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jueves, 18 abril, 2024
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La marginación empoderada en ‘El actor principal’ de Paula Markovitch (2019)

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Por: INELA SELIMOVIC •

La Gualdra 489 / Cine

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La crisis pandémica del COVID-19 ha demorado significativamente la circulación El actor principal de Paula Markovitch en festivales internacionales justo después de su producción en 2019. Este 14 de agosto de 2021, sin embargo, El actor principal se presentó en el prestigioso festival de cine internacional Nowe Horyzonty en Polonia.

La originalidad del filme no se halla solamente en la naturaleza del encuentro fortuito entre los personajes principales de México y Kosovo, sino también en la sutil crítica sobre los espacios físicos y socioculturales que ellos enfrentan. Rodado, en parte, en las alfombras rojas de la Berlinale en 2017, El actor principal es el tercer largometraje de Markovitch donde notamos la influencia estético-filosófica, en grados diferentes, de Ingmar Bergman, Jim Jarmusch, Mike Leigh, Wong Kar-wai y Jean-Paul Sartre. El actor principal se diferencia estéticamente de las películas anteriores de Markovitch —Música de ambulancia (2009), Ayotzinapa 26 (2016), El premio (2011) y Cuadros en la oscuridad (2018)— principalmente por la hibridez de su puesta en escena que oscila entre la realidad vivida (la Berlinale del 2017) y la imaginada (las capas ficticias del argumento central). 

Situado en la plena Berlinale en 2017, El actor principal traza las andanzas de Luis (Marcelo Cerón), un actor mexicano no profesional, esencial en Espejos, una película fijada en el programa de la Berlinale, y plasma el tema de (no) pertenecer a nivel cultural, profesional y estético. Markovitch plantea este argumento a dos niveles intercalados. Por un lado, la directora se enfoca en un encuentro lingüística y culturalmente singular y fragmentado que elegantemente genera el desconcierto interpersonal entre los protagonistas, Azra de Kosovo (Vjollca Bajraj) y Luis de México. La inhabilidad de hablar el idioma común produce la necesidad entre los dos de tomar voz a través de lo emocional. Las expresiones emocionales (canalizadas por sus miradas, gestos, silencios, pensamientos medio expresados e inclusive bailados) se yuxtaponen con pocas palabras compartidas en inglés (y algunas en español y albanés), por lo tanto, los separan, confunden, intrigan pero también unen. Este tipo de intersubjetividad además expone ciertas implicaciones políticas hacia el contexto económico mexicano (la economía informal) y sobre la guerra de Kosovo (1998-1999). En El actor principal, sin embargo, las emociones —abiertamente compartidas, algo expuestas o simplemente desbordantes— sirven de pilares comunicativos que aclaran y confunden a la vez. La planteada ambigüedad nos obliga pensar en las implicaciones de la película más que en su trama. Este tipo de comunicación, cuya base se debe a los esfuerzos interactivos emocionales de gran ambigüedad, fortalece una intersubjetividad de contradicciones que repetidamente tienen sentido. 

El microcosmo de gran peculiaridad intersubjetiva en el sótano del hotel berlinés, por otro lado, imaginativamente fortifica un sutil interrogatorio sobre las expectativas en cuanto a la temática latinoamericana en el contexto de festivales internacionales. Según Markovitch, “Los festivales internacionales en su selección encarnan en general una mirada condescendiente del mundo latinoamericano. Los personajes no parecen tener características propias sino que solo están definidos por sus circunstancias. Los personajes ‘son su problema’”. La directora trata de no únicamente exponer dicha estrechez temática sino la mina a través del encuentro lingüísticamente singular entre Luis y Azra, cuyos pasados personales y políticos tampoco carecen de desafíos, marginaciones y victimizaciones. 

Para aclarar: la marginación física de Luis, sus escapes primero a la lavandería del hotel donde conoce a Azra y luego a las calles de Berlín, emblemáticamente alude a otros tipos de marginación político-cultural (étnico, racial, social) en un lugar europeo hacia los inmigrantes de países en vías de desarrollo. Al mirar El actor principal, uno quizás piense en las olas migratorias recientes a través del continente europeo o tal vez la posición multifacética de estar desplazado sin privilegios. El breve contacto de Luis con Azra, una inmigrante de Kosovo y trabajadora del hotel, arroja luz sobre ciertos destellos de pertenecer a una de las categorías como las de refugiados, desplazados, disidentes políticos, sobrevivientes de guerras o de violencia política. La marginación en dichas categorías es raras veces unidimensional. 

