El cambio climático es un fenómeno que se relaciona con los efectos en el medio ambiente derivados del calentamiento global cuya causa son las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de fuentes antropogénicas. En este sentido, México tiene un alto grado de vulnerabilidad al existir 1,835 municipios a nivel nacional que pueden sufrir serias repercusiones por aumentos en la temperatura, inundaciones y sequías; asimismo, cabe mencionar que a nivel de entidad federativa los estados de Campeche, Baja California y Tabasco serán los más afectados. El caso de Tabasco ha llamado recientemente la atención por las devastadoras inundaciones provocadas por el huracán Eta que han dejado por lo menos 27 muertos y 180 mil damnificados. De acuerdo con el diario El País, un 60 por ciento del territorio es susceptible a desbordamientos de los ríos, el agua del río Grijalva y el Usumacinta, los dos más caudalosos del país, fluye en ese territorio y representan un tercio del agua dulce de México. Tabasco también es el estado que ha recibido la mayor precipitación en las últimas tres décadas, siendo este el año más lluvioso.
Luego del desastre surgen las mismas preguntas que se han hecho por años, sobre las posibilidades de haberlo prevenido, acerca de políticas fallidas, recursos desaparecidos que nunca llegaron para aliviar la situación y de reclamos por malos manejos de las autoridades de los tres niveles de gobierno; elementos que se vinculan a la reducción de la vulnerabilidad. En el del estado de Tabasco esta se deriva de factores como la construcción de viviendas en zonas que han alterado el cauce natural de los ríos; la explosión demográfica y migración ocasionado por el auge petrolero, lo que detonó la urbanización sin planificación; la deforestación y cambio de uso de suelo para la ganadería y la agricultura; la pérdida de vegetación que no permite una correcta absorción de agua de lluvia en el terreno; y un aumento en la contaminación y pérdida de ecosistemas derivados de las actividades económicas. Si bien estos elementos asociados a la vulnerabilidad se han acumulado a lo largo del tiempo, poco se ha hecho durante la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para proponer soluciones, y aún a sabiendas de los impactos de industria petrolera en la entidad, se ha decidido construir la refinería de Dos Bocas, cuyo costo se proyecta en 8,918 millones de dólares, cifra un 11 por ciento mayor que el costo estimado original. Por otro lado, la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable en México (GIZ, por sus siglas en alemán), estima que México requiere cerca de 126 mil millones de dólares entre los años 2016 y 2030 para cumplir con su 22 por ciento de reducción de emisiones, destacando la importancia de movilizar recursos públicos y privados para este objetivo. En México entre 2014 y 2018 se ha movilizado financiamiento por 7, 703 millones de dólares, lo que equivale solo al 6% del presupuesto necesario a 2030 y dejaría pendientes las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático.
De los datos anteriores surge una comparación interesante en materia de prioridades, y es que la inversión esperada en la refinería de Dos Bocas supera a los recursos destinados a nivel nacional a la reducción de emisiones en el periodo mencionado, que es un factor determinante en el combate del cambio climático. Además, el estado de Tabasco es un buen ejemplo del impacto que pueden tener fenómenos hidrometeorológicos extremos en territorios vulnerables, por lo que destaca la falta de planes ambiciosos para aminorar los factores de vulnerabilidad al cambio climático de los cuales algunos se replican a lo largo del país, lo que evidencia una visión limitada de desarrollo a grandes obras de infraestructura que no necesariamente favorecen a la población más pobre. Por último, existe todavía un gran desinterés de las autoridades por buscar soluciones a problemas coyunturales como el cambio climático, para esto hace falta una mayor voluntad política, la cual hasta ahora brilla por su ausencia.
