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viernes, 19 abril, 2024
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Agachones y rebeldes, ¿quién es quién?

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Por: Jorge Adán Hernández •

Ninguna transformación o cambio importante, que haya valido la pena en la vida de la humanidad, se ha dado en la tranquilidad y en la comodidad de quienes lo desearon. Las cosas buenas para nuestra sociedad nunca se han dado en automático y mucho menos por cuestión de tiempo. Para lograr cambiar algo y más si se trata de una cuestión social o política, lleva su tiempo, su esfuerzo, su dedicación y su resistencia a ese cambio.

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Es natural que haya resistencia a los cambios y a las transformaciones por buenas y positivas que sean. En la vida siempre habrá a quien les parezcan los cambios y a quienes no, la postura al respecto, se basa en lo que se gana y en lo que se pierde con los cambios, quienes se sienten privilegiados con una situación o contexto determinado, lógicamente se negaran al cambio, aunque las lo exijan; por eso, antes y durante los procesos de transformación siempre habrá buenos y malos; agachones y rebeldes; leales y traidores; en fin; siempre es bueno saber ¿quién es quién? cuando de lograr un cambio se trata.

La historia política y social de nuestro amado país, está llena de héroes y villanos, sobre todo cuando estudiamos la historia de las 3 grandes transformaciones de México (movimiento de independencia, Reforma y Revolución) personajes que se dividieron entre el bien y el mal; en los impresionantes episodios de la historia de México, se narra sobre distintos personajes, los cuales, algunos han quedado como héroes, como impulsores de importantes cambios, como inventores, como ejemplos a seguir; algunos otros personajes, por sus actos, les tocó pasar a la historia como “malechores”, como traidores, como bandidos. Resulta interesante, que quienes hoy son homenajeados como héroes, sobre todo los de las 3 transformaciones antes mencionadas, en su momento fueron los malos, los rebeldes, por oponerse al orden establecido, a las reglas de ese entonces, a lo que en apariencia era correcto.

Podemos aprender no solo de la historia de México, sino de toda la humanidad, que quienes alzan la voz y realizan acciones contra lo que en ese momento es el orden, es la ley o es lo normal, es decir los rebeldes, son quienes han impulsado y logrado los grandes cambios para bien de la humanidad; es lógico, si no hay alguien que se preocupe, pero, sobre todo, que se ocupe de lo que no le gusta, pues nada cambiaria, todo sería decisión de quien en su momento tiene el poder de hacer y disponer. Sin meternos en cuestiones religiosas y respetando la libertad de creencias década uno de los amables lectores, podemos decir con seguridad, que, en la historia de Jesucristo, él fue un gran rebelde, que organizó y convenció a sus seguidores hasta propagar su mensaje; fue un ser humano rebelde y de izquierda que se opuso a todo el Imperio Romano y a las creencias de la época; hoy en día ese rebelde es adorado por muchas personas.

Es necesario decir, que los rebeldes, los cuales impulsan las grandes transformaciones, tienen una antítesis, a la que hoy les llamaremos “agachones” y son quienes no dicen, no opinan, no se quejan, no actúan, agachan la cabeza ante lo que se pretende cambiar, por lo tanto, no son entes de transformación.

Actualmente, en nuestro país se vive un proceso de transformación social y política, donde lo que se quiere transformar son las viejas prácticas en el gobierno y en la política. La corrupción, el tráfico de influencias, el nepotismo, el cacicazgo político, las imposiciones, son algunas de las practicas que el proceso de trasformación actual intenta cambiar, como ya lo dijimos el camino no es fácil y en su paso está lleno de villanos y agachones que se resisten al cambio planteado.

En política, el rebelde llega a ser incómodo para el poder; es el “políticamente incorrecto”; es el que denuncia lo que él considera injusto; quien cuestiona a dirigentes y políticos; es quien no se rinde; quien no cambia de ideales; quien es leal a la causa y no a personas; todo por defender ese cambio y esa trasformación en la que cree. El Agachón por lo contrario, observa callado; trata de no meterse en problemas; no denuncia aunque sea testigo de la injusticia; se alinea al orden establecido; hace como que no es ni de aquí, ni de allá; le promete lealtad a quien cree que tiene el poder; democracia, libertad y dignidad, son palabras que utiliza solo en discursos (si es que sabe decirlos); al agachón no le ofenden las viejas prácticas de la política siempre y cuando le toque algo a él o su familia; el agachón pretende hacerse “wey pa tragar a puños”.

Estoy seguro que cada uno de nosotros conocemos a personas que participan en la vida política y social de nuestro entorno, según mi humilde opinión, usted sabe ¿Quién es quién?

Esta es mi última entrega de este difícil año 2020; me despido deseándole un feliz y próspero año nuevo a usted y su familia. Nos leemos el próximo 7 de enero.

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