Los cintos y las bolsas cinceladas por las manos de William Ramos, oriundo del municipio de Nochistlán de Mejía, Zacatecas, llegaron hasta Pachuca para mostrarse ante los miles de visitantes que se dieron cita en el recinto ferial que alberga el Tianguis de Pueblos Mágicos 2019.
Ramos, quien elabora cintos, carteras, gorras, botas y huaraches cinceladas hasta en un día, participa con la delegación de Zacatecas que en esta edición presenta nueva imagen para sus pueblos mágicos siendo este, Nochistlán, el más musical de ellos.
En su stand, además del trabajo de Ramos, encontrarán productos de miel, chocolate de metate y dulces tradicionales como son los monteduro, una mezcla de cacahuate, maíz negro y pepita de calabaza mezclados con dulce de piloncillo, además de las cocadas.
Y si de sed se trata, Nochistlán cuenta son su cerveza artesanal Caxcán, nombrada en honor a las tribus guerreras que poblaron la región, y que mediante estilos como weizen, porter y red ale refrescan el cogote con sabores florales y amargos a quien le sobren 40 o 100 por las tres.
Frente al stand de Nochistlán se encuentra Jerez, quien a partir de ahora será conocido como el pueblo más alegre de los pueblos mágicos y en el que no podían faltar sus tostadas y duros con salsa, trompa y cueritos, además de su gran variedad de salsas, mermeladas, arracadas e incluso artesanías hechas por personas privadas de su libertad.
Atrás de Jerez se encuentra Pinos, el más danzante de los pueblos mágicos, quien viene dispuesto a endulzar paladares con sus productos de tuna, como el queso, el agua, la salsa, las mermeladas y galletas de elaboradas por la Tía Cruz. Y para quien quiera algo más fuerte, la Pendencia pone el mezcal y el licor de membrillo.
A Pinos le sigue Teúl de González Ortega, el más delicioso de los pueblos mágicos, quien además de sus tradicionales gorditas de horno en hoja de roble, pone a la venta algunos de los mejores mezcales del mundo, como el Huitzila blanco o joven que obtuviera medalla de plata en China en este año y cuyo sabor elegante, como sale de los alambiques, puede ser inconfundible.
A su lado está Sombrerete y sus cintos piteados, su dulce de leche y chocolate de metate se venden como parte del pueblo más fotogénico de México, pues dicen que quien lo visite seguramente llenará su Instagram de fotos de su Sierra de Órganos que una vez vio como uno de los Beatles se convertía en cavernícola.
Y al final está Guadalupe, el más joven con el nombramiento y que a partir de este año se considera como el más virreinal de los pueblos mágicos y que en este evento oferta textiles y plata, pero también el sabor de El Minero, el nombre de su hidromiel, la bebida alcohólica hecha a partir de miel de abeja sin gluten que posee hasta siete estilos diferentes, que van del dulce al amargo pasando por cada tesitura que lo único que buscan es refrescar y posicionar a Guadalupe como el único municipio con hidromiel.
