En plena crisis de 1982 (1984), el periodista británico, nacido en Brasil, Alan Riding, escribió su obra “Vecinos distantes”, en la que retrataba a nuestro país a la luz de las democracias occidentales y desde su perspectiva (un extranjero con más de una década en el país, analizando, estudiando, escribiendo sobre el mismo).
La obra es descriptiva de un momento que parecía extenderse ad perpetuam. Puede leerse en ella, por ejemplo: El espíritu de México no es – y quizá nunca será- una nación occidental. Pero al tratar de hacer que el país sea superficialmente más democrático, más occidental, más “presentable” en el extranjero, se han debilitado las raíces que tenía el sistema en la población.” Su lectura parece innecesaria, sin embargo, el régimen que hoy gobierna a México y va en expansión, no debe olvidarse, está inspirado justo en el modelo de país que Riding dibuja, con las subjetividades propias del texto.
Sostengo que el libro ha recobrado la vigencia que apenas empezaba a perder hace algún par de años. Por ejemplo: Carlos Eduardo López, escribía en 2015 en Nexos, una crítica, sobre lo equívoco de la principal tesis de Riding en cuanto al sistema político: México podía (contrario a lo dicho por el autor del texto citado), y de hecho hacía años lo estaba haciendo, identificarse con las democracias liberales de occidente, creando instituciones, superando su pasado autoritario y fomentando la apertura en todos los sentidos, principalmente económica. Leído entonces, en medio del momentum reformista del sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto, parecía ciertamente un texto descontextualizado. El México que relata Riding, habría quedado más o menos atrás, arrastrando apenas fenómenos pendientes, como el de la corrupción. La libertad de prensa, entendida a la “liberal”, así como otros valores, eran ya un asunto definitivo. Sí se lee en pleno 2019, el texto de Riding, podría acercarnos a otro retrato, no tan victorioso.
Entre otras, también destaca lo que hoy se ha vuelto una respuesta lógica de las sociedades democráticas a las crisis económicas. El sistema político mexicano descansó siempre sobre la estabilidad económica, ésta servía de acicate al descontento y permitía la continuidad. Cuando el desarrollo económico se estancó e iniciaron las crisis, el sistema se quebró. La distribución del recurso público en programas sociales, no necesariamente obedecía pues, como lo vimos anteriormente, a necesidades puntuales en materia social, sino por presión política, que derivaba invariablemente en más injusticia, que justicia social.
Quizá su relectura ayudaría a las generaciones del fin del milenio a conocer qué era aquél régimen. Comparto algunos renglones de la obra, que, por increíble que parezcan, podrían encontrarse en un artículo de 2019, con los ajustes de personajes y actualización de siglas:
“El problema de la corrupción, declaraba un funcionario, es que se pueden gastar 100 pesos innecesarios, con tal de robarse 10 (…) Un reconocido reportero de televisión adquirió un yate de lujo gracias a la “venta” del contenido de sus comentarios diarios (…) Si el norte es dinámico y está desarrollándose, el sur es estático y pobre. (…) Somos hijos de rígidas sociedades eclesiásticas – se lamentó en cierta ocasión el novelista Carlos Fuentes-. Esta es la carga de América Latina, ir de una iglesia a otra, del catolicismo al marxismo, con todo su dogma y su rito. México, sintiéndose preso, histórica y económicamente, de Estados Unidos, ha empleado una serie de temas políticos menores como altavoces de su nacionalismo.” Todas estas breves notas, insisto, podrían bien encontrarse en cualquier artículo de opinión o nota periodística por estos días. La agenda de hace casi 40 años, ha retornado, con sus excesos, virtudes, equilibrios y defectos.
Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos, podría ayudarnos hoy a vernos en el espejo que ve el presidente y su régimen cuando habla con nostalgia de la época gloriosa que antecedió al neo-liberalismo, y con ello entender qué pretende, y sí merece respaldo o corrección.
@CarlosETorres_
