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jueves, 18 abril, 2024
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Pluriversidad; alternativa para una educación superior intercultural (1/2)

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Bajo ciertas condiciones de capitalismo, colonialismo
y patriarcado, no es posible una democracia de alta
intensidad. La democracia es como cualquier proceso
cultural, político, económico o social a través del cual
relaciones de poder desigual son transformadas en
relaciones de autoridad compartidas ….. no habrá
justicia social global sin justicia cognitiva global.
Boaventura de Sousa Santos (2017)

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La tercera transformación, en idea y discurso del presidente de México, se vio reflejada con el triunfo de la revolución mexicana, trajo consigo, sí, transformaciones, aunque no de fondo. Como consecuencia del fin de dicha revolución, se vieron cambios un tanto notorios en el ámbito educativo, para el año de 1921, el 90 por ciento de la población no sabía leer ni escribir; José Vasconcelos, quien fuera el primer Secretario de Educación Pública, impulsó de una manera contundente la educación indígena, la rural, la técnica y la urbana. Todas estas acciones eran inaplazables puesto que de ellas dependía el rumbo de la educación, lamentablemente, con el pasar de los años, se desvirtuó ese espíritu e ímpetu con el cual Vasconcelos inició. El Actual gobierno (2018-2024), ha instituido de manera discursiva la cuarta transformación –una revolución ideológica-, a tres años del inicio de dicha transformación, no se han dado cambios sustanciales en el ámbito educativo, incluso, se hace sentir todavía esa fatídica Reforma Educativa que el presidente anterior impuso. No podemos decir que realmente existe un proyecto de nación con una nueva visión.

Desde una perspectiva meramente discursiva, el presidente de la república desea un cambio profundo para el país, toma, por supuesto, como bandera de lucha a lo que él le denomina proyecto de nación, derivado de la tan mencionada cuarta transformación; aunque todo México sabe de ella, solo pocos la han visto –no sé de qué manera, pero la mantienen vigente en su mente-. Algo que se ha convertido en un discurso eterno y demagógico, es el hecho de considerar a la educación como el motor que mueve a la sociedad, sí, pero no la transforma, ello obedece a que las instituciones educativas son producto de un decreto político, no social, en consecuencia, es el estado quien por desventura se erige como educador; de esta manera no podría considerarse a la actividad educativa como eminentemente social.

Históricamente, el sistema educativo mexicano se ha desarrollado con acciones meramente inerciales y pragmáticas, no ha promovido transformación social significativa puesto que el sistema hegemónico se ha apoderado de él con la intención de controlar el poder político, económico y social; a costa, por supuesto, del empobrecimiento de un gran sector de la sociedad. Podemos observar que en ningún nivel educativo ha habido resultados benéficos para la sociedad en general, los alumnos son sometidos, alienados y enajenados a grado tal que no se puede decir que la educación ha cumplido con ese sentido de responsabilidad social; pasan de grado en grado sin siquiera saber con qué nivel de conocimientos lo van haciendo. Cuando llegan a las instituciones superiores, estas aseveran que solo el veinte por ciento de los alumnos aceptados, cuentan con los conocimientos básicos indispensables que requiere cada una de las profesiones que ofertan.

¿Qué hacer para superar este estado de cosas?, una gran mayoría de instituciones de educación superior, son autónomas, esta condición es favorece puesto que pueden darle rumbo sin tantos sesgos a los procesos de formación profesional; esto se logrará en la medida en que se redefinan las instituciones mediante acciones meramente humanas. La universidad debe verse como una organización que impulse la investigación, promoción y democratización del conocimiento, que este conocimiento sea humanista y que se genere desde una perspectiva meramente social.

Las universidades que consientan y promuevan acciones meramente burocráticas, jamás se podría confiar en ellas para que, de acuerdo a como lo menciona el presidente de la república, puedan ser garantes de esa tan anhelada cuarta transformación. Se requiere impulsar la creación de una universidad humanista, que dé un mejor rumbo y dirección a esta nación, una universidad que deje ese estilo rígido, conservador, alienante y enajenante; urge un modelo de universidad distinto al de los tiempos actuales, un modelo comprometido con las luchas sociales que lleven a edificar una sociedad abierta y combativa, capaz de resolver problemas prácticos y teóricos, con cátedras dinámicas que lleven a los futuros profesionistas no tan solo a construir conocimiento, sino a generarlo.

Las universidades tienen el compromiso social de defender a la humanidad, habrá que dejar esas frases hechas y trilladas que solo orientan hacia buenos propósitos y que hacen declaraciones públicas con palabras huecas, vacías de contenido. Hacen falta universidades que valoren la riqueza de la pedagogía y la didáctica, que promuevan ideas que derroquen al individualismo para convertirlas en luchas sociales; entonces, el cometido de una universidad es, defender a la humanidad, que sea plural de forma tal que incluya a los pueblos originarios, a los obreros, a los campesinos y, que construya una realidad social basada en la promoción de los derechos humanos. Espero y con esto se comprenda el porqué es necesario convertir a las universidades en pluriversidades. ■

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