La semana anterior se celebró el cumpleaños número quince de la Ciudadela del Arte, un referente de la educación y la cultura en Zacatecas. Hubo una serie de eventos diversos que fueron armándose gracias a instituciones y gestores que de alguna manera u otra han desarrollado apegos con el centro cultural y que fueron programados desde el corazón colectivo de todos aquellos que de alguna manera son causa, efecto y consecuencia de su funcionamiento; desde el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” y la hoy Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas” hasta aquellos que laboran en la Ciudadela como asalariados y los aventados como el que esto escribe que lo hacen por puritito amor al arte.
En fin, fue una semana completa de festividades a donde acudieron a dar fe de la celebración varias de las personalidades prominentes que han dejado huella perenne en múltiples disciplinas no solo en el terreno de la educación y la cultura sino en otras disciplinas como el deporte y el desempeño correspondiente las diversas profesiones y actividades prominentes como la minería, gastronomía, artesanías, oficios y los usos y las costumbres del estado de Zacatecas y su Bizarra Capital.
En este acontecimiento lució con luz propia el ingeniero Manuel Meza Montalvo, director del centro cultural, reconocido por propios y extraños por su esfuerzo en mantener vivo y permanentemente activo el recinto, con actividades de todo tipo que van desde las tareas artísticas y culturales hasta acontecimientos tan importantes como ferias de libros, congresos, simposios, tocadas de música de todo tipo y muchas otras como cátedras permanentes, proyectos de investigación, sesiones de fotografía y demás actividades que van más allá de la imaginación de cualquier mortal, incluido este escritero que le reitera sus respetos por su incansable labor.
En la Ciudadela funcionan y funcionan bien, varios museos, donde destaca la Sala Despacho Antonio Aguilar, visitado permanentemente por personas de todo tipo, edades y procedencias el Museo Manuel M. Ponce, dedicada al insigne músico fresnillense donde uno disfruta interactivamente de la obra más destacada del sensible compositor, el Museo del Desierto, la Cineteca, la Fototeca, la Sala Hermanos de Santiago y la Sala de Música. El seminario permanente sobre las Raíces de la Cultura impartido por el doctor Veremundo Carrillo merece atención especial por su permanencia y trascendencia desde la apertura del Centro Cultural, hace quince años, los mismos que cumple a la par de la Ciudadela del Arte.
El pasado miércoles 11 de septiembre la Ciudadela se vistió de fiesta para celebrar sus quince años. El acto, aderezado por un sabroso desayuno, fue encabezado por el maestro Alfonso Vázquez Sosa, director del Instituto Zacatecano de Cultura, quien se refirió al centro cultural como “el Corazón de la Cultura en Zacatecas”, y aunque no estuvieron presentes todos los que han sido importantes en la vida del recinto y algunos que hoy aportan su esfuerzo para que funcione, estuvieron muchos de los que le dan vida y continuidad a sus propósitos. Estuvieron ahí para recibir reconocimientos, muchos de los que forman parte de la historia del recinto en ese mismo período de quince años, como Don Luis, que se encarga del esfuerzo titánico de mantener limpio el edificio con dedicación sobrenatural y aquellos que se han incorporado en años posteriores para cumplir las funciones que movilizan y le hacen trascender, como Víctor Colunga y Susana Díaz, principalmente. Destacó el busto de Ramón López Velarde recibido por el Ingeniero Meza como reconocimiento por sus treinta y cinco años de servicio en el Instituto.
Hay mucho que decir sobre este acontecimiento y el espacio sería insuficiente para hacer constar y agradecer los servicios prestados por la Ciudadela en sus primeros quince años de vida. Desde aquí, y a capela, emocionado hasta el tuétano le canto Las Mañanitas del Rey David, reconociendo su gran esfuerzo en pro de la cultura y que han constatado los casi dos millones de visitantes que han pasado entre sus pisos y paredes durante su breve existencia.
Que cumplas otros mil años, Ciudadela querida.
