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miércoles, 24 abril, 2024
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Legado de corrupción

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Por: Jorge Adán Hernández •

Si analizamos y cuantificamos las percepciones que a lo largo de su carrera política han tenido algunos personajes de la vida pública del país, del Estado y de nuestros municipios, podemos concluir que sus ingresos no son acordes a sus bienes. Todos sabemos de expresidentes municipales que durante su paso por la administración pública se hicieron de casas en la capital, de ranchos, de autos, de empresas. Se tiene conocimiento también de ex diputados o ex senadores que en poco tiempo de ocupar su curul, están estrenando casa y negocio en la CDMX. Sabemos perfectamente que también hay exgobernadores que durante su mandato se hicieron de gasolineras, hoteles, constructoras, y empresas de todo tipo, asegurando un futuro ostentoso para ellos y sus futuras generaciones. Le aseguro que coincidimos en que emprender e invertir no es malo, lo malo es cuando esa inversión se hace con dinero público, es decir, recursos que le corresponden al pueblo y que de alguna manera son desviados, o bien, cuando esa inversión es producto del cobro de favores políticos.

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A pesar de lo exorbitantes y descarados que pueden ser los sueldos de los políticos, muchos de ellos no alcanzan para comprar ciertos lujos que se han dado quienes nos han gobernado; nos estamos refiriendo por ejemplo a propiedades como las que hasta ahorita se le han descubierto a Peña Nieto, Duarte, Ricardo Anaya y Lozoya, solo por citar a algunos.

Los cargos públicos han sido en México el premio mayor para los más ambiciosos personajes que ven a la política como una fuente de ingreso (y vaya que ingreso) y no como un medio para cambiar el entorno en el que se vive. Un político tradicional, de esos del viejo régimen, como a los que nos hemos estado refiriendo en este texto, ven la construcción de su carrera política como una inversión; por eso la política tradicional se puede resumir como una política clientelar donde la dádiva (despensas, cemento, laminas, etc) es lo mejor que puede ofrecer un político a cambio del voto; pero al igual que toda inversión, la inversión que hace un político debe recuperarse y cobrarse con creces; de ahí emana la corrupción. Si usted ve a un personaje invirtiendo en dádivas, publicidad, encuestas, y demás cosas que le permiten manipular la percepción de la ciudadanía y así ganar simpatía, tenga casi por seguro que ese político será corrupto a la hora de gobernar.

Hay que señalar que en la política sí existen actividades altruistas que van encaminadas a ayudar a quienes más lo necesitan; pero, de eso, a depender siempre de la dádiva para tener respaldo de la gente, hay mucha diferencia.

En la campaña presidencial del 2012 se invirtió muchísimo dinero por parte del PRI, inversión que ahora ya sabemos de dónde provino; inversión que ahora sabemos que sí recuperaron. Después de conocer todo lo que gastaron para comprar la Presidencia de la República en aquel año, es imposible pensar que esa inversión se recuperaría solo con los altos sueldos del Grupo Atlacomulco. La administración peñista fue un festín para la clase política tradicional de todos los partidos (véase Pacto Por México)

Peña Nieto y el PRI llegaron a la Presidencia de México debiendo muchos favores y mucho dinero. Desde su llegada a Los Pinos se puso en marcha toda la operación para comenzar con el pago de favores y tener contentos a quienes los impulsaron en campaña. De esa forma concedieron pagos millonarios a televisoras, periodistas y columnistas; condonación de impuestos a grandes empresas; impunidad a gobernadores; y la cereza del pastel, que fue el desmantelamiento de PEMEX para que así, pudieran saquear la riqueza petrolera y energética con la que cuenta México.

Otros sexenios también están manchados de corrupción, tenemos el caso claro del PAN con Calderón y su exsecretario de seguridad con nexos con el narcotráfico; y si nos vamos a sexenios más atrás podemos citar más casos de corrupción.

El caso de Lozoya demuestra claramente que gran parte, o la mayoría de la clase política que ha gobernado a nuestro país, han visto a México como una mina de oro, la cual pueden saquear a diestra y siniestra; por eso, como ya lo hemos repetido en varias ocasiones en este espacio, era muy común que quien entraba a la política se volvía rico de la noche a la mañana. Estoy convencido que el caso del ex director de PEMEX es solo la punta del iceberg, pues no solo involucra a funcionarios priistas sino a personajes de todos los partidos que tenga por seguro hablarán cuando enfrenten la justicia.

Anteriormente, el combate a la corrupción era una simulación. La administración que se estrenaba en el poder cubría a la que salía y así sucesivamente. El combate a la corrupción se implementaba solamente para alinear a quienes estaban alzándole la voz al poder en turno o para destruir a quien ya no era útil para los grupos de poder. Hoy, es claro que la lucha contra con la corrupción va enserio y no está para menos, es una de las principales promesas de la 4T. ■

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