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martes, 23 abril, 2024
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La gran pausa: Gramática de una pandemia

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

En ocasiones, cuando no entiendes el mundo conviene el silencio. Cuando parece estar al borde del caos es necesario hacer votos de silencio. Ya se nos ha dicho que debemos permanecer en casa y estamos fastidiados de que nos repitan la misma frase (¡quédate en casa!); de hecho hay palabras o frases que de tanto repetirse se vuelven huecas, vacías, como las latas de Warhol, las del cuadro, no las reales, pierden la capacidad de significación discursiva si no hay un argumento contundente que sea capaz de sostenerse en una línea atemporal, porque no basta con que se repita como frase publicitaria, como un “te quiero” de una novia, tan es así que lo que busca vendernos ese “¡quédate en casa!” (en caso de que se tratase de una frase publicitaria), es nuestra vida, uno de los productos más valiosos del mercado, mejor empaquetado, con una etiqueta de esas doradas, una lujosa presentación que ya quisieran productos de primera línea, sin código de barras, por favor, y sí, lamentablemente, con una fecha de caducidad escrita en alguna parte de la condenada vida.

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Así que constantemente tenemos que reforzar nuestros argumentos y nuestra capacidad de pensar la realidad inmediata. Y frente a esta realidad formular nuevas preguntas, obtener nuevas respuestas, construir con lo poco o con lo mucho algunas pistas y guías para avanzar en lo que venga del camino. De eso se trata. Hablar de lo que nos dejará el Coronavirus parece aún muy prematuro, pero ¿si no lo hacemos ahora cuándo?

Lo que nos acaba de acontecer y el mundo al que nos tendremos que enfrentar a partir de ahora. Porque si nos vamos por el marcador en contra y dejamos que sea este el que domine nuestras jugadas quizás ni siquiera nos atrevamos a salir de casa. Silencio. Y escuchar la voz de los expertos quizás sea buena receta. Que por eso son expertos. Y son ellos los que en ocasiones nos pueden dar algunas pistas de ese camino que viene. Tomamos lo que nos sirve. Cada quien tendrá sus prioridades. Las mías en este momento son guardar silencio y aprender de los que saben. Cuando el mundo se vuelve muy ruidoso hay que callarse y leer a los que han estudiado el fenómeno de cerca. En este caso leer a los que habitaron la médula del Coronavirus. Sus entrañas.

“La gran pausa, gramática de una pandemia” (Malpaso, 2020) son de esos libros que sirven a manera de faro en un gran naufragio. No es necesario aclarar cuál es el naufragio al que me refiero porque en estos momentos todos estamos con el agua hasta el cuello. Hay noticias aún más terribles: cuando nos alcanzamos a asomar a lo lejos en el mar nos percatamos de los miles de cadáveres que flotan entre las pestilentes olas. Y eso nos abate nuevamente. Hay que volver a guardar silencio. Solo el silencio nos permite entender lo que viene del mundo. Si aún es posible salvarnos. Por eso he dicho que “La gran pausa, gramática de una pandemia” (Malpaso, 2020) son de esos libros que sirven a manera de faro en un gran naufragio.

“La gran pausa, gramática de una pandemia” reúne distintos trabajos de especialistas en varias disciplinas, lo que nos permite, a su vez, distintas aproximaciones y enfoques a la pandemia del Coronavirus bajo un marco académico multidisciplinario coordinado y editado por José Ramón Calvo, Cecilia Kindelán y María de los Ángeles Calvo.

Todos los trabajos están enfocados, como ya se dijo, en el Coronavirus; en sus efectos sociales, a corto y a largo plazo; en los frágiles sistemas de salud, tanto europeos como latinoamericanos, y en cómo la pandemia se encargó de ponerlos, literal, de rodillas, con la pistola en la sien, casi al borde del colapso; de las tantas alertas que el Coronavirus había lanzado previamente desde inicios del mes de diciembre de 2019 y de lo mucho que varios gobiernos europeos decidieron ignorar dichas alertas (no sabemos si eso habría marcado una diferencia en el número de víctimas), de lo poco que como sociedades nos hemos preocupado por una población, como la de los adultos mayores, enteramente frágil en manos no solo del Coronavirus sino desatendida por sistemas de salud capitalistas que cada día parecen olvidarse, triste e injustamente, de ellos, de lo poco que los gobiernos están preparados para las pandemias que vendrán, porque es un hecho que el Coronavirus solo es una advertencia de lo que está por venir, y al parecer pocos parecen haber aprendido las lecciones.

La mayoría de los textos se enfocan en los sistemas de salud europeos, en los retos a los que se enfrentarán una vez que comience “la nueva normalidad”, en la problemática que afrontaron, por ejemplo, los médicos españoles al inicio de la crisis, sin recursos económicos y con un alto índice de pacientes de la tercera edad.

Sin embargo también encontramos textos que nos ayudan a entender las entrañas del Coronavirus, ¿qué fue lo que realmente ocurrió para que se diesen tantas muertes?, ¿por qué no se había aprendido la lección de las anteriores epidemias? Es el caso de ‘La COVID-19 y sus cadenas de errores’ de Manuel Carballo.

O algunos apuntes hacia lo que viene, lo que estamos dejando a las nuevas generaciones en cuanto a lecciones de manejo de crisis, de información, en el texto ‘¿Servirá para algo lo que nos ha sucedido? Notas para la reflexión’, de José Ramón Calvo.

Una última recomendación de texto y nos vamos hasta la siguiente semana. En ‘Aproximación al impacto Psicosocial del Coronavirus: una reflexión desde la psicología’, Mónica Rincón Acereda nos da algunas pistas del gran impacto que tendrá en nuestras emociones la pandemia del Coronavirus, pero además nos recuerda que en esa crisis, que se avecina velozmente como una enorme roca que está punto de dar con nuestro edificio para demolerlo, tenemos una oportunidad para cambiar de dirección como individuos y como sociedad en lugar de enfocar la crisis, lo dice ella: “desde una perspectiva predominantemente negativa, temporalmente nos focalizamos en la sensación de pérdida, en todo aquello que sentimos que se nos arrebata: libertad, control, afectos, salud, vida. Sentimos nuestra pérdida de confianza en el funcionamiento de las cosas, la sensación de no ser los dueños de nuestra vida, de no controlar lo que nos sucede; las crisis nos obligan a salir de nuestra zona de confort, interrumpen nuestra vida cotidiana, nos quitan las seguridades a las que estamos apegados y nos dejan con la sensación de no poder llevar el timón de nuestra vida” luego da algunas claves importantes para enfrentar esto, pero eso ya se les queda de tarea leerlo a ustedes. ■

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