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jueves, 28 marzo, 2024
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Nunca fuimos contemporáneos. Otras temporalidades

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Por: NICOLÁS PRADILLA •

La Gualdra 333 / Arte / XIII Bienal FEMSA

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A finales del mes pasado se hizo el anuncio de la lista de las y los artistas comisionados para realizar obra ex profeso para la XIII edición de la Bienal FEMSA, Nunca fuimos contemporáneos. Eduardo Abaroa (Ciudad de México, 1968), Ricardo Alcaide (Caracas, Venezuela, 1967), Plinio Ávila (Zacatecas, México, 1977), Antonio Bravo (Ciudad de México, 1983), Christian Camacho (Ciudad de México, 1985), Luis Carrera-Maul (Zacatecas, 1972), Giacomo Castagnola (Lima, Perú, 1976), Mario García Torres (Monclova, México, 1975), Verónica Gerber Bicecci (Ciudad de México, 1981), Cynthia Gutiérrez (Guadalajara, 1978), Javier Hinojosa (Ciudad de México, 1974), Iván Krassoievitch (Ciudad de México, 1980), Runo Lagomarsino (Lund, Suecia, 1977), Felipe Mujica (Santiago de Chile, 1974), Chantal Peñalosa (Tecate, México, 1987), Diego Pérez García (Ciudad de México, 1975), Rita Ponce de León (Lima, Perú, 1982), Liliana Porter (Buenos Aires, Argentina, 1941), Naomi Rincón Gallardo (Carolina del Norte, 1979), Vanessa Rivero (Mérida, Yucatán, 1976), Nicolás Robbio (Mar del Plata, Argentina, 1975), Fabiola Torres-Alzaga (Ciudad de México, 1978) y la curadora Caroline Montenat (Orsay, Francia, 1974) han visitado Zacatecas en los últimos meses para preparar obra y proyectos de colaboración con artistas, estudiantes y curiosos locales durante 2018.

La comisión de obra es una parte importante de las indagaciones que supone el planteamiento de la bienal, sin embargo consiste sólo en una de las múltiples capas que este proceso involucra. La obra de los artistas mencionados se sumará a las distintas actividades y procesos de investigación que desde septiembre de 2017 se han echado a andar y que conforman, junto con las exposiciones del programa de colaboraciones museológicas, algunos de los hilos del entramado de este proyecto de 18 meses de duración que además de las comisiones, incluye ciclos de charlas, talleres y otras actividades con agentes dedicados a la producción artística, curaduría, educación, gestión e investigación. A esto se sumarán también las participaciones de colectivos locales, talleres de producción y artistas dentro de los programas de colaboraciones museológicas, intervenciones en el espacio público y el programa editorial con trabajo desarrollado en sitio, como parte de las sesiones del programa de pedagogías experimentales o que participarán con obra existente en la urdimbre de Nunca fuimos contemporáneos.

 

La bienal como un espacio de diálogo y experimentación no burocrático

Desde hace algunas décadas, las bienales de arte contemporáneo han tendido a desplazarse del acontecimiento expositivo hacia indagaciones en campos teóricos, literarios, pedagógicos y de la vida cotidiana de los espacios en los cuales tienen lugar. En este sentido, Nunca fuimos contemporáneos apuesta por provocar los espacios pausados de diálogo y coaprendizaje más allá del carácter eventual de los montajes expositivos, los cuales pasan a formar parte de un programa mucho más amplio que tiene su anclaje principal en el reconocimiento colectivo de todas aquellas personas que participamos de muy diversas maneras en la discusión y la búsqueda de formas de interacción a lo largo de un periodo que antecede y rebasa los tiempos de las exhibiciones. Consideramos que es a partir de construir el espacio para entablar relaciones de largo aliento que trasciendan la temporalidad bianual de este tipo de eventos, que el modelo bienal puede seguir teniendo sentido en un contexto como el nuestro. Un espacio que permita tender redes afectivas, de mutuo entendimiento y de coproducción de sentido; propiciar espacios para lo desconocido, para la complicidad y también para la divergencia más allá del montaje expositivo, pero también resonando con él.

 

Una bienal que busca no ser concluyente, sino un preámbulo

La búsqueda de otras temporalidades más allá de apelar a la espectacularidad del acontecimiento expositivo, está vinculada al traslado de la noción de curaduría hacia espacios de coaprendizaje que entrelazan o anudan una serie de hilos conductores alrededor del arte como objeto y metodología de aprendizaje y no como producto terminado. El gesto, la poética como potencia de construcción de entramados más complejos a partir de extender e incluso ralentizar los espacios de discusión y práctica tienen así, a los recursos expositivos, a la inscripción mediante objetos, textos, charlas, talleres y espacios de ocio, como una serie de recursos de producción de visibilidad aseguradas, pero mucho más importante aún, herramientas dúctiles para pensarnos y reconocernos desde aquí, cuya estructura puede ser moldeada e interpelada; una herramienta generosa[1] en tanto navega junto con nosotros en un tiempo pausado que apela a una generosidad reflexiva.

Es en este sentido que Nunca fuimos contemporáneos es un proceso y no un evento. Si bien parte de planteamientos iniciales, éstos son más bien provocaciones que apuestan por ser interpeladas y reescritas sobre la marcha y en conjunto. Un proceso que más allá de buscar la grandilocuencia del espectáculo, intenta tejer redes afectivas en las cuales a su vez se imbrican, en un tiempo extendido, las temporalidades diversas de las múltiples modernidades que habitamos. Una provocación para el encuentro.

Como parte del desarrollo de las comisiones de obra, el artista Antonio Bravo iniciará con un nuevo ciclo de charlas cuyo propósito es compartir los procesos de trabajo con la comunidad local, para lo cual se realizará una sesión informal en El Santero el jueves 19 de abril a las 19:00 h. Así mismo, como parte de la segunda fase del programa pedagógico, Pedagogías experimentales, los días 26, 27 y 28 de abril contaremos con la visita de Sofía Olascoaga, cocuradora mexicana de la 32a Bienal de São Paulo (2016), quien trabaja en las intersecciones entre arte y educación a través de la activación de espacios para el pensamiento crítico y la acción colectiva.

 

 

 

 

[1] La noción de herramienta generosa la tomo de uno de los programas de la organización puertoriqueña Beta-Local, que en 2009 inició un ciclo alrededor de lo que son o pueden ser las herramientas. La provocación para este programa parte del pensamiento de Ivan Illich, para quien la herramienta en una sociedad convivencial está al servicio de las personas integradas a una colectividad y no al servicio de la técnica y la especialización. “Para Ivan Illich una sociedad de convivencia pacífica necesita de instrumentos, teorías y sistemas que le permitan a todos sus miembros la mayor capacidad para la acción autónoma a través de las herramientas menos controladas por otros. Esta es la herramienta generosa”. Beta-Local, “La herramienta generosa”, disponible en http://betalocal.org/herramienta-generosa/

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