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jueves, 18 abril, 2024
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El campo de batalla de la historia (primera parte)

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Gerardo Esquivel, en el artículo que escribió para el volumen IX de la colección “Los grandes problemas de México” (El Colegio de México, 2010), intentó explicar el origen del lento crecimiento de la economía mexicana a partir de 1995, fecha en que la inflación parece controlada debido al conjunto de políticas macroeconómicas implementadas durante los 1980. Para él ese lento crecimiento se debe a la combinación de tres elementos: un marco jurídico restrictivo, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH), una política económica errática, el control de la inflación y el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN). Estas tres decisiones constituyen un patrón de acciones que mutuamente se refuerzan para impedir el crecimiento económico. Vamos por partes, la firma del TLCAN, de acuerdo a los datos ofrecidos por Esquivel, sincronizó los ciclos económicos de Estados Unidos y México pero los objetivos de los bancos centrales de ambas naciones no lo están porque, de acuerdo a la reglamentación respectiva, el Banco de México tiene por objetivo único el control de la inflación, mientras que la Reserva Federal tiene dos: el control de la inflación y el mantenimiento del empleo, por tanto las decisiones del Banco de México no son acordes a las tomadas por la Reserva Federal, y deberían serlo, toda vez que el ciclo económico está sincronizado, así que las decisiones se tornan erráticas. Para rematar el asunto la LFPRH exige que el presidente de la republica construya un presupuesto público “equilibrado”, así como indica la creación de “fondos de estabilización” para salvar las brechas en el gasto público (en particular por la caída de los precios del petróleo o la disminución de otros ingresos), es decir, que no debe programarse gasto sin que haya financiamiento y debe haber ahorros. Esta consigna, que suena bien a los teóricos de la austeridad (“Como norma, no se gastará más dinero del que ingrese a la Hacienda Pública” Andrés Manuel López Obrador en “Hacia una economía moral” Planeta, 2019, p. 134), es “procíclica” lo que significa que acelera el bajo crecimiento de la economía cuando esta entra en fase descendente del ciclo y acelera el crecimiento en fase ascendente. Como es natural, de la teorización sobre la economía y el análisis de datos, surgen propuestas de política pública: alinear los objetivos del Banco de México con los de la Reserva Federal así como flexibilizar la LFPRH para implementar políticas contracíclicas. Sin duda en su nuevo cargo en el Banco de México Esquivel ya trabaja en ello, pero hay otra consecuencia importante de la teorización aducida: una visión de la historia reciente de México. Esquivel parte en cuatro períodos el proceso histórico comprendido entre 1929 y 2007: entre 1929 y 1970 hubo crecimiento económico (según Esquivel entre 1950 y 1981 el PIB creció un promedio de 3 % anual, López Obrador, en la página 43 de la obra citada, ofrece la cifra de 5 % para el período de 1930-1970; no dice qué tasa creció a ese porcentaje) pero a la vez se generaron las condiciones para la inestabilidad del período 1982-1994: “es justo reconocer la contribución de las políticas equivocadas del pasado, que dieron lugar a un sinnúmero de problemas económicos y que contribuyeron en forma importante en la gestación de los períodos de crisis y ajuste”, tal visión “mesurada”, donde el reconocimiento a los errores del pasado permite la reflexión sobre ellos, es la dominante entre los académicos. La interpretación de López Obrador al respecto parece un tanto romántica porque omite ponderar los errores cometidos: “cuando Antonio Ortiz Mena fue ministro de Hacienda, la economía del país no solo creció al 6 % anual sino que este avance se obtuvo sin inflación y sin incremento de la deuda pública”. No existe en el artículo de Esquivel alusión al “neoliberalismo”, pero si se pretende identificar la causa del bajo crecimiento económico de México con algo llamado “neoliberalismo” (como quiere López Obrador: “En cuanto a la política económica aplicada durante el período neoliberal, de 1983 a 2018, cabe afirmar que ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México”, p. 44) este debe consistir en las tres políticas macroeconómicas discutidas por Esquivel. Por supuesto López Obrador caracteriza al “neoliberalismo” de otra manera: es una política que consiste en privatizar para enriquecer a unos pocos y en fomentar la corrupción (véase el capítulo 2 de la obra citada de López Obrador). Podemos notar que el problema es el mismo: el bajo crecimiento económico, la explicación es diferente. Por un lado la firma del TLCAN, la LFPRH y la política errática de control inflacionario por el otro la corrupción, la deshonestidad, el afán de lucro. Es natural que las recomendaciones resulten distintas, por un lado evitar la concatenación de políticas procíclicas y alinear objetivos de las autoridades bancarias, del otro la erradicación de la corrupción con castigos más severos para los infractores y la promoción de la honestidad. Resulta problemático, sin embargo, que las recomendaciones sean tan dispares porque, si acaso tuviese razón Esquivel, entonces apostarle al T-MEC, implementar políticas procíclicas y ser equilibrado en el gasto redundará en crecimiento económico de -0%. ■

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