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lunes, 18 marzo, 2024
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De racismo y violencia de Estado: ‘Nuevo Orden’, de Michel Franco [entrevista con Mónica del Carmen]

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

La Gualdra 457 / Desayuno en Tiffany’s, mon ku / Cine

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En el 2013 con Después de Lucía ganaba y sorprendía Cannes en la Selección de Una Cierta Mirada, en México solo obtenía nominaciones para los arieles; con Chronic en 2015 volvía al festival de cine de la costa azur y ganaba en la Selección Oficial por Mejor Guion, en México no tuvo menciones; en 2017 una vez más en el festival francés, por sus Hijas de abril, obtenía en la sección Una Cierta Mirada el Premio Especial del Jurado, y ahora sí en México le daban La Diosa de Plata por Mejor Guion y sus actrices eran nominadas para el Ariel; este año -2020- volvió a una costa europea, la adriática, para ganar Mejor Director en el Festival de Cine de Venecia con su Nuevo Orden: es el director Michel Franco.

Hacemos este preámbulo para presentar a uno de los directores mexicanos (junto con Amat Escalante) cuya cinematografía, basada en el choque visual, es reconocida en el extranjero y fuertemente polemizada en México. Nuevo Orden no fue la excepción y antes de su salida comercial en México, tan solo con el tráiler, recibió fuertes críticas, por ser considerada como “una película racista”; incluso se le señaló como una película hecha desde la comodidad de los whitexicans.

La actriz Mónica del Carmen -cuyo personaje tiene uno de los roles estelares- nos comentó en entrevista: “La crítica dio una postura hacia el público, fue una cuestión de odio hacia la película”.

 

Dualidad social y corrupción

Nuevo Orden es una cinta con una doble dimensión: una es la tremenda dualidad social mexicana marcada por clases sociales en el sentido económico y racial: burgueses-blanquitos y proletarios-morenitos; y la otra es la descomposición del sistema democrático y de la soberanía de los poderes constitucionales, ambos corroídos por la corrupción. Es una película que muestra la violencia estructural, en este caso, representada por un supuesto odio racial-clasista y la militarización fáctica de los poderes del gobierno. Es, en palabras de Del Carmen, una ficción “del nacimiento de una nación y de los brotes de violencia”.

La historia se cuenta en tres escenarios: la fiesta de matrimonio de los hijos de familias ricas-burguesas y políticas de la Ciudad de México, con champagne, canapés, una caja fuerte para guardar los regalos en efectivo de los invitados, un ejército de servidumbre y guardaespaldas en la entrada de la mansión; un barrio sometido al toque de queda de los militares que deben controlar a la plebe rebelada, una revuelta de unos días que cobró la vida de “blanquitos ricachones”, una revuelta que amotinó a la servidumbre de la fiesta y asesinó a los patrones; y un centro de detención militar clandestino en donde un grupo de soldados -en apariencia también rebeldes por su condición racial- tienen secuestrados a varios blanquitos a quienes torturan en espera del pago de los rescates.

Franco muestra esta dualidad desde las visiones de clase social y política: para esto en ocasiones utiliza el plano-contraplano en diálogos entre un antiguo sirviente de la casa en fiesta; él pide dinero para la operación de su mujer y ellos traen en la bolsa del pantalón miles de pesos que le dan en un acto de buenos antiguos patrones, pero que no alcanza.

Utiliza también las marcas temporales orales, en lugar de artilugios de sugestión del tiempo como disolvencias, barridos y tilt-ups; esto es, indicar los pasos del tiempo en diálogos de los personajes: fue hace 20 minutos, fue hace 4 meses. Esto provoca mantener un estado dinámico y climático durante casi toda la película con pocos valles de tranquilidad y, por tanto, acercarnos al sentimiento de agobio que se podría vivir ante un golpe de estado.

México están proceso de mostrar el racismo

Así contada en corto, Nuevo Orden parecería ciertamente una cinta más contada desde la comodida de un director burgués que se ha hecho eco de los arquetipos históricos del moreno primitivo y salvaje frente a la blanquitud civilizadora. Sin embargo, la propuesta es más profunda porque describe en imágenes de choque los resentimientos sociales y la manipulación de los poderes fácticos.

Molesta la película porque, dice Del Carmen: “En racismo estamos en pañales. En México poner sobre la mesa el clasismo y el racismo es incómodo… Es un fenómeno [el racismo] que no va a ser contundente y masivo, es un agente de cambio comprobable, pero de algo que va a tardar. Yo lo pienso en el arte que es un medio que llega a muy poquita gente (incluyendo al cine)”. El racismo a la inversa no existe, pero para algunos sí, “los enemigos pueden ser el indígena o el cholo, porque México es bonito, es cultura y Coco. Coco nos representa, México es bonito”, apunta Del Carmen también.

A la actriz sus amigos llegaron a decirle que debería poner más atención en los proyectos que acepta porque pueden ser clasistas; sin embargo, ella se siente segura y afirma su postura de estar consciente del discurso que se tiene: “No es una película clasista ni racista, solo expone esos temas”.

Indígena y mujer, Del Carmen se ha preocupado por luchar por el derecho a representarse y no a ser representada (recordemos, por ejemplo, a las indígenas de Dolores del Río). No se trata solo de representar a “mujeres en situación de explotación sino también la grandeza y educación que nos dieron nuestras familias”.

Nuevo Orden nos puede gustar o no, pero ciertamente puede incomodar y eso, en este contexto, ya al menos apoya la politización del ambiente en México. Aunque por supuesto, se debe tomar con matices quiénes son los cinéfilos de este cine, ojalá se empiecen a superar las fronteras de la cinefilia de una burguesía cultural y de otra masiva consumista.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_457

 

 

 

 

 

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