Markovitch tampoco refuta la existencia de realidades precarias de las cuales ciertas comunidades latinoamericanas innegablemente padecen. De hecho, la directora insinúa algunas de ellas en sus películas anteriores (el retorno crítico al terror de estado argentino [1976-1983] en El premio; o las complejidades socio-culturales en los espacios de villas miseria, en Cuadros en la oscuridad) entre otros ejemplos. En la última película, el trasfondo de Luis, quien es un ladrón carismático de espejos, evoca la inevitable precariedad de la economía informal contemporánea mexicana. 

Los detalles de su pasado (los robos de Luis), sin embargo, no surgen para victimizarlo en El actor principal, sino más bien para subrayar su resiliencia, su fuerza personal, su libre albedrío y su imaginación. El trasfondo de Luis en gran parte inspira el argumento de Espejos y su rol del actor principal en ella. Los personajes en El actor principal, por lo tanto, insistentemente desafían las fáciles —o absolutistas— categorizaciones en cuanto a sus desempeños sociales o profesionales. 

La crisis pandémica del COVID-19 ha demorado significativamente la circulación El actor principal de Paula Markovitch en festivales internacionales justo después de su producción en 2019. Este 14 de agosto de 2021, sin embargo, El actor principal se presentó en el prestigioso festival de cine internacional Nowe Horyzonty en Polonia.

La originalidad del filme no se halla solamente en la naturaleza del encuentro fortuito entre los personajes principales de México y Kosovo, sino también en la sutil crítica sobre los espacios físicos y socioculturales que ellos enfrentan. Rodado, en parte, en las alfombras rojas de la Berlinale en 2017, El actor principal es el tercer largometraje de Markovitch donde notamos la influencia estético-filosófica, en grados diferentes, de Ingmar Bergman, Jim Jarmusch, Mike Leigh, Wong Kar-wai y Jean-Paul Sartre. El actor principal se diferencia estéticamente de las películas anteriores de Markovitch —Música de ambulancia (2009), Ayotzinapa 26 (2016), El premio (2011) y Cuadros en la oscuridad (2018)— principalmente por la hibridez de su puesta en escena que oscila entre la realidad vivida (la Berlinale del 2017) y la imaginada (las capas ficticias del argumento central). 

Situado en la plena Berlinale en 2017, El actor principal traza las andanzas de Luis (Marcelo Cerón), un actor mexicano no profesional, esencial en Espejos, una película fijada en el programa de la Berlinale, y plasma el tema de (no) pertenecer a nivel cultural, profesional y estético. Markovitch plantea este argumento a dos niveles intercalados. Por un lado, la directora se enfoca en un encuentro lingüística y culturalmente singular y fragmentado que elegantemente genera el desconcierto interpersonal entre los protagonistas, Azra de Kosovo (Vjollca Bajraj) y Luis de México. La inhabilidad de hablar el idioma común produce la necesidad entre los dos de tomar voz a través de lo emocional. Las expresiones emocionales (canalizadas por sus miradas, gestos, silencios, pensamientos medio expresados e inclusive bailados) se yuxtaponen con pocas palabras compartidas en inglés (y algunas en español y albanés), por lo tanto, los separan, confunden, intrigan pero también unen. Este tipo de intersubjetividad además expone ciertas implicaciones políticas hacia el contexto económico mexicano (la economía informal) y sobre la guerra de Kosovo (1998-1999). En El actor principal, sin embargo, las emociones —abiertamente compartidas, algo expuestas o simplemente desbordantes— sirven de pilares comunicativos que aclaran y confunden a la vez. La planteada ambigüedad nos obliga pensar en las implicaciones de la película más que en su trama. Este tipo de comunicación, cuya base se debe a los esfuerzos interactivos emocionales de gran ambigüedad, fortalece una intersubjetividad de contradicciones que repetidamente tienen sentido. 

