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jueves, 28 marzo, 2024
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Amparo Dávila: In memoriam

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 428

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La noticia del fallecimiento de la maestra Amparo Dávila nos sorprendió y nos dolió mucho en Zacatecas. Este estado de la región centro norte del país es cuna de artistas, músicos, pintores y escritores de mucho talento; de ahí que los reconozcamos y los hayamos hecho parte de nuestra identidad. Hablar de Amparo Dávila es hablar de literatura, de belleza, aun de aquella que se encuentra en sus escenarios más oscuros narrados siempre con maestría.

En La Gualdra, el suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, preparamos esta edición en su memoria; aunque no es el primero que dedicamos a ella, sí es uno muy especial con colaboradores -zacatecanos en mayor parte- y de otras partes del país que se sumaron al homenaje en cuanto supieron la triste noticia de su fallecimiento el pasado sábado 18 de abril.

La maestra Amparo, nació en el municipio de Pinos en febrero de 1928 -el mismo año que el maestro Manuel Felguérez-; ella salió de ahí cuando apenas era una niña, pero siempre estuvo en contacto con Zacatecas y recordaba con frecuencia su casa familiar; la nostalgia, esa pasión por un retorno que no se concretó de manera permanente, estuvo constantemente presente en sus letras, en sus cuentos y sus poema breves, como lo recuerda Juan Antonio Caldera quien afirma también que “es triste en tiempos aún más tristes que una persona tan querida muera. Creo que Amparo vivió una vida de plenitud, satisfacciones, esperanzas y creatividad”. Yo también lo creo, la maestra se supo querida y valorada por sus paisanos, como escritora, como una artista brillante y plena -más allá de haber sido la esposa de otro querido artista de la tierra, Pedro Coronel-; ella se ganó a pulso el reconocimiento y admiración de sus lectores.

Carlos Hinojosa, quien también participa en este homenaje, dice que “En la ficción de Dávila, la ambigüedad parece permearlo todo. Algunas de sus historias más evocadoras, de hecho, poseen tal vigor psicológico que lo imaginado se siente inquietantemente real e inaplazable”. Con esa mirada el lector tiene más claros los escenarios de la escritora que llegó a evocar su casa de la infancia en cuentos como “El huésped”, una obra tan completa y estrujante que fue retomada por Verónica Gerber B. en la XIII Bienal FEMSA celebrada en Zacatecas en 2018, con su pieza “La máquina distópica”, en la que involucró literatura, arte, ciencia y tecnología.

En este número especial participan también Álvaro Octavio Lara Huerta, quien nos recuerda aquel Primer Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila organizado en 2015; Simitrio Quezada aborda la presencia del terror en la obra de la maestra; Adriana Ventura, analiza la alteridad y lo fantástico en la obra y vida de la autora y nos comparte algunos datos biográficos poco conocidos; mientras que Eduardo Campech Miranda y Rebeca Mejía, por su parte, analizan el impacto de la obra de Amparo Dávila; coincidentemente, recuerdan algo muy importante: la ausencia de aquel prometido centro de lectura que llevaría el nombre de la escritora zacatecana. Pascual Borzelli Iglesias y Juan Carlos Villegas participan también en este número; el primero con fotografías y el último con la acuarela que aparece en portada. Como siempre, muy agradecida con todos ellos.

En mayo de 2018 fue la última vez que nuestra querida escritora vino a Zacatecas, se le homenajeó en vida y el patio del Museo Zacatecano estuvo lleno de sus muchos admiradores; esa noche la vimos feliz, y aunque cansada, estuvo sonriendo dulcemente durante la velada. El último año estuvo en su casa, cada vez más débil, más frágil, pero lúcida, atendida día y noche por dos personas en cada turno y siempre en compañía de su hija Luisa Jaina. El sábado 18 de abril, alrededor del medio día, cuando la luz del día entraba por su ventana, meditando a la orilla del sueño se quedó dormida y poco a poco dejó de respirar: murió en paz. Fue velada en su casa, su funeral fue sencillo y lleno del amor de su familia más cercana. Ayer domingo su cuerpo fue incinerado en la Ciudad de México, donde vivió la mayor parte de su tiempo, ese tiempo compartido con sus lectores a través de sus letras que permanecerán siempre vivas.

Nuestra solidaridad con Luisa Jaina y sus hijos, con Martín y con toda su familia. Buen camino, Amparo querida.

 

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https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_428

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