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viernes, 19 abril, 2024
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Minerva Margarita Villarreal (1957-2019)

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 410

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Hace un año, el 19 de noviembre de 2018, se presentó el proyecto de Coordinación Nacional Memoria Histórica y Cultural de México cuyo fin es “la preservación, cuidado y digitalización del patrimonio histórico, artístico y documental de nuestro país”; recuerdo que la noticia me llenó de entusiasmo porque se estipulaba desde entonces y como parte de este proyecto que el Archivo General de la Nación vigilaría que en todo el país se conservara correctamente el patrimonio documental que poseemos, dentro y fuera de las instituciones, “sólo con la adecuada preservación de los archivos históricos se contribuye al fortalecimiento del régimen democrático”, decía en aquel entonces Eduardo Villegas, coordinador del proyecto.

A los pocos días me enteré con beneplácito de quiénes integrarían el consejo asesor; presidido por Beatriz Gutiérrez Müller, estaría conformado por personas a quienes desde hace años profeso mi admiración. Entre los nombres estaban los de Cristina Barros Valero, Horacio Franco, Elena Poniatowska, Carlos Pellicer, Miguel León Portilla -fallecido en octubre pasado- y la poeta Minerva Margarita Villarreal.

Un día y un año después de haberse dado la noticia de su designación, un mensaje del fotógrafo Pascual Borzelli Iglesias me informaba que Minerva Margarita acababa de fallecer: “Buena noche… nada grata: Murió Minerva Margarita. Las lágrimas oscurecen mi vista”. A las 8 de la noche. Eran las 8 en punto de la noche… Lo demás era muerte y sólo muerte a las 8 de la noche, diría Lorca, pensé. Le marqué a Pascual porque mis dedos no alcanzaban a teclear palabras, me lo confirmó; enmudecimos. Después de eso más mensajes, con Poncho, con Argelia, con Esther. No salíamos de nuestro asombro y ya las notas nacionales daban cuenta de ello. De la conmoción a la consternación. De la consternación al recuerdo, a la memoria, a la historia, al patrimonio que nos deja con su legado como poeta, como profesora, humanista, editora, gestora cultural. Eso también deberá de ser preservado, cuidado y difundido.

Minerva Margarita, la bella -por dentro y por fuera- poeta regiomontana se fue. Prudente y dignamente se fue cuando casi nadie lo esperaba y en Zacatecas enmudecimos también de la pena, porque la sentíamos tan cerca que resultaba en ese momento inimaginable que ya no regresaría a esta tierra que visitaba frecuentemente como quien regresa cotidianamente a su casa. La recuerdo ahora como una mujer inteligente, de sonrisa brillante, de impecable andar y extraordinaria palabra, cuya poesía fuerte, honda, honesta, era el reflejo de su vida misma: diáfana y contundente, como buena mujer norteña.

Llegaba a Zacatecas siempre con libros: suyos, de José Javier, de su colección El oro de los tigres, siempre con libros que depositaba en las manos de sus amigos, con sendas dedicatorias llenas de amor por la poesía, por la vida.

Hace apenas unos meses estuvo la ciudad, como representante del Comité Honorario de Selección del Premio Iberoamericano Ramón López Velarde, otorgado este año a Elsa Cross. El Foyer del Teatro Calderón se inundó con sus palabras siempre amables y apasionadas y se fue, nunca imaginamos que sería la última vez que la veríamos.

Minerva Margarita Villarreal falleció el 20 de noviembre. Obtuvo por su trabajo poético los principales premios otorgados en este país como el Premio Nacional Alfonso Reyes, 1990; Premio de Poesía del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, 2010; Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2016; y el Premio del Certamen de Poesía Hispanoamericana “Festival de la Lira” 2017, en Cuenca, Ecuador; sólo por mencionar algunos. Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y Miembro Asociado del Seminario de Cultura Mexicana, además de formar parte del Consejo Asesor Honorario de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México. El 11 de abril pasado la Academia Mexicana de la Lengua la designó como “académica correspondiente de la corporación en la ciudad de Monterrey”. Trabajó hasta sus últimos días en la Capilla Alfonsina de la UANL.

Un texto de Minerva Margarita apareció en estas páginas gualdreñas cuando le realizamos el homenaje póstumo a José Emilio Pacheco. Hoy aparece en portada y páginas centrales de esta edición en la que celebramos su vida y agradecemos su generosidad y su poesía. Nuestra solidaridad con José Javier Villarreal y sus hijos Pablo, Santiago y Ximena. Que descanse en paz.

 

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