar su consulta.
Puede coincidirse o reprobarse en el método de sucesión al que Lázaro Cárdenas dio origen y perfeccionó Adolfo Ruiz Cortines, como mecanismo para una disputa del poder en términos (más o menos) civilizados, pero no puede negarse su eficacia, cuando menos desde la sucesión que permitió a Adolfo López Mateos llegar al poder, dicho método evitó fisuras en la clase política gobernante, cuando menos de la importancia que pusiera en riesgo su permanencia; no es hasta la victoria interna de Carlos Salinas de Gortari, cuando el mecanismo da cuenta de su ineficacia, volviéndose lamentable en su consecuencia en 1994, hasta que fue relativa y tácitamente abandonado por Ernesto Zedillo en la selección de Francisco Labastida en 2000 como primer candidato derrotado del PRI.
El autor diferencia entre dos tipos de sucesión: por elección o decisión y por descarte o eliminación. De los primeros resultaron López Portillo, Salinas y Colosio; de los segundos, Echeverría, De la Madrid y Zedillo.
El texto da cuenta además de las entrevistas realizadas a los expresidentes vivos entonces: desde Luis Echeverría hasta Carlos Salinas y en su propia voz de sendas lecciones de supervivencia, astucia, personalidades y concepción del poder de quiénes fueron cuasi- todopoderosos durante seis años en el país.
Podemos también entender notas de la naturaleza histórica y política de nuestro país, como lo describe Castañeda al inicio del libro: “Si una conclusión se desprende del texto y de su elaboración, consiste en la confirmación de algo que sabe, de modo consiente o intuitivo, todo mexicano que se haya aproximado al poder y a la gobernabilidad de este país: México es infinitamente difícil de aprehender, de administrar, de gobernar. Cualquier ambición que presuponga o procure una desmesurada simplificación de los problemas del país se condena al fracaso; la verdadera herencia del sistema que se extingue con una lentitud desesperante yace allí: en la conciencia de la inmensa complejidad del alma mexicana.”
Al tiempo que cierro la recomendación, anoto una lección más: la condición humana se impone al poder; ni los presidentes mismos lograron imaginar, al momento de su decisión, la actuación, desprendimiento, decisiones y forma de ejercer el poder, de quiénes ellos definieron que los sucederían. Y en ese sentido se vuelve obligatoria a Luis Spota en su novela que dibuja con claridad el proceso sucesorio de aquellos tiempos, al expresarle un presidente saliente al candidato por el ungido: Esté usted preparado para la ingratitud, doctor. Así, cuando ésta llegue, le dolerá menos.
@CarlosETorres_
