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jueves, 25 abril, 2024
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Sandro Cohen (1953-2020)

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Por: RAFAEL CALDERÓN •

La Gualdra 455 / Literatura

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Ante la noticia de la muerte del poeta y editor, catedrático, traductor y crítico Sandro Cohen (1953-2020), quiero señalar que por dos ediciones de su poesía publicadas en Morelia, años atrás, lo recuerdo e invito a leer sus poemas. Cohen escribió su poesía en lengua española y su llegada a México fue para quedarse, en este país escribió toda su obra literaria. Su expresión poética está presente en español y sus poemas enriquecen la continuidad lírica por su encuentro con autores como César Vallejo, Jorge Luis Borges y Rubén Bonifaz Nuño.

La edición de Morelia salió con un título bello y destaca esa fuerza de lo emblemático: Desde el principio (Jitanjáfora Morelia Editorial, 2007), y el otro, es la edición especial de Los cuerpos de la furia (en micro colección de poesía contemporánea especial que celebra el cumpleaños 54 de su autor, ideado por Josefina Estrada y los jitanjáforos, hecha durante el parte-aguas lluvioso del verano-otoño del MMVII como regocijo de Sandro y de todos los conspirados de su alegría). El título de su poesía reunida es definitorio de las estaciones poéticas: es el punto de reencuentro, incluso, es un título que llamaría arriesgada y solamente accesible para bibliófilos, Desde el principio, y, sobre todo, sucede con Los cuerpos de la furia. Se destaca el reencuentro extendido: la poesía de Sandro Cohen enriquece el panorama de la poesía mexicana de los últimos cuarenta años.

Están presente en su poesía reunida De noble origen desdichado (1979), A pesar del imperio (1980), Los cuerpos de la furia (1983), Línea de fuego (1989) y Corredor nocturno (1993), y dos revisiones fundamentales de su quehacer poético: el prólogo, al primer título de su poesía, por Luis Mario Schneider; el texto de Armando González Torres: “Las reglas de la emoción”, incluido en la poesía reunida; la travesía cierra con el texto de Sandro: “Reflexión para comprenderme a mí mismo” y este completa la visión de su biografía literaria; en particular, registra noticias específicas sobre su propia poesía.

En Los cuerpos de la furia escribe, como invitación a la lectura, José Mendoza Lara: “Es un libro en que se debate la frontera entre un país y otro, entre un cuerpo y el que yace a su lado, entre la lucidez nocturna y la ceguera que se padece a pleno sol. Cuando penetramos lo desconocido de un nuevo cuerpo, cuando abandonamos la tierra de origen para encontrar la prometida, hallamos un lenguaje que posee una música extraña cuyo sentido profundo se nos revela poco a poco, pero con una claridad y fuerza que solo son posibles dentro de los parámetros de un viaje iniciático desde la infancia hacia la madurez, en el éxodo constante que nos imponemos para no enamorarnos de un destino arbitrario, sino de ese que hablamos de construir sobre la marcha. Pero es la marcha misma que encierra nuestra razón de ser, el movimiento en que nos definimos: de lo que se ama por costumbre a lo que amamos con pasión. En Los cuerpos de la furia, se opta siempre por lo segundo”.

Por su parte, Desde el principio, una edición amigable con el lector de poesía, está destinado a la inmensa minoría de lectores: su confección es artesanal, cosida a mano y destaca por sus acabados: pasta dura, color blanco; el título, color azul; el nombre del autor, color negro; amigable porque la mayoría de las ediciones de Jitanjáfora es una invitación a la lectura, en particular a la poesía. Esta es la primera vez que Sandro Cohen reunió poesía, pero sin olvidar que “se incorporó a su país de adopción –como escribe Armando González Torres– a través de las fuentes más vivas del idioma, asimiló la lengua mediante la ingestión de su tradición poética, sus ritmos y sus temas y ha escanciado este aprendizaje en una obra que combina rigor formal e intensidad lírica”. Leer por ejemplo:

 

“Ofrezco la cabeza, yo, Minotauro: / por fin no resisto esta imagen, / añoro el pelambre, el que fui, / terrible respiración de pulmón enardecido, / los miembros de un cuerpo ajeno / en el juego endemoniado de los dioses”.

 

En “Reflexión para comprenderme a mí mismo” escribe sobre el lugar de su nacimiento y cómo fue que llegó al idioma español, registra la clave que le dio parte a su vida para dedicarse a estudiar esta lengua o señalar el encuentro con su maestro Luis Mario Schneider. Este texto por si solo se vuelve parte de la directriz de su autobiografía literaria: la vida familiar, el encuentro con la poesía, el río abundante de sus oficios entre lo literario y lo académico, etc.

Finalmente un párrafo de su escritura donde señala datos sobre el tercer título de su poesía, para comprender por qué es tan sobresaliente en su poética: “En Los cuerpos de la furia, para mí el libro más doloroso que he escrito, empecé a emplear lo que aprendía. En este libro está, de una u otra manera, mi divorcio (sobre todo en ‘Autobiografía del infiel’, que salió antes en forma de plaquette), la infancia de Yliana, mi encuentro con Josefina Estrada –mi segunda y actual esposa–, mil conflictos de conciencia y pasiones encontradas. En abril de 1982 –Viernes Santo- murió mi padre, con quien tenía yo una relación difícil y distante, aunque de mucho cariño, (me parezco mucho más a mi madre), y solo entonces empecé a pensar en él y la importancia que tenía para mí. También en esa época sentí la necesidad de reencontrarme con mis raíces religiosas: quería comprender mejor el judaísmo que me había formado emocional y moralmente, pero que solo entendía de manera rudimentaria”.

 

 

 

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