Tómese en cuenta que un servidor es un apasionado de los temas públicos. Sin embargo, no se tiene que serlo para valorar, en lo que vale, el ejercicio del sufragio, que todos los mexicanos en edad y pleno derecho, tendremos oportunidad de ejercer el próximo seis de junio para definir, entre otras cosas: Ayuntamientos (tal es el caso de nuestro estado), Legislaturas Locales (en treinta entidades federativas), Gubernaturas (quince de las treinta y una, sin contar la Jefatura del Gobierno de la Ciudad de México) y la Cámara de los Diputados del Congreso de la Unión (trescientos cargos de mayoría relativa, o sea, de elección directa y doscientos de representación proporcional, es decir, de elección indirecta). Para todo ello, según datos del Instituto Nacional Electoral, serán instaladas en el país, más de ciento sesenta mil casillas en todo el país, dos mil quinientas ochenta y ocho para el caso de nuestro estado. El padrón electoral para esta elección lo es de noventa y tres millones seiscientos setenta y seis mil veintinueve ciudadanas y ciudadanos, y la lista nominal de noventa y tres millones quinientos veintiocho mil cuatrocientos setenta y tres. En el caso de Zacatecas, ya sabemos, elegimos a quién encabezará el Poder Ejecutivo del Estado, decidiremos la conformación de la Legislatura Local y elegiremos a nuestros representantes ante la Cámara de los Diputados. Pero también se decidirá quiénes serán los próximos 58 alcaldesas o alcaldes, mismo número de síndicas o síndicos y 547 regidoras o regidores. Vaya numeralia. Pasemos a lo sustancial.
En el mundo, y México y Zacatecas no son la excepción, la democracia atraviesa por un contexto histórico de complejidad, resultado de las circunstancias extraordinarias que se han venido configurando en las últimas décadas: cambio poblacional, el cambio de paradigma en la producción y las comunicaciones, que algunos se atreven a llamar una nueva revolución industrial, el reto inacabado de las instituciones para adaptarse a estos tiempos y por sí todo lo anterior fuera poco, impresionantes riesgos en frente que ponen en duda la supervivencia misma de la humanidad: pandemia(s) y más aún, cambio climático. En México podemos agregar la turbulencia política de un cambio electoral que impactó con tal fuerza en 2018 que vino a reacomodar todas las piezas en el tablero de la competencia por el poder, cuando menos desde los últimos treinta años hacia atrás. Las desavenencias, decisiones y demás estrategias que se han derivado del cambio político que también ha vivido recientemente nuestro más importante vecino y principal socio comercial, los Estados Unidos. Y peor y más cotidianamente lamentable, la crisis de seguridad y violencia que no cesa, luego de más de una década. Podemos finalizar, llegando al caso de Zacatecas, que enfrenta, como pocas veces en su historia, un porvenir de complejidad no visto nunca antes. Ya hemos retratado antes en estas mismas páginas, no tendría sentido hacer un recuento, sí acaso agregar lo que también, por ser parte de la cotidianeidad, no hemos nombrado y acaso es lo más importante y urgente: servicios públicos de calidad (agua potable, recolección de basura, espacios públicos, salud, etc.); por todo ello, pero también por la historia misma que ha significado una travesía no siempre lineal, sino en zigzag, hoy que todos tenemos el derecho a votar, hagámoslo con la emoción de un derecho bien ganado.
@CarlosETorres_
