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miércoles, 24 abril, 2024
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Alba de Papel La precariedad en la cultura como política de estado

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Prevalece en este año que recién inicia, una nota de desaliento unánime por lo que implica observar el horror de nuestra humanidad en el mundo, tener el sentimiento doliente de saberse dentro y formar parte de una cultura individual y colectiva que se desmitifica y se desmorona con gravedad.
A nivel global y como fenómeno de simultaneidad se ha desacralizado en nombre de la modernidad, propiciando –si desde luego, extraordinarios conocimientos y avances inusitados en muchos campos de la ciencia y la tecnología-, una uniformidad cultural aterradora, impresionable y violenta en las nuevas generaciones en relación con su medio ambiente y la Naturaleza.
Un estado de alerta permanente hoy debiera conminar a todos para exigir y contribuir en el diseño de políticas de equidad y de género para fortalecer el sistema familiar, abatir la violencia estructural del Estado contra su pueblo, y en definitiva, incrementar los recursos destinados a su desarrollo cultural.
Muchos países lo han hecho así y han fincado su progreso en su propia cultura que les ha permitido alcanzar una mejor economía, convivencia abierta, diálogo y retroalimentación entre la sociedad civil y la comunidad artística e intelectual, definiendo nuevas rutas para la diversidad como patrimonio común, tolerancia y respeto en un nuevo escenario donde los derechos culturales, no son percibidos como un regalo o privilegio, sino como una responsabilidad del Estado para con sus ciudadanos en un proceso de ida y vuelta.
Las culturas del nuevo continente – otrora poderosamente incólumes, conectadas a una sabiduría ancestral y a la naturaleza como madre de la vida y de la muerte -, hoy galopan peligrosamente sobre terrenos áridos, proclives a una furia incesante y a una deshumanización de lo que significa el ideal del ser humano, porque el sentido de su origen cultural ha sido vapuleado por la corrupción y la intriga.
Tal es el poderoso significado de la cultura, como forma de ser y de estar en la tierra, sin importar la geografía o el partido político en el poder, porque como se ha dicho con verdad, la c ultura está por encima de la política, debido a que sus fines son libertarios y están orientados a la creatividad, la justicia, el bien común y la riqueza colectiva.
Así, América Latina está sometida al caos, con algunas excepciones puestas en Brasil, Chile y con particular énfasis en Colombia – donde con todo y los problemas que pudiera tener-, ha sido capaz de establecer una metodología que ha permitido instrumentar procesos de planeación territorial y organización de sectores a niveles interinstitucionales e intersectoriales, ha establecido filtros de financiamiento cultural en forma binaria, desde el ámbito público y privado y ha llevado el tema de la gestión pública como un ejercicio de la práctica y la gerencia de la administración cultural, hoy son ejemplos de gran peso para los gobiernos interesados en tutelar un futuro más acogedor para sus pueblos.
Están dispuestos a que palabras como voluntad, entendimiento, concertación, participación, democracia, comunidad y libertad sean los estandartes de una jornada cultural que propicie nuevas formas de pensamiento y de colaboración colectiva.
En México, a pesar de la disminución de presupuesto para este 2020, las autoridades federales han dicho que se incrementaron los fondos del Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, destinado a apoyar la creación artística y promover e incrementar el patrimonio cultural), Pacmyc (Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias), Paice (Programa de Apoyo a la infraestructura de los estados) y ha resaltado el proyecto o programa de Cultura Comunitaria, la distribución masiva de más de 8 millones de ejemplares de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, la naciente Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México (presidida por Beatriz Gutiérrez Müler, esposa del presidente Andrés Manuel López obrador) y el Complejo Cultural Bosque de Chapultepec que incluye a Los Pinos, que al parecer se llevará una parte significativa del recurso federal, no checa en la población que se ha mantenido expectante y se ha organizado como es el caso de algunos artistas, para manifestarse y disentir sobre lo que consideran injusto.
Este pronunciamiento festivo del discurso oficial, contrastado con los que no están de acuerdo, ha dado lugar a muchas posturas, en su gran mayoría, de inconformidad; de modo que, por fin, los pueblos originarios serán una prioridad, pero como enfrentarán la pobreza, la inseguridad y la violencia que los carcome?… El sureste mexicano siendo tan rico en expresiones y patrimonio natural y cultural, es el más devastado y precario.
En su plan de atención como situán el contexto hasta llegar a la dicotomía de cultura y desarrollo?… Le sigue una pregunta más: cuál es el papel de la planeación como resultado de investigación y trabajo de campo – que no desde los doctorados y artistas que están detrás de los escritorios-, para establecer jerarquías y argumentos de la problemática cultural de un país megadiverso como México, encadenado a una permanente incertidumbre por lo que habrá de venir?
Sin educación política como quizá debiera ser, la percepción de los artistas y de la gente, es de desaprobación por una “austeridad” mal concebida, calcada insensiblemente de un supuesto “dispendio” de recursos de parte de las instituciones y los mal llamados “privilegios” a ciertos artistas, sin oportunidad de ajuste, como debiera mediar un gobierno flexible, que sabe su único papel es el de facilitador.
Hoy más que nunca, la política cultural en México y sus estados, demanda que se le priorice y se le incentive con mayor presupuesto, que se profesionalice y se establezca el servicio civil de carrera, que parta de los contextos y los territorios, que promueva más investigación de campo para establecer diagnósticos y verdaderos proyectos de desarrollo cultural en las comunidades de origen.
Sí a los pueblos originarios, pero también más trabajo para los artistas urbanos, reconocimiento a los artistas callejeros, apoyo y estímulo real a los artesanos; apoyo inminente a los museos estatales, sometidos a una criminal insuficiencia, a una autoridad vertical y a una ausencia de lineamientos que los dinamice y robustezca; rehabilitación, más y mejor infraestructura cultural, recuperación y puesta en valor del patrimonio industrial; gastronomía tradicional, fiestas, coloquios, música y pintura popular; que en la infraestructura se multipliquen las casas de cultura y los centros de artes y oficios, que de algún modo, son equitativos al valor simbólico de un templo o un mercado.
Esta descripción es una alusión a la necesidad de planificar, de investigar para establecer un diagnóstico que arroje cuáles son los apremios que definirán un auténtico proyecto de desarrollo cultural con más recursos, contrario a la práctica generalizada de la simulación que sólo persigue capital político o la vanagloria de un prestigio mediático, fugaz como todo relumbrón, de aquellos que están en el poder.
Recordemos a Víctor Hugo, autor de “Los miserables” cuando en1848 se enteró de la propuesta de los ministros para recortar el presupuesto de cultura en Francia: “Las reducciones presupuestales a las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Sin insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista”.
Que sea un año de trabajo, de buena salud y de oportunidad para todos.

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