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viernes, 26 abril, 2024
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La amistad y el amor

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

La misión de la humanidad
es la sociabilidad habitada en armonía.

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El pasado fin de semana, para ser más específicos, el viernes 14 de febrero, se celebró un festejo más del Día de San Valentín, o lo que, por circunstancias de estricto sentido comercial, se ha dado por llamar Día del Amor y la Amistad. Estos conceptos tan ambiguos y difíciles de definir se han adentrado en el comportamiento condicionado de las personas en casi todo el mundo. La mayoría de los seres vivos en nuestro entorno conurbado le dieron vuelo a la hilacha pretendiendo fortalecer las relaciones interpersonales partiendo de estos conceptos. Las personas se volcaron hacia las tiendas de regalos, florerías, restaurantes y uno que otro hotelito, los cuales fueron medios y fines para los propósitos propios que llevan implícitos los intentos de mostrar afecto a los semejantes amorosos.

Probablemente este tipo de conductas consumistas con propósito de intercambio afectivo llenen algunos de los vacíos que se han venido acumulando en las épocas de consumo y desperdicio que se vienen fortaleciendo en estos tiempos de odios disfrazados. No está de más ni es de desperdicio tener un día al año para decirle a los seres queridos que son precisamente eso, seres queridos; cuando hay otros trescientos sesenta y cuatro para reiterarlo cotidianamente. Menuda cosa es el tratar de sobrevivir con amor en los tiempos del capitalismo bestial.

Pero más allá del mercantilismo rosado y corazoniento, aún puede hacerse el intento de rescatar estos conceptos primigenios. Se podría decir que lo que pudiera llamarse amor aparece cuando al interior del clan aparecen los afectos personales derivados de la codependencia y del intercambio de favores y apoyos más que de bienes. En ellos aparecen y son el bastión de las relaciones los lazos sanguíneos. A esto se le podría llamar el amor familiar o ascendente y descendente donde opera principalmente el fenómeno de la impronta del recién nacido hacia la primer persona que tiene a bien estar presente para su cuidado. Por regla general es la madre y con el paso del tiempo los demás miembros de la familia. El fenómeno muchas veces se da en sentido contrario y los mayores se sienten atraídos por las gracias del nuevo ser en su adaptación a los procesos de su nueva vida. Cuando se tiene la capacidad de diseñar y vivir en un entorno amigable y protegido, estos lazos se van afianzando con el tiempo. Suele ocurrir lo mismo cuando hay que sobrevivir bajo condiciones de dependencia a ambientes difíciles, hostiles y agresivos. Se aprende a confiar de la gente que forma parte de las familias. También, se aprende a distinguir las características de la conducta amigable y cooperativa, así como la de agresión y competencia. Cuando esto ocurre, los lazos de codependencia perduran y en esta forma se puede hablar de amor; circunstancias que se aprenden y aplican cuando se elige a la persona con quien se busca perpetuar la especie y construir un nuevo nido de amor, aunque no siempre se logre hacer una elección exitosa.

Después, la vida se encarga de proporcionar a las personas la posibilidad de conseguir el afecto fraterno. Las circunstancias de la vida permiten a los seres humanos en su desarrollo, encontrar en sus entornos a seres con educación y búsquedas similares y comienzan a desarrollar relaciones afectivas positivas que se basan y se mantienen a base de intercambios de momentos positivos y gratificantes. Se empiezan a crear complicidades y codependencias y en algún momento igualan y hasta sustituyen a aquellas que cada uno trae desde el interior de sus hogares. Entonces es cuando surge la amistad y esta puede ser entre dos o más personas independientemente del género. Cuando las relaciones entre amigos se afianzan, el nuevo núcleo afectivo suele parecerse mucho a la familia y hasta llega a sustituirla en algunos conceptos.

Pero lo más maravilloso de este fenómeno ocurre cuando cada individuo logra generalizar este tipo de comportamientos hacia el interior de la familia y logra encontrar en cada uno de sus miembros un amigo más que enriquecerá su dependencia afectiva de corte positivo y ayudará a fortalecer los vínculos de la familia desde una perspectiva funcional y este modo de vivir se puede generalizar indefinidamente hacia otros entornos, como el trabajo, la cultura, la educación, las artes, los centros de investigación y tantos otros lugares que pueden irse fortaleciendo a partir de los afectos. La vieja fórmula de construcción de círculos virtuosos.

Cuando esto se logre, entonces todos los vacíos sentimentales estarán cubiertos y jamás habrá necesidad de consumir y regalar basura para llenar un corazón. ■

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