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viernes, 26 abril, 2024
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252 mañaneras después…

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Gobernar es rectificar.
Confucio

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Aunque no voté, ni he apoyado antes al hoy presidente de la República en ninguno de sus tres intentos para llegar al cargo que hoy ostenta, luego de su triunfo en julio de 2018 y sus primeros mensajes, mi preocupación (legítima) por las decisiones que tomaría una vez en el poder, se disiparon y me uní con un escéptico, pero auténtico entusiasmo por su futuro gobierno. Entonces su discurso me parecía prudente (un elemento indispensable en la política, sí lo que se quiere es reformar) y sus tajantes reproches a la desigualdad, la corrupción y la violación a los derechos humanos, me permitían pensar que, sí aun cuando se equivocara, mantenía como eje de su actuar, esos criterios, el país podría avanzar en un rumbo distinto al que lo había hecho los últimos años y con ello, quizá equilibraríamos la balanza de la justicia social en México.

Sin embargo el presidente resultó, hasta el día de hoy, un gran simulador y por ello mismo, una decepción para quien esto escribe. No resulta inconcebible, ni reprochable que su gobierno tenga una clara inclinación por la política social, sí que ella no vaya acompañada de transparencia, una debida y sana evaluación. Es evidente que el contexto, nos exige un cambio de estrategia en materia de seguridad, pero la ausencia de ambas (de estrategia y de seguridad) y que parezca inmune a las cifras, acontecimientos y lamentos, que día con día el resto de los mexicanos atestiguamos, es no solo una contradicción, sino una gran falta, permítame la exageración, de lesa humanidad. No le es reprochable que intente construir una narrativa distinta, y menos aún, que busque ser el beneficiario de la misma, pero que, frente a la incompetencia, dudoso actuar y evidentes conflictos de interés que detonan la corrupción de no pocos de los funcionarios y actores políticos que forman parte de su régimen, él proclame el fin de la corrupción, es una ofensa corrosiva para la democracia.

Esto último me parece un asunto de lo más preocupante: López Obrador y su movimiento, se convirtieron en 2018 en una oportunidad inesperada para la democracia en México. Frente a las afrentas del régimen que se marchitaba y la duda (impuesta sí se quiere) razonable de la honestidad del candidato Ricardo Anaya, el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional, parecía ser no solo una opción de castigo, sino también de oportunidad. Su falta de aprecio por las instituciones democráticas, con todo lo costosas e imperfectas que son, el alza de la violencia en México y el abandono oficial del Estado de Derecho, y finalmente, la decepción en que pudiera terminar la cuarta transformación, con la polarización que apenas se asoma, pero que pudiera ser consecuente al contexto que hoy enfrentamos, son un caldo de cultivo que, advierto con suma preocupación otra vez, puede desencadenar en un régimen autoritario encabezado por cualquier extremo de las ideologías que hasta hoy conocemos, vestido de un populismo que el presidente y los suyos hoy usan a su favor, sin comprender u olvidando acaso, que en el pasado fue arma en contra suya y puede volver a serlo.

Doscientas y tantas mañaneras después, no sé si un año sea un lapso suficiente para medir los resultados de un presidente con tantos retos autoimpuestos, pero lo que sí es posible para mí concluir es que su terquedad, su falta de autocrítica y la simulación como respuesta a las cifras y a las oportunidades que, pareciera, él mismo había descubierto, no permiten augurar muchos avances.

No puedo obviar que enfrente, en la raquítica y lamentable oposición que tenemos no hay opciones para suplir estas deficiencias: mientras que del lado de la cuatro-té hay una autocomplaciente simulación, en las opciones alternas, los domina un cinismo tal y una melancolía insuperable por el pasado reciente, del que los mexicanos se hartaron, hasta que los echaron. El problema es: ¿a quién recurrirá el electorado mexicano, cuando la retórica del presidente se agote en la realidad que hiere y la incapacidad de la oposición para adaptarse los alcance? Las sombras de peores escenarios están a la vista.

@CarlosETorres_

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