El microcosmo de gran peculiaridad intersubjetiva en el sótano del hotel berlinés, por otro lado, imaginativamente fortifica un sutil interrogatorio sobre las expectativas en cuanto a la temática latinoamericana en el contexto de festivales internacionales. Según Markovitch, “Los festivales internacionales en su selección encarnan en general una mirada condescendiente del mundo latinoamericano. Los personajes no parecen tener características propias sino que solo están definidos por sus circunstancias. Los personajes ‘son su problema’”. La directora trata de no únicamente exponer dicha estrechez temática sino la mina a través del encuentro lingüísticamente singular entre Luis y Azra, cuyos pasados personales y políticos tampoco carecen de desafíos, marginaciones y victimizaciones. 

Para aclarar: la marginación física de Luis, sus escapes primero a la lavandería del hotel donde conoce a Azra y luego a las calles de Berlín, emblemáticamente alude a otros tipos de marginación político-cultural (étnico, racial, social) en un lugar europeo hacia los inmigrantes de países en vías de desarrollo. Al mirar El actor principal, uno quizás piense en las olas migratorias recientes a través del continente europeo o tal vez la posición multifacética de estar desplazado sin privilegios. El breve contacto de Luis con Azra, una inmigrante de Kosovo y trabajadora del hotel, arroja luz sobre ciertos destellos de pertenecer a una de las categorías como las de refugiados, desplazados, disidentes políticos, sobrevivientes de guerras o de violencia política. La marginación en dichas categorías es raras veces unidimensional. 

Markovitch tampoco refuta la existencia de realidades precarias de las cuales ciertas comunidades latinoamericanas innegablemente padecen. De hecho, la directora insinúa algunas de ellas en sus películas anteriores (el retorno crítico al terror de estado argentino [1976-1983] en El premio; o las complejidades socio-culturales en los espacios de villas miseria, en Cuadros en la oscuridad) entre otros ejemplos. En la última película, el trasfondo de Luis, quien es un ladrón carismático de espejos, evoca la inevitable precariedad de la economía informal contemporánea mexicana. 

Los detalles de su pasado (los robos de Luis), sin embargo, no surgen para victimizarlo en El actor principal, sino más bien para subrayar su resiliencia, su fuerza personal, su libre albedrío y su imaginación. El trasfondo de Luis en gran parte inspira el argumento de Espejos y su rol del actor principal en ella. Los personajes en El actor principal, por lo tanto, insistentemente desafían las fáciles —o absolutistas— categorizaciones en cuanto a sus desempeños sociales o profesionales. 

Markovitch logra este tipo de crítica a través del protagonista sutilmente desafiante al exhibir su libre albedrío singular en un lugar de ciertas normativas que le resultan o poco familiares o poco interesantes. Además, lo no dicho o medio expresado en la película no queda silenciado, sino reverbera a nivel emocional con el potencial desafiante entre los protagonistas mientras que la poca presencia de Luis en la alfombra roja del festival (verdadero y ficticio) intensifica la importancia de Espejos, su director y las repercusiones por la ausencia del actor principal. En última instancia, la ausencia rebelde de Luis subraya su vitalidad.

Las prácticas agenciales, la dignidad y las provocaciones de los personajes una y otra vez se presentan de maneras sutiles en El actor principal. Dado que lo paradójico es el eje principal del desarrollo argumentativo de la película, no sorprende que esta conciba una marginación no fija, casi porosa, una marginación que tampoco carezca del poder. Al trazar las interacciones del personaje principal en El actor principal durante su (no) participación en el festival europeo de gran prestigio, la película parece insistir en una marginación empoderada.

* Inela Selimovic enseña en Wellesley College en Boston, EEUU. Selimovic ha publicado trabajos
académicos en Revista Hispánica Moderna, Journal of Latin American Cultural Studies, Confluencia,
Chasqui y Bulletin of Hispanic Studies. Es autora de Affective Moments in the Films of Martel, Carri, and

Puenzo (2018) y co-editora de The Feeling Child: Affect and Politics in Latin American Literature and Film
(2018) e Inusuales: hogar, sexualidad y política en el cine hispano (2020).

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_489

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