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viernes, 29 marzo, 2024
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La izquierda en el cine mexicano del siglo XX [Novena parte: La verdadera época de oro del cine mexicano]

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Por: XAVIER ROBLES •

La Gualdra 410 / Cine / Desayuno en Tiffany’s, mon ku

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Los directores de cine más importantes de la década de los 70’s y de esa nueva época de oro fueron Gonzalo Martínez, Felipe Cazals, Luis Alcoriza, el exiliado chileno Miguel Littín, Paul Leduc, Arturo Ripstein, Jorge Fons, Alberto Isaac, Rubén Gámez, Rafael Corkidi, Jaime Humberto Hermosillo y otros, que sirvieron de referente y crearon los nuevos cánones del cine mexicano. Entre los escritores, permanecía vivo el maestro José Revueltas y comenzaron a destacar de manera trascendente en el cine mexicano Tomás Pérez Turrent, José Emilio Pacheco, José Agustín, Luis Carrión y quien escribe estas líneas. Julio Alejandro seguía activo. En otra línea de cine, pero también buen escritor y director fue Carlos Enrique Taboada.

Gonzalo Martínez estudió cine en la Unión Soviética. Era un apasionado de la música clásica, particularmente sinfónica, y gran admirador de Dostoievski. Escribió y dirigió dos películas trascendentes para la filmografía nacional: El principio, que ya se comentó, y Longitud de Guerra (1976), quizá la más importante película épica de la historia del cine nacional.

La filmografía de Felipe Cazals es amplia y variada. Me referiré solamente a aquellas cintas más destacadas para la izquierda y el cine mexicanos: Canoa, de la que hice un comentario breve anteriormente; El apando (1975), de José Revueltas (basada en la célebre novela del mismo nombre) y José Agustín, película trágica sobre el ambiente carcelario que se vivía en el penal de Lecumberri, que alojaba no sólo a delincuentes comunes, sino también a presos políticos, y donde estuvo recluido el mismo maestro Revueltas; Las Poquianchis (1976), cinta que a partir de un sonado caso de “nota roja” registró los pormenores reales de la prostitución campesina y sus nexos con el poder y la corrupción, muy alejada de cómo había sido tratado el tema hasta entonces en el cine mexicano, escrita por Tomás Pérez Turrent y el que escribe estas líneas; Bajo la metralla (1984), una obra basada en Los Justos, de Albert Camus, y que retrataba críticamente a una guerrilla urbana fronteriza también escrita por mí: Los motivos de luz (1985), basada en otro caso que evidenciaba la marginación social y las duras condiciones de vida de una mujer de barrio capitalino, trabajadora doméstica acusada de matar a sus cuatro hijos, libro cinematográfico mío; El tres de copas (1986), tragicomedia histórica-pasional basada en el cuento La intrusa, del escritor argentino Jorge Luis Borges, adaptada por mi hermano Jorge Humberto y por mí al contexto chinaco de los años inmediatamente posteriores a la Intervención Francesa; La furia de un dios (1987), otra adaptación de una obra teatral de Albert Camus, escrita por Tomás Pérez Turrent, sobre un heredero de un monopolio camaronero, que acaba enloquecido por el poder y aparece muerto en la playa; Su alteza serenísima (2000), un retrato histórico sobre los últimos años del dictador Antonio López de Santa Anna, quien fuera once veces presidente de México en el siglo XIX; Digna, hasta el último aliento (2004), documental dramatizado que muestra la vida de Digna Ochoa, luchadora social y defensora de los derechos humanos que fuera asesinada en octubre de 2001, obra escrita por el propio Cazals; y Chicogrande (2009), western ambientado en el norte del país en tiempos de la llamada Expedición Punitiva, en 1917, que no fue más que una ocupación estadunidense originada por la pretensión de capturar y trasladar a los Estados Unidos al general guerrillero y revolucionario Francisco Villa, luego del asalto al poblado norteamericano de Columbus, bella obra sobre la lealtad y el amor al país, basada en un libro cinematográfico de Ricardo Garibay (quien a su vez había tomado algunos elementos de la novela Vámonos con Pancho Villa, de Rafael F. Muñoz) y adaptada por el mismo Cazals. Recientemente filmó también El ciudadano Buelna (2013).

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Cazals, a quien traté muchos años por nuestra relación laboral y de amistad, había estudiado cine en Francia y había sido estudiante de un colegio militarizado. No pienso sinceramente que él pretendiese realizar un cine “de izquierda”. Su obsesión, y así lo ha manifestado públicamente, es por el “cine de la crueldad” y sobre la terrible y dolorosa realidad mexicana. Sin duda, es el director que más sabe sobre cómo filmar un cine de calidad, junto con Arturo Ripstein, y su pasión por el cine le permitió hacer trascendentes películas. Pero no creo que él haya tenido o tenga la pretensión de ser un “cineasta de izquierda”. A pesar de ello, es quizá el director que más lúcidamente ha retratado al México contemporáneo y eso hace de su obra, una de las más importantes obras de la izquierda y de la historia del cine mexicano. Lo que este escribidor de palabras aprendió originalmente de cine, y su amor por el cine, lo aprendió de él y de Tomás Pérez Turrent. Quizá después aprendí otras cosas, pero los conocimientos primeros y fundamentales se los debo a ellos dos, así como al cineasta Juan Manuel Torres, a quien me referiré después.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_410

 

 

 

 

[i] Novena entrega de la serie de textos escritos y facilitados por el escritor de libros cinematográficos, Xavier Robles (Rojo amanecer, 1989; Los motivos de luz, 1986). Robles, siempre comprometido con los movimientos sociales de izquierda en México, nos comparte los ensayos que esperamos aporten reflexión sobre el cine. Nota de Carlos Belmonte Grey. Continúa en el siguiente número de La Gualdra.

 

 

 

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