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jueves, 28 marzo, 2024
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El poder en manos de familias gobernantes: el despotismo de la Gens

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Por: La Jornada Zacatecas •

Así como en la economía hay una creciente desigualdad, donde los pobres crecieron en varios millones, los más ricos también son más ricos. En el ámbito de la política pasa lo mismo, pero en su terreno: las organizaciones populares perdieron poder y los pocos grupos de poder han concentrado más poder. El efecto mateo: al que tiene mucho le toca más. La concentración de riqueza y poder amplía las brechas de la desigualdad extrema. Y si: la cosa está extrema.

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Se está gestando una forma peculiar de distribuir el poder que nos manda a un pasado muy remoto, pre-republicana: la transmisión consanguínea del poder. Antes de que triunfara la lógica republicana, el poder estaba en manos de “casas” gobernantes. Son famosos Los Austrias o la Casa de Borbón. Familias que gobernaban países y con sus matrimonios combinaban los mandos. Sin embargo, en los espacios más pequeños como las marcas, los ducados o condados era la misma lógica: las familias dueñas del poder controlaban un territorio del cual también eran dueños. El Estado Nacional moderno significó desmontar todo ese entramado. El declive de las casas de nobleza y su paso a regímenes liberales, destruyó la distribución consanguínea del poder. No hay concentración más cerrada del poder que los círculos familiares. La idea meritocrática del pensamiento liberal atacaba con fuertes explosivos la idea de que el mando fuera cosa de familiares, porque esta última es la entrada del ejercicio despótico del gobierno.

Alrededor de las familias gobernantes, en países o en pequeños condados, había una institución que las hacia posible: ‘el homenaje’. Los otros nobles o propietarios recibían privilegios a cambio de lealtad a la casa gobernante. Y alrededor de ellos, había un cúmulo de corifeos, bufones y aduladores, que cantaban loas antes de torneos para ver si con ello obtenían alguna migaja de los dueños del poder. Cuando surgieron los movimientos republicanos, fueron atacados hasta por la iglesia que identificaba al rebelde con el hereje. Los clubes republicanos liberales formaron sociedades secretas para poder formarse y organizarse. En las catacumbas se cultivó la república: hereje e igualitaria.

Pues bien, ahora mismo estamos en una forma de pre-republicana de distribución del poder: familias que conforman casas de gobierno. En el PRI, en el PAN, en Morena, en Movimiento Ciudadano y hasta en los partidos locales. Igualitos. Los Moreira en Coahuila, los Murat en Oaxaca, los Velasco en Chiapas, los Gamboa Patrón, los Monreal, los García, los Álvarez, los Miranda, los Barragán, los Noyola, los Mejía y un montón de familias que surgen con solo ver la lista de candidaturas de mayoría y plurinominales. Se ha conformado una aristocracia gobernante que construyen linajes. Círculos cerrados donde no entra la plebe. Esta debe aplaudir y sacar las matracas. Los corifeos y aduladores los podemos encontrar en la academia, donde también les fascinan los títulos nobiliarios.

En suma, estamos ante un verdadero salto para atrás. Los grupos de familias gobernantes actúan en el PRI, el PAN, Panal, PT, Verde, MC, Morena y si ponemos la lupa, en un amplio número de partidos más . Las castas se han adueñado del sistema de partidos y han formado un dique a la distribución social el poder, a la democracia. En este momento y en este tema no hay ‘partido diferente’. Estamos ante el despotismo de la Gens.

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