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jueves, 28 marzo, 2024
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Populismo vs. populismo

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Por: Rodrigo Reyes •

El concepto populismo hoy en día tiene una connotación mayoritariamente negativa, y es utilizado despectivamente como un peligro para las democracias. De acuerdo con esta visión, el populismo constituye una irrupción de las masas populares, que invariablemente debilita a las instituciones democráticas. En el otro lado de la moneda, está la escuela radical del pensamiento, según la cual el populismo por sí mismo puede tener elementos democratizadores.

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La democracia normativa no es lo mismo que la empírica; de la distancia entre ambas surge una democracia imperfecta en la que, con frecuencia, las élites se alejan cada vez más de la ciudadanía. El populismo, dentro de esta visión, se coloca precisamente como una herramienta que ayuda a recuperar los principios democráticos, a través de la organización de la colectividad, que se muestra frente a la élite, canalizando la fuerza popular para disminuir la desigualdad, económica y de derechos, generada en tiempos recientes.

Dentro de la concepción radical, los recientes discursos que resaltan la desigualdad entre grupos —como el del uno por ciento más rico de la población y el resto de la misma, que tiene que repartirse lo que queda— han generado movimientos sociales importantes. Un claro ejemplo del efecto democratizador del populismo está desarrollándose actualmente en Reino Unido, donde Jeremy Corbyn, desde su llegada a la dirigencia del Partido Laborista, ha resaltado la distancia que separa a las élites británicas de la mayoría ciudadana, con la finalidad de encontrar mecanismos dentro de la democracia misma para poder reducir estos espacios.

Al mismo tiempo, Boris Johnson, el actual primer ministro de Reino Unido, ha utilizado un discurso de tintes populistas, haciendo uso de las categorías de nosotros frente a ellos. A diferencia del discurso del líder laborista, Johnson ha posicionado a buena parte de la ciudadanía británica en oposición a grupos “externos”, particularmente a las personas de otras nacionalidades que ahora radican en ese país, empleando la xenofobia como la argamasa que mantiene unido al grupo de personas a quienes dirige su discurso. El caso británico demuestra que la naturaleza y la utilidad del populismo dependerá en gran medida de la competencia ideológica existente en la arena política.

En el caso de América Latina, el populismo ha tenido un papel preponderante dentro del discurso político de las últimas décadas. Por un lado, la derecha latinoamericana ha utilizado la connotación negativa del término para desacreditar algunas de las luchas y causas sociales de los movimientos que se han opuesto a modelos económicos, sociales y políticos de corte neoliberal. Por otro lado, la derecha misma ha hecho uso de mecanismos que han desvirtuado el concepto de populismo, para hacerse con el poder. Se trata, entonces, de una paradoja en la cual la derecha ha tildado a los líderes de izquierda de populistas, pero ha sido su mismo comportamiento el que ha desacreditado este concepto.

La democracia representativa en nuestro país, por ejemplo, estaba muy lejos de su ideal igualitario y mecanismo de defensa social. Al contrario, existía simplemente porque se llevaban a cabo elecciones, pero es bien sabido que hasta 2018 la mayoría fueron fraudulentas y preservaron la distancia entre las cúpulas económicas y políticas con el resto de la ciudadanía. Cuando el proyecto encabezado por Andrés López Obrador empezó a presentar postulados para cambiar esta situación, fiel a su costumbre, la derecha no dudó en desprestigiar el movimiento, acusándolo de llevar a cabo tácticas de lo que se ha descrito como populismo tradicional.

En realidad, el proyecto de Andrés Manuel López Obrador despertó las conciencias de la mayoría, para recordar que en México la democracia estaba secuestrada por los intereses de una minoría. De esta manera, el movimiento obradorista fue un espejo de la democracia misma, que la orilló a regresar a sus principios básicos para hacer valer la promesa de alcanzar la justicia social a la cual por tanto tiempo hemos aspirado. Es éste el objetivo de la actual administración, alrededor del cual existen fuerzas que siguen resistiendo el cambio de régimen, y que realizan actos que sí separan y dividen a nuestra sociedad, todo ello, con la finalidad de no perder sus privilegios: la definición de texto de populismo tradicional.

El populismo, entonces, no es negativo o positivo por sí mismo. La dirección que tome dependerá de las ideas que los liderazgos políticos le impriman. Sin duda, actualmente, en el mundo, las democracias se han alejado de sus principios rectores. Ha sido dentro de la democracia que las sociedades han crecido más desiguales, más elitizadas y menos justas; el populismo, como estrategia, ha ayudado a recordarnos que la igualdad, la libertad y la justicia son elementos que toda democracia sana necesita, y que tener elecciones no es suficiente para decir que se vive en democracia. ■

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