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jueves, 25 abril, 2024
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El acoso, resultado de la impunidad

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Por: RICARDO ARTEAGA ANAYA •

Cualquier persona que hubiese estudiado en alguna facultad de nuestra máxima casa de estudios (UAZ) fácilmente puede asegurar haber sido testigo del interminable acoso que sufrían compañeras por parte de algunos profesores y que a pesar de las denuncias, manifestaciones y expresiones de rechazo realizadas por compañeras o por compañeros que se solidarizaban al rechazo de dichas prácticas, estas no cesaban, incluso los profesores que incurrían en dichas prácticas terminaban impunes.

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Cerca del 8M, fecha en la que a forma de manifestación las mujeres proponen un paro nacional de actividades de forma simbólica, jóvenes estudiantes supieron aprovechar el auge mediático con el que crece y se fortalece el movimiento feminista para denunciar el acoso incesable que sufren diariamente al acudir a clases, del que son víctimas cada vez que concluye un semestre y alguno de estos maestros deciden reprobarlas para solicitar favores sexuales, o salir con ellos a comer con la intención de sostener algún tipo de relación a cambio de aprobar su materia y esto lo han sufrido generaciones enteras.

¿Cómo es posible que generación tras generación continúe el acoso hacia alumnas impunemente a pesar de las denuncias? ¿Cómo es posible que este tipo de situaciones sean cesadas inmediatamente al interior de instituciones de educación privadas y no en las púalicas?

Al permitirse la privatización de la educación, quienes invirtieron en el giro se percataron del gran negocio que resultaba brindar calidad de educación y un buen servicio a quienes cuentan con la capacidad para brindar a sus hijos una educación privada, por ende, ante cualquier situación de acoso que se presenta cesan inmediatamente al profesor(a) que incurre en dicha actitud, por ello, cualquier denuncia existente es atendida inmediatamente.

Por otra parte, al interior de las instituciones públicas, existen procesos electorales en los que los diversos grupos compiten para hacerse de la administración de las unidades académicas y de la rectoría de las mismas, de esta forma maestros(as) se convierten en fuertes alfiles y operadores políticos para quienes buscan dichas pretensiones lo que les brinda la certeza de impunidad para poder ausentarse a clases sin sanción alguna, cobrar a los alumnos por una calificación que les permita aprobar el semestre y en muchos casos practicar el acoso impunemente.

Las denuncias, por otra parte, nunca habían logrado impactar de la forma mediática (al menos los últimos años) como en los últimos días, por ello resulta importante reconocer la valentía de las jóvenes víctimas de dicho delito, reconocer la organización para hacerlo y de la solidaridad de otras jóvenes y jóvenes.

El acoso existente e interminable, no solamente al interior de nuestra universidad, sino en cualquier otra institución pública o privada es resultado de la impunidad que ha imperado al interior de las mismas forjando toda una cultura de que practicarlo no tendrá sanción alguna mucho menos consecuencia como la pérdida del empleo, sin embargo, el día de hoy, la valentía de las víctimas, ha logrado el rechazo, el repudio y el señalamiento social de quienes lo practican.

Por otra parte, resulta necesario que las autoridades universitarias, en este caso, se involucren y atiendan dichas denuncias pues de no hacerlo permitirá también que se abra la oportunidad de que cualquier persona de forma anónima pueda realizar denuncias con intereses políticos para dañar la imagen de oponentes, la investigación y el tomar cartas en el asunto evitará pues, la impunidad de quienes la han practicado por décadas, de igual forma evitará denuncias anónimas con fines ya mencionados, la autoridad universitaria no puede y no debe quedarse con los brazos cruzados esperando a que la crisis pase.

La violencia contra la mujer es una realidad, durante siglos ha existido y durante años se ha fomentado y no se han brindado herramientas adecuadas para acabar con el problema, escuchar a las mujeres que han sido víctimas y que se han convertido en expertas es parte de la solución, brindarles permiso para manifestarse resulta contradictorio porque se logra deslegitimar a un movimiento cuya lucha es justa y tan necesaria para aportar a la pacificación del país.

La tarea es grande, continuar ignorando las denuncias y brindando impunidad ya no es una opción. ■